Las dos votaciones de la mañana no han conseguido un ‘quorum’ en torno a ninguno de los cardenales, que esta tarde volverán a la Capilla Sixtina para la cuarta y quinta votación, en las que fueron elegidos Benedicto XVI y Francisco, respectivamente
El cónclave entra en una segunda jornada en la que se espera una votación crucial
Tanto se esperó la primera fumata negra este miércoles, primer día del cónclave, que la de la segunda jornada era en realidad una doble incógnita: ¿será negra?, pero sobre todo: ¿a qué hora será? El humo oscuro que indica que la tercera votación ha sido infructuosa apareció antes de lo previsto, sobre las 12 del mediodía.
Después de la experiencia de la primera jornada parecía claro que el trámite del sufragio en la Capilla Sixtina estaba costando más de lo previsto: 133 cardenales poniéndose de pie, acercándose a la urna y anunciando en latín que emiten su voto quizá tenía sentido cuando había menos electores. Y aunque aquí no son muy dados a los cambios, incluso la liturgia a veces necesita acomodarse un poco a los tiempos. Pero la segunda jornada, el procedimiento parece ir más sobre ruedas y acomodarse a los tiempos de ocasiones anteriores.
Tercera votación sin acuerdo. A esta altura debe estar claro si el favorito Parolin va acumulando apoyos que le permitan soñar con los 89 votos que le convertirían en Papa, si los moderados pueden ver en él una opción de transición tras el papado rupturista de Francisco, y si los ultras concretan la jugada de apoyar al secretario de Estado a cambio de que ponga a uno de los suyos en un puesto de poder en el Gobierno de la Iglesia.
Benedicto XVI fue elegido en la cuarta votación. Francisco, en la quinta. Fueron cónclaves rápidos, y la expectativa es que este también lo sea. Aunque, como todo en esta elección, empezando por los horarios, es relativo y poco transparente.
Esta tarde habrá dos rondas más de votaciones, precisamente la cuarta y la quinta. La expectativa crece en la plaza de San Pedro y en todo el mundo. Aunque a veces la pompa de las túnicas y los escenarios en los que transcurre este antiquísimo ceremonial distraiga, lo que se dirime aquí es quién será el representante de una institución con casi 1.400 millones de fieles y una figura política –así lo demostró el último Papa, Jorge Bergoglio– de primera línea en el orden mundial.