El escritor, intelectual y periodista, que formó parte tanto de la Gauche divine como de la postomodernidad, ha fallecido de madrugada este jueves a los 86 años en Barcelona
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Joan de Sagarra, el hombre que vio pasar, y dio fe, de la vida cultural catalana, y en especial de la Barcelonesa, de la segunda mitad del siglo XX –y que seguramente supiera mucho de la primera mitad merced a lo que le contó su padre, el poeta y novelista Josep Maria de Segarra, implacable cronista de los locos años de entreguerras en Barcelona con su novela Vida privada– ha fallecido en la madrugada de este jueves en Barcelona a los 86 años.
Nacido por avatares de la guerra civil en París en 1938, Sagarra estudió en el Instituto de Estudios Teatrales de la Sorbona antes de retornar a España al final del franquismo y ejercer de periodista cultura y cronista. Empezó a escribir sobre teatro en el semanario Arts de París, y a su regreso a Catalunya en El Noticiero Universal (1963-1964) para después pasar a El Correo Catalán (1964-1967).
Posteriormente fue crítico titular en La Vanguardia en los ochenta y después columnista y crítico cultural en El País, donde destacó por su tono irónico y su acidez, en especial en sus crónicas, entre nostálgica y escépticas, de la nueva Barcelona que alumbraron los juegos olímpicos de Barcelona 92.
Ha recibido numerosos premios a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio Ciudad de Barcelona de periodismo (1998) o la Medalla de Oro al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Barcelona y el Premio Nacional de Periodismo de Cataluña en 2008. Algunos de sus artículos más memorables se pueden encontrar en los libros de recopilación Las rumbas de Joan de Sagarra (Kairós, 1971) y La horma de mi sombrero (Alfaguara, 1997).
El hombre que bautizó a la Gauche divine
En cuanto a su vida personal, fue un gran agitador intelectual en el tardofranquismo barcelonés, especialmente entre las élites que se reunían en los sesenta y setenta en la discoteca Bocaccio, en la parte alta de la ciudad. Desde allí un grupo de artistas, arquitectos, empresarios y escritores modernizaron el pensamiento del país entre bailes y copas, conformando el grupo que se vino a llamar la Gauche divine, de la que Sagarra formaba parte.
Según algunas fuentes, fue él quien le dio ese nombre al colectivo y también, como aseguraba él mismo en una larga conversación con Enric González, creó la palabra “cultureta” en una crónica para TeleXpres en 1970. Respecto a la creación del concepto de Gauche divine, Sagarra la explicaba en la conversación con González: “Estaban reunidas dos editoriales, la de Herralde y la de Beatriz Tusquets, en el Price y sale lo de la Gauche divine, que no es más que la ”divine gauche“ francesa. Yo acababa de llegar de París y cuando escribía tenía el coco más en París que en Barcelona. Mis esquemas eran más franceses que otra cosa”.
Más tarde, ya en la democracia y en plena hegemonía del nacionalismo de Pujol en Catalunya, fue a partir de 1996 miembro del Foro Babel, un colectivo de editores, profesores universitarios y artistas que defendían el bilingüismo frente a las políticas, que tildaron de monolingüistas, de la Generalitat. A pesar de haber surgido de las filas del progresismo catalán, el Foro de Babel, fue uno de los semilleros del futuro partido político Ciutadans.