Descubren un nuevo color en el interior de la retina: hay una paleta cromática por explorar dentro del ojo

Mediante la estimulación con láser, un equipo de científicos ha generado un nuevo color al que han llamado ‘olo’ y que solo han visto cinco personas, una tecnología que abre nuevas puertas a la visión humana

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Cuenta Philip Ball en su libro La invención del color (Turner, 2009) que a mediados del siglo XVIII existían en Europa los llamados arcanistas, individuos que se dedicaban a viajar para descubrir nuevos colores y ofrecerlos a las fábricas de tejidos. Un equipo de investigadores ha descubierto ahora un nuevo color, nunca visto por nadie, pero no lo ha hecho en una remota selva, ni en una cueva submarina o las alas de una mariposa, sino en un lugar mucho más cercano: el interior de nuestro ojo. 

El color ha sido observado por cinco personas, los sujetos a los que un equipo de la Universidad de Berkeley estimuló un pequeño grupo de fotorreceptores de la retina mediante un láser y una sofisticada técnica de óptica adaptativa. Los privilegiados testigos describieron el color como un “azul verdoso con una saturación sin precedentes”, el que desencadena la actividad de las células de los conos M cuando son estimulados en solitario, algo que no sucede cuando miramos el mundo real. 

Salvo anomalías, nuestra retina alberga tres tipos principales de receptores del color: los conos L, M y S, que responden a longitudes de onda largas (color rojizo), medias (color verdoso) y cortas (color azulado). Lo que hicieron los investigadores, tal y como detallan en un artículo publicado en la revista Science Advances, fue seleccionar un grupo de alrededor de mil conos M y aplicarles luz sin que el resto de conos de otro tipo se activaran.


Una aproximación al color ‘olo’, observado por los sujetos del experimento.

“Es más saturado que el color natural más saturado”, explica a elDiario.es Austin Roorda, experto en visión, coautor del estudio y uno de los sujetos que experimentó el color. “La luz natural era pálida en comparación y pensé: ¡Guau! ¡Madre mía! Creo que lo hemos logrado”. Como los demás, cuando el láser estimuló su retina pudo ver una mancha de color en el campo de visión de aproximadamente el doble del tamaño de una luna llena (o la uña de un dedo pulgar con el brazo estirado) y con una tonalidad que, aunque recuerda a algún color verdoso muy brillante, no tiene correspondencia en el mundo real.

Roorda y su equipo han bautizado este nuevo color con el nombre de olo por similitud con el número binario 010, lo que indica que, de los conos L, M y S, solo los conos M están activados. Y han difundido una reproducción del color que se podría asemejar al que vieron los voluntarios, aunque reproducirlo, por su propia naturaleza, no es posible.

Más allá del arcoíris

El experimento es una proeza técnica, por la dificultad que entraña detectar y estimular células receptoras individuales en el interior de la retina, ya que el ojo está en constante movimiento y el equipo debe contrarrestar cada cambio para mantener la estabilidad. La herramienta, que se llama Oz Vision se está empleando para hacer investigación básica sobre la retina y aprender más sobre condiciones como el daltonismo y enfermedades como la retinosis pigmentaria.

Olo parece solo una diversión, pero tenemos una sólida justificación científica para estos experimentos sobre la mejora de la visión del color”, explica Roorda. “Continuamos la investigación utilizando el sistema Oz Vision, explorando si podemos aumentar la dimensionalidad del color de una persona daltónica y si el cerebro humano puede percibir dimensiones de color más allá del arcoíris”, añade Ren Ng, también coautor.

Queremos aumentar la dimensionalidad del color de una persona daltónica y ver si el cerebro humano puede percibir dimensiones de color más allá del arcoíris

Ren Ng
Ingeniero eléctrico de la Universidad de California, Berkeley, y coautor del artículo

La tecnología ya les está sirviendo para desactivar temporalmente grupos de conos en la retina y determinar en qué punto el deterioro de una retinosis pigmentaria empieza a causar problemas visuales o cuántos conos habría que recuperar con terapia génica para tener una visión aceptable. También quieren estimular con láser grupos de fotorreceptores de sujetos daltónicos y comprobar si pueden restablecer temporalmente la visión del color de cara a posibles tratamientos como los que ya se han hecho en primates. Y están tratando de reproducir la visión de los sujetos con tetracromatismo, capaces de componer los colores a partir de cuatro tipos de fotorreceptores y no tres como el resto de los mortales.

Un color no reproducible

“El experimento es precioso y muy complicado”, asegura Pablo Artal, investigador de la Universidad de Murcia (UMU) y uno de los mayores especialistas del mundo en óptica. En su opinión, el estudio no tiene mucha aplicación práctica, pero como sistema experimental es muy sofisticado y está al alcance de muy pocos laboratorios. 

“En la visión normal no es posible estimular un solo fotorreceptor de un único tipo”, explica. “Siempre se iluminan varios (muchos) receptores y los conos sensibles al azul, verde y rojo tienen un solapamiento, de modo que el azul-verde que percibimos normalmente siempre está contaminado con un poco de los otros colores. Lo que hacen aquí es estimular un único cono M o un conjunto de conos M, y no hay más interacción con otros, así que la percepción es más pura y diferente”. 

Lo que hacen aquí es estimular un único cono M o un conjunto de conos M, y no hay mas interacción con otros, así que la percepción es más ‘pura’ y diferente

Pablo Artal
Investigador de la Universidad de Murcia (UMU), especialistas en óptica

Esta particularidad hace imposible obtener este color en otras condiciones o reproducirlo, recuerda Artal. Por eso le parece absurda la afirmación reciente del artista Stuart Semple de que ha conseguido reproducir este color mediante un pigmento (por el que cobra 10.000 dólares). “No se puede hacer ese color por métodos de mezclas normales”, asegura.

“Definitivamente no recrea la experiencia, aunque el propio artista reconoce que el color no se puede reproducir”, comenta Roorda. “Está tratando de evocar la sensación, por supuesto, pero también está vendiendo un producto”. Tampoco son equivalentes, advierte, los test que circulan por TikTok y otras redes sociales en los que se ofrece la posibilidad de ver un color nunca visto mirando un círculo rojo que genera un cian verdadero“.  

Fuera de la gama

El nuevo hallazgo despierta todo tipo de preguntas, algunas de ellas casi filosóficas. Si todos los colores son una creación del cerebro y nunca estamos seguros de si el rojo que yo veo es igual que tu rojo, ¿cómo pueden estar seguros de que los cinco sujetos están observando un nuevo color y no algo ya existente o cinco tonos diferentes?

Silvestre Manzanera, investigador del laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia (UMU) que trabajó con los autores del estudio, recuerda que se aseguran mediante herramientas de color matching. “Coges otra fuente de luz y pones una imagen sobre la otra hasta que igualas el color que quieres medir e identificas las coordenadas del color”, explica. “Todos los colores que percibimos se pueden representar y ordenar dentro de algo parecido a un triángulo (gamut) y lo que ven es que olo queda fuera de esa gama”.


La zona coloreada del triángulo incluye los colores que podemos ver en nuestro día a día. Arriba, y señalada con una elipse, la región en la que se encuentra ‘olo’.

Durante el experimento, relata Roorda, se mantiene la mirada fija en una pequeña superficie a la distancia de un brazo sobre un fondo grisáceo neutro. Para calibrar el tono que están viendo, los sujetos tienen otra fuente de luz con tonos que se alternan en el tiempo en el mismo cuadrado y lo van modificando hasta lograr una coincidencia. Cuando obtuvieron el color más parecido a olo, este seguía estando lejos de la saturación que producía el láser en su retina. ¿Significa esto que es un color nuevo? “Este es un debate que tuvimos muchas veces dentro del propio equipo”, confiesa.

“El grupo es muy bueno y son uno de los primeros que desarrollaron las técnicas para estimular y estudiar fotorreceptores individuales en la retina”, asegura Luis Martínez Otero, neurocientífico experto en la visión del Instituto de Neurociencias de Alicante (CSIC-UMH). Sin embargo, él no tiene tan claro que lo que estén viendo los sujetos sea un color nuevo, porque tras el estímulo en la retina todo se mezcla y el color se genera en el cerebro. “La circuitería de esos conos M no permanece separada, generando cosas aisladas de todo el resto de la circuitería cerebral”, apunta. “Todo se mezcla después de la retina, con nuestro propio modelo interno, estimules como estimules”. 

¿Cómo puede alguien saber si un color que está viendo es novedoso, sabiendo que los colores no existen? La percepción del color ‘olo’ se basa en la comparación subjetiva

Conchi Lillo
Neurobióloga y especialista en visión de la USAL

Conchi Lillo, neurobióloga y especialista en visión de la Universidad de Salamanca (USAL), también tiene dudas sobre si lo que han visto los cinco sujetos es un color nuevo. “¿Cómo puede alguien saber si un color que está viendo es novedoso o no lo ha visto nunca antes, sabiendo que los colores no existen?”, pregunta. “En el contexto de este estudio, la percepción del color olo se basa en la comparación con colores familiares y en la percepción subjetiva”. 

Roorda reconoce que la definición de lo que es un color depende de muchos factores, desde la cultura a nuestra familiaridad con el tono. “Piensa en el rojo y el rosa. Todos están de acuerdo en que son colores, ¿verdad? Pues la única diferencia entre estos dos colores, que tienen cualidades perceptuales completamente diferentes, es la saturación. Si nos expusiéramos al olo el tiempo suficiente, probablemente querríamos nombrarlo como un color”, argumenta.  

Un tesoro dentro del ojo

La otra gran pregunta que suscita este trabajo es igual de fascinante: ¿albergamos otros colores ocultos en el interior de nuestra retina que podríamos recuperar con nuevas estimulaciones mediante la herramienta Oz Vision?

“Yo entiendo que hay un área en el espacio de colores fuera de la gama natural humana donde está olo”, opina Manzanera. “Así que creo que podría haber tantos colores diferentes como puntos en esa área de nuevos colores”. “En realidad, el más diferente es este azul que ellos han probado”, añade Pablo Artal. “Las absorciones de los conos rojos y verdes están muy solapadas, así que ahí el rango nuevo es menor. Pero sí, se puede imaginar que tienes unos cuantos colores nuevos de esta forma de estimulación de conos individuales”, defiende. 

“Yo creo que hay una infinidad de colores que aún no hemos percibido y muchos están dentro del ojo”, asegura Roorda. “Olo es la experiencia que se obtiene si solo se estimulan conos M, pero podemos crear excitaciones diferenciales de los tipos de cono para llenar todo ese espacio”. El triángulo de la gama de colores visibles tiene L, M y S en las esquinas, advierte, pero si le añadiéramos un cuarto tipo de fotorreceptor sería un cuadrado. Y eso es lo que están intentando hacer él y su equipo con esta tecnología, ver si se puede ampliar la gama de colores que perciben los humanos y multiplicar la capacidad de la retina. 

Parece ciencia ficción, pero recientemente un equipo de investigadores chinos alteró la sensibilidad de los fotorreceptores de ratones inyectando nanopartículas en su retina y consiguió que vieran imágenes en el rango del infrarrojo. Más cerca, Pablo Artal y su equipo de la Universidad de Murcia han conseguido que sujetos humanos vean una letra E en colores generados con luz infrarroja invisible, estimulando sus fotorreceptores mediante un ingenioso atajo. Pequeños pasos que la ciencia básica y la tecnología están dando en un camino que hace solo unas décadas parecía impensable: la ampliación de la capacidad de nuestros ojos hacia regiones de la luz que quedaban fuera de su alcance.