El arte rupestre en Gran Canaria dibuja cuatro horizontes temporales durante los más de mil años de la cultura indígena

‘Historias en la roca’, resultado de ocho años de tesis doctoral de Pedro Sosa, es la investigación arqueológica más exhaustiva e innovadora realizada en Canarias sobre el legado rupestre al aire libre

Historias en la roca. Documentación integral y estudio del arte rupestre al aire libre de la isla de Gran Canaria es el título de una exhaustiva investigación realizada durante ocho años por el arqueólogo Pedro Sosa Alonso, que le ha permitido convertirse en doctor por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Una de las principales conclusiones es que estas manifestaciones de arte rupestre fueron evolucionando y transformándose durante los más de mil años de la cultura indígena, una sociedad aislada hasta la llegada de los primeros europeos al Archipiélago a partir del siglo XIV. Este trabajo “ha supuesto un auténtico punto de inflexión en el estudio de estas expresiones gráficas, abordando aspectos como las superposiciones de motivos, el análisis estilístico y territorial y la aplicación de nuevas tecnologías para mejorar la comprensión de estas manifestaciones”. Quién así se expresa es el doctor por la ULPGC Jonathan Santana Cabrera, uno de los arqueólogos más respetado de la comunidad científica de las Islas. Este reportaje es la primera entrega semanal de una trilogía sobre petroglifos indígenas de Canarias.

Después de leer las 500 páginas de la tesis doctoral de Sosa, el autor de este reportaje ha visitado varios yacimientos rupestres de la mano del arqueólogo para ver y comprender cómo fueron evolucionando estas manifestaciones artísticas al aire libre durante los aproximadamente 1.200 años de existencia de la sociedad indígena. ¿Pero cómo se puede defender y probar esta supuesta transformación de los grabados a lo largo de más de doce siglos si las rocas no se pueden datar directamente, a diferencia de los restos humanos y vegetales?

Además de la metodología, con técnicas fotográficas y programas informáticos que jamás se habían utilizado en Canarias y algunos por vez primera en España, que ha permitido al investigador “ver lo que el ojo desnudo no puede captar”, la otra gran aportación de la tesis doctoral de Sosa, a juicio de su autor, es que “el espacio me ha determinado el tiempo. Es decir: la distribución de la tipología de grabados, de ciertos símbolos o caracteres en el territorio nos está hablando del poblamiento de la Isla en ese momento cultural. Hay que desterrar la idea de que la cultura indígena fue homogénea durante más de mil años de su existencia (ver capítulo 5 de Amaziges de Canarias, Retrato de una sociedad que no fue una foto fija): estamos hablando de varios horizontes culturales, dispersos en el territorio aunque algunos coinciden en el mismo lugar, y su estudio nos ha ayudado a generar los distintos periodos y cronologías que se plantean en la tesis”, explica a este periódico el doctor Sosa en una extensa entrevista.

Para reforzar el argumento de las diversas etapas y la evolución del arte rupestre de los indígenas canarios, Historias en la roca. Documentación integral y estudio del arte rupestre al aire libre de la isla de Gran Canaria dedica un capítulo de 60 páginas a las cronologías y periodización de las aproximadamente 120 estaciones rupestres investigadas -40 de las cuales fueron descubiertas por el arqueólogo y su equipo de colaboradores-, con cerca de un millar de paneles. El investigador explica con detalle los problemas y las perspectivas que suscita la datación del arte rupestre.

La única posibilidad de datar manifestaciones rupestres es analizar los pigmentos de las pinturas, siempre que estos tengan muestras de origen orgánico. En consecuencia, los grabados realizados por los antiguos canarios en paneles rocosos al aire libre –los objeto de estudio en la tesis doctoral de Sosa- no se pueden datar; no obstante, si las pátinas han atrapado restos orgánicos sí se podrían analizar aunque los intentos realizados hasta ahora en el mundo no han dado resultado. Entonces, como afirma el arqueólogo en su investigación, ¿por qué los grabados localizados en Amurga (sur de Gran Canaria) son los más antiguos de la cultura indígena en la Isla, entre los siglos III y VI?


Este panel con motivos lineales, en el sur de Gran Canaria, es uno de los más antiguos; pertenece al horizonte 1, caracterizados por incisiones profundas.

“Los métodos que se utilizan para datar los petroglifos”, explica Sosa, “son siempre de naturaleza relativa o indirecta: superposiciones, coloración de las pátinas, diferencias tipológicas, motivos que se representan, estilos o técnicas”. La combinación de estos elementos “nos pueden dar resultados bastante fiables”. A ello, se une el contexto arqueológico en el que se encuentra los grabados, asociados a yacimientos con material que sí se ha podido datar con carbono 14.

Sustrato pan-canario

La coloración de las pátinas es un elemento fiable para determinar si un grabado es más antiguo que otro. En el caso de los petroglifos de Amurga, con paneles lineales de incisiones profundas, además de inscripciones incisas de letras líbico-bereberes, “sus pátinas son las más antiguas y suelen situarse en emplazamientos caracterizados por un amplio campo visual”. Otro factor que induce al investigador a que este tipo de grabado “llega al Archipiélago con sus primeros pobladores” es “la posibilidad de aislar lo que podríamos denominar como un sustrato rupestre pan-canario”. Sosa ha comprobado en yacimientos de Lanzarote, Tenerife y La Gomera que “los grabados lineales realizados con la técnica de incisión profunda y ancha son bastante similares a los de Gran Canaria en cuanto a trazado, técnica, pátinas y contextos territoriales”. Las pátinas de esos grabados también “son las más antiguas”. En yacimientos de Marruecos hay paneles lineales incisos semejantes a los guanches.

En ese contexto pan-canario, de lo que no hay duda es que las inscripciones con caracteres líbico-bereberes –estos grabados alfabéticos protagonizarán la segunda entrega de esta serie sobre el arte rupestre en Canarias- vinieron del norte de África porque en Marruecos, Argelia y Túnez hay yacimientos con ciertas semejanzas (ver capítulo 9 de Amaziges de Canarias, La palabra, así escribían y hablaban el guanche). Las inscripciones alfabéticas analizadas en Amurga también son de las más antiguas.

El segundo horizonte del arte rupestre en Gran Canaria, que Sosa denomina Agüimes I “porque la mayor concentración está en ese municipio”, aporta nuevas técnicas y nuevos motivos. Continúan las inscripciones en caracteres líbico-bereberes, pero aparecen figuras humanas, rastrillos o peines y algunos arboriformes y ramiformes. “Las representaciones humanas”, explica el arqueólogo, “presentan en ocasiones atributos sexuales” y en otras “formando parte de escenas de combates, que podríamos asimilar a algunos de los escenarios de violencia física que han detectado los estudios bioantropológicos” realizados por Verónica Alberto Barroso.

Estos elementos, recalca el experto, “solo están presentes en Gran Canaria, en peñas rocosas que sobresalen del territorio en vías de paso”. La técnica en este periodo ha cambiado, de las incisiones se ha pasado al piqueteado. Uno de los ejemplos más representativo es el Hombre de Guayadeque, el mayor antropomorfo de Canarias. Este segundo horizonte, aunque “es complicado enmarcar estos petroglifos cronológicamente”, lo sitúa Sosa entre los siglos VII y IX, centurias en las que se han certificado cambios en los ritos funerarios de la sociedad indígena, con la aparición de grandes cementerios tumulares o con estructuras turriformes.


Esta figura humana, denominada Hombre de Guayadeque, labrada con la técnica del piqueteado, es el mayor antropomorfo de Canarias.

El tercer horizonte rupestre es Agüimes II, aunque hay yacimientos de esta fase en otros municipios vecinos, como Telde. La gran mayoría de los grabados de los tres primeros horizontes están en el sur, sureste y este de Gran Canaria, pero también hay otros localizados en el centro y en el norte de la Isla. Muchos de los petroglifos de esta etapa “pueden ser correlativos en el tiempo a los anteriores”, pero “empezamos a ver cambios”, señala el investigador.

Gracias a “los datos aportados por los calcos 4D, la acción de grabar se hace en los mismos paneles, pero en momentos distintos”, como ha constado en el gran yacimiento de Balos, donde “podemos apreciar que los antropomorfos alargados o con brazos y pies arqueados son anteriores a otras figuras humanas que empiezan a presentar diferentes morfologías y técnicas”. Un ejemplo que ilustra estas palabras lo encontramos en una estación rupestre en un barranco del este de la Isla, con una figura humana de mujer en la que se aprecia, además del piqueteado, la técnica de la abrasión que consistía “en frotar la roca para eliminar capas superficiales, dejando al descubierto una superficie más clara y creando así un contraste visual que hacía que los grabados fueran visibles desde la distancia”, explica el arqueólogo Jonathan Santana en el artículo Las manifestaciones rupestres de Gran Canaria -editado en abril de este año por Identitaria Canarias-, la mejor síntesis sobre el arte rupestre de la citada isla redactada por un profesional del ámbito académico.


Sosa señala una figura de mujer con una especie de falda y brazos abiertos, grabada con la técnica de la abrasión. Debajo de su mano, un grabado en forma de rastrillo. Este antropomorfo femenino, en la imagen inferior, es el mayor localizado en Canarias.

En esta tercera fase de la evolución del arte rupestre en Gran Canaria, Pedro Sosa, además de no encontrar inscripciones de letras libias, señala la aparición de antropomorfos pintados en lugar de grabados, y “empezamos a ver figuras humanas junto a motivos geométricos”. Al arqueólogo le “resulta extraño que en el  norte de la Isla no haya presencia de motivos antropomorfos”, a pesar de que la comarca estaba habitada al menos desde el siglo VII. Sosa habla en su tesis de un “yacimiento excepcional con figuras geométricas” en Gáldar. Por ello se pregunta: “¿Será que los grafismos geométricos surgieron en el norte a la par que se representaban figuras humanas en el sureste?”. Su respuesta: “Es una posibilidad, sobre todo si tenemos en cuenta que las diferencias técnicas y morfotipológicas entre los motivos no tienen por qué ser siempre diacrónicas”.

El cuarto horizonte del arte rupestre indígena en Gran Canaria, a partir de los siglos XI y XII, es “el conjunto Agáldar y las expresiones gráficas geométricas”. Aunque hay manifestaciones de esta tipología en varias comarcas de la Isla, la denomina Agáldar porque en este cantón del norte –es el asentamiento prehispánico, junto a Telde, más relevante en el momento final de la cultura amazige- se localiza “el conjunto rupestre pictórico más emblemático” e importante del Archipiélago: Cueva Pintada de Gáldar. En esta última fase exclusivamente indígena –hay un quinto horizonte que refleja la etapa de contacto entre la población aborigen y la europea- las cuevas cobran un gran protagonismo. Las manifestaciones rupestres, tanto grabadas como pintadas, en cuevas serán las protagonistas del tercer reportaje de esta trilogía.

¿Hay relación en la evolución del arte rupestre entre los cuatro horizontes que describes?, le preguntamos al doctor Pedro Sosa. “Es difícil encontrarla. Hay episodios culturales indígenas diferentes. Las expresiones gráficas van cambiando al mismo tiempo que se transforman otras facetas de la vida, como la construcción de las casas, que de estructuras circulares se pasan a las cruciformes; también evolucionan las formas de almacenar los alimentos, con la aparición de los grandes graneros”. Los ritos funerarios experimentan una metamorfosis notable (ver capítulo 7 de Amaziges de Canarias, La muerte, entre momias y cementarios), como también la cerámica en la mayor parte de las islas.

Por todo ello, el arte rupestre no está ajeno a esa evolución diacrónica. Un hecho revelador, como asevera Sosa en su investigación Historias en la roca. Documentación integral y estudio del arte rupestre al aire libre de la isla de Gran Canaria, de esos cambios culturales es que la escritura líbico-bereber desaparece siglos antes de la Conquista del Archipiélago. ¿Por qué? La respuesta la encontraremos en el segundo reportaje –se publicará el próximo sábado- de esta trilogía sobre los petroglifos indígenas de Canarias.