La OCDE constata una destacada recuperación de los ingresos de los hogares en España desde 2022 principalmente por el récord de creación de puestos de trabajo
El Gobierno mantiene la proyección de crecimiento del 2,6% en 2025 incluso con el daño de la DANA y de los aranceles
Las grandes cifras macroeconómicas de crecimiento que tanto desapego generan entre la mayoría de la población también tienen lecturas más cercanas a los hogares. El destacado avance del PIB (Producto Interior Bruto) —el principal indicador que se usa internacionalmente para medir la evolución de la actividad económica— de España en los últimos años se está reflejando en otros datos, como el aumento de la renta “real” de las familias, que a cierre de 2024 ya supera en cerca de cinco puntos porcentuales el nivel previo al estallido definitivo de la crisis de inflación en 2022.
En este mismo periodo, estos ingresos disponibles de los hogares —el dinero que tenemos para gastar o ahorrar tras descontar el daño de la inflación o los impuestos, según lo calcula la OCDE— han progresado mucho menos en Alemania o en Francia —la mitad concretamente— o en Italia —donde se ha estancado—. Este cálculo se hace siempre asumiendo cifras promedio, que esconden la desigualdad de cada economía, y tomando como referencia la invasión rusa de Ucrania que, en el primer trimestre de 2022, exacerbó la crisis energética en Europa y las subidas de precios en general, provocando un daño histórico al bolsillo de los trabajadores.
El crecimiento de la renta “real” de los hogares fue desde la gran crisis financiera de 2008 y hasta la pandemia muy inferior en nuestro país que en nuestros principales socios del euro, como se puede observar en el primer gráfico de esta información.
Durante años, las familias sufrieron las consecuencias de “la austeridad” y “la devaluación interna” que los gobiernos del Partido Popular (PP) ejecutaron, siguiendo el manual económico de la ortodoxia para arreglar los desequilibrios de la burbuja inmobiliaria, mientras se rescataba a las entidades financieras. Estas recetas implicaron precarizar el mercado laboral, abaratando el despedido, bajando o congelando los salarios y las pensiones y fomentando la temporalidad.
Una tendencia que se ha revertido en los últimos años, con la reforma laboral, la de las pensiones o las políticas de protección de rentas —como los ERTE en la pandemia o las medidas contra la inflación— de los gobiernos de coalición. Políticas nuevas que han favorecido que España lidere el crecimiento del PIB entre las grandes economías europeas, pero también el aumento de los ingresos de las familias pese a la crisis de inflación, como se muestra en el segundo gráfico de esta información, con los mismos datos de la OCDE, publicados este martes.
El aumento de la renta disponible de las familias en nuestro país se explica en buena parte por el récord de creación de puestos de trabajo —ya se superan los 21,5 millones de afiliados a la Seguridad Social— y la caída en picado de la temporalidad de los contratos. En definitiva, más personas empleadas en cada hogar, y con trabajos más estables, por más tiempo, generan un empujón a los ingresos anuales que entran en cada casa sin que hagan falta subidas de sueldos.
Incrementos salariales que tardaron en llegar para la mayoría en España, pero que lucieron más aquí que en otros países, sobre todo en 2023, gracias a la moderación más rápida de la inflación, principalmente por medidas como el tope al precio del gas (o excepción ibérica). En el dato promedio también hacen su parte los aumentos del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o de las pensiones impulsados por el Ejecutivo.
Por supuesto, esta realidad “agregada” esconde las dificultades que tienen para llegar a fin de mes las familias que solo dependen de su trabajo y que tienen que alquilar su casa, o que han podido acceder a comprar una en un mercado de la vivienda disparado, sobre todo en las grandes capitales o en los destinos turísticos, en los que precisamente se concentra la mayor oferta de empleo, mientras también se disparaba el coste las hipotecas por las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE).
La historia es diferente, mucho más positiva, para las familias que tienen otros ingresos más allá del trabajo asalariado, como son las rentas de los alquileres —están en máximos históricos, según la estadística del IRPF— u otras rentas del capital —grandes dividendos por los beneficios récord de las grandes empresas, intereses de depósitos bancarios…—. La brecha entre los primeros y estos hogares no se puede observar en los datos de la OCDE.
“La positiva evolución del mercado laboral [el Gobierno prevé que se crearán otros dos millones de puestos de trabajo de aquí a 2028], junto con las previsiones de crecimiento de la remuneración de asalariados, la desaceleración de la inflación y la fortaleza financiera de los hogares [a la que ayudan las bajadas de los tipos de interés del BCE de los últimos meses], permitirán seguir mejorando el poder adquisitivo de los ciudadanos”, recalcó recientemente el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros en la que actualizó el cuadro macroeconómico de nuestro país y volvió a confirmar nuestro liderazgo en la eurozona.
En este avance del PIB está siendo clave la llegada de inmigrantes y su incorporación al mercado laboral, en toda la eurozona y especialmente en España. Un informe reciente del BCE señala que los extranjeros han contribuido “a ampliar la oferta [de trabajadores], aliviar la escasez de mano de obra e impulsar el crecimiento económico”.