Un 14% de los jóvenes cree que sus progenitores usan el móvil más tiempo que ellos, ¿qué podemos hacer para mantener el equilibrio e intentar dar ejemplo de un consumo responsable de la tecnología?
Sí, es normal que te aburras con tus hijos: por qué liberarse de la culpa de no disfrutar siempre la crianza
Levantarse de la cama y estar ya pendiente de ese pequeño dispositivo portátil: para apagar la alarma, ver las noticias, las actualizaciones en redes sociales, los periódicos digitales y revisar si han dejado algún WhatsApp. Se trata de una rutina que sigue a lo largo de todo el día, aunque sea durante momentos en los que se cuida de los hijos o se comparte un rato de juego.
En un momento en que muchos progenitores intentan hacer mejor las cosas que en épocas anteriores, también gracias a toda la información de la que se dispone, tener el móvil constantemente en las manos puede resultar una traba para atender y estar presentes con los menores.
“Soy consciente de que estoy demasiado pendiente del móvil: si no es mirando mensajes, es viendo vídeos en las redes, uno me enlaza con otro y no me percato de que me quedo embobada”, explica Sonia, de 47 años, madre de dos niños, una de 10 y otro de 12. Comenta que ha llegado a creer que si sus hijos la ven así pueden interiorizar que es un comportamiento normal y lo repetirán. “Mis hijos no tienen redes sociales, pero sí ven algunos vídeos bajo mi supervisión. Siempre les he hablado de los peligros que entraña Internet, pero ya es habitual que vean a alguno de sus amigos con un teléfono móvil propio, e incluso que sus padres les hayan abierto una cuenta en Instagram”, expone. Por otro lado, Sonia asegura que sus hijos han llegado a preguntarle si los estaba escuchando al verla con la mirada fija en el dispositivo. “Da vergüenza admitirlo, pero deberíamos tenerlo más lejos de nosotros y hacer más actividades con nuestros pequeños, atendiendo solo a eso, y así lo disfrutaríamos de verdad”, subraya.
Un 14% de los jóvenes responde que sus progenitores usan el móvil más tiempo que ellos
El estudio Infancia y adolescencia en entornos digitales de la Fundación Orange y Save the Children en colaboración con GAD3, habla de lo que han de enfrentar niños y jóvenes respecto al mundo digital, contando con las opiniones de, entre otros, padres y adolescentes, y menciona la desprotección respecto a las pantallas. El 93% de los adolescentes que participaron ve propicio alterar alguno de sus hábitos actuales en el uso de las pantallas. También se recalca la necesidad de impulsar su pensamiento crítico. Por otro lado, un 14% de los jóvenes responde que sus progenitores usan el móvil más tiempo que ellos.
Aprovechar el tiempo juntos
Carmen Esteban, psicóloga sanitaria y educativa, especializada en infancia y adolescencia y autora de Educar con paciencia (Espasa, 2023), afirma que el juego tiene múltiples beneficios para los niños a nivel emocional (disfrute, tolerancia a la frustración…), cognitivo (atención, memoria, creatividad…), ayuda a desarrollar habilidades sociales (respetar turnos, comunicación y resolución de problemas) y a nivel motricidad tanto fina como gruesa. Además, ayuda a desarrollar el autoconcepto y la autoestima.
Que padres e hijos jueguen y pasen tiempo en buena sintonía tiene para Esteban una gran utilidad, como es la del fortalecimiento del vínculo. “Se trata de un momento de atención plena mutua donde el elemento en común es el disfrute. También es una oportunidad para educar a través del ejemplo (aprender a perder, respetar, saber ganar, competitividad sana…)”, indica. Para ella, una de las falsas ideas que nos han hecho creer es eso de “la calidad mejor que la cantidad”. Expresa que es la coletilla que se usa para seguir justificando la falta de conciliación que existe. “¿Por qué el tiempo y la calidad deben estar reñidas? Cuánto más de ambas, mejor”, opina.
En el caso de que algunos padres se aburran con determinados juegos con sus hijos, recomienda buscar actividades que gusten a las dos partes. “Si uno no está a gusto y hace algo por obligación, ya no es un juego. Hay múltiples actividades que se pueden realizar como alternativas (pasear, hacer deporte, cocinar, realizar tareas del hogar…) La cuestión es pasar tiempo juntos y disfrutar de la compañía mutua”, perfila.
Esteban considera que la mejor opción es tener las pantallas con acceso a Internet en las zonas comunes y no en las habitaciones. “Internet es una puerta a un mundo online donde los adultos pierden el control de lo que hacen sus hijos. Cada vez podemos observar más niños y adolescentes con problemas de sueño debido al vamping, fenómeno que hace referencia a que cada vez más personas, generalmente adolescentes, utilizan aparatos electrónicos (móvil, tableta, ordenador…) durante la noche, impidiendo un buen descanso y aumentando los problemas de salud mental”, cuenta.
Recuerda que los padres son los referentes de niños y adolescentes, entonces, todo lo que hagan despertará el interés en ellos. La especialista manifiesta que no hay que olvidar tener límites claros y ser consistentes con ellos, especialmente con la tecnología que tiene un componente adictivo.
Para pedir a nuestros hijos que pongan freno al uso que hacen de la tecnología digital, primero hemos de hacerlo nosotros, ser un buen ejemplo
David Bueno i Torrens, doctor en biología, especialista en genética y neurociencia, y autor de El arte de ser humanos (Ediciones Destino, 2025), entiende que no es coherente decir a los hijos, niños o adolescentes, que no pueden usar el teléfono móvil o que deben limitar o controlar el uso, cuando ven a sus padres todo el día con el móvil en la mano.
Explica que en el cerebro se encuentran las neuronas espejo, las cuales imitan inconscientemente lo que ven hacer a las demás personas. Aclara que los niños y adolescentes usan esas neuronas para aprender de los adultos. “Para pedir a nuestros hijos que pongan freno al uso que hacen de la tecnología digital, primero hemos de hacerlo nosotros, ser un buen ejemplo”, sostiene.
Torrens añade que no es fácil encontrar el equilibrio perfecto entre el uso del móvil y la atención a los hijos, aunque determina que debe resultar más que obvio a quién hay que dar prioridad: “El móvil es un aparato que no tiene sentimientos, nuestros hijos sí”. E incide en la necesidad de tener cada día un tiempo sin algo programado, unos momentos de calidad para nosotros y nuestros hijos. “Vivimos en una sociedad en la que nos hemos autoconvencido en que si tenemos diez minutos libres y no los aprovechamos para hacer algo útil perdemos el tiempo, y es falso. Ese tiempo reequilibra nuestro cerebro”, especifica.
Según el experto, la diferencia entre estar pendientes del móvil o solo con nuestros hijos es lo que se llama “atención plena”. “Como adulto eres perfectamente consciente cuando hablas con alguien y ves que no te presta atención. La percepción que tienen los hijos con nosotros es ”yo no importo tanto como lo que sale en el móvil“, revela.
“La importancia hacia ellos que los hijos perciben en nosotros es lo que aumenta su autoestima, su percepción positiva de sí mismos, de su entorno e incluso de la propia vida. Por ese motivo, nunca deberíamos ahorrarles esos instantes de calidad”, como dedicar momentos de buenas miradas a diario, en especial, cuando lo necesitan. “A través de la mirada transmitimos muchas veces más que a través de las palabras: estados emocionales proactivos, de motivación, de interés mutuo…”, concluye.