A la conquista del músculo: la era de las mujeres que levantan pesas

La histórica división de género en el ejercicio, que reservaba para los hombres el trabajo de fuerza y resistencia, se está rompiendo y son cada vez más las mujeres que entrenan sus músculos a pesar de los obstáculos y de los cánones estéticos que pesan sobre ellas

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Cuando Andrea Oliver empezó a levantar pesas en el gimnasio miraba alrededor y casi únicamente veía a hombres. Han pasado ocho años desde entonces y esta joven mallorquina ha sido testigo de una transformación social se observa día a día: la incorporación de las mujeres al entrenamiento de fuerza. “Antes éramos muy poquitas y ahora la diferencia es enorme”, dice Andrea, consciente de una tendencia que crece imparable. Y es que el músculo era hasta hace relativamente poco patrimonio casi exclusivo de los hombres: mientras ellos levantaban pesas, ellas corrían en la cinta o asistían a clases dirigidas de cardio. Las cosas, sin embargo, han cambiado.

“O están cambiando”, añade Andrea, que cada vez que acude al gimnasio Megasport, en Palma, ya no se siente una extraña, pero aún percibe que falta camino por recorrer. “Las salas en las que se hace fuerza siguen siendo en general un espacio hostil para las mujeres, pero cada vez son más las que se atreven a entrar en ellas”, cree esta mujer de 31 años, que entrena casi todos los días de la semana. “He notado mucho la diferencia en los últimos años”, coincide Noelia Carbonell, instructora de crossfit del mismo centro. “Antes en una clase a lo mejor había un 90% de hombres. Ahora son mitad y mitad”, agrega.

La percepción es compartida por profesionales, asiduos al gimnasio y recién llegados. Las redes sociales dan cuenta de ello y popularizan contenido relacionado con mujeres y entrenamiento de fuerza: recomendaciones dirigidas específicamente a ellas, ideas de ejercicios e imágenes de chicas que se muestran orgullosas de sus músculos son cada vez más comunes. El fenómeno alcanza a la producción cultural, donde una musculada Katy O’Brian compartió escena con Kristen Stewart en Sangre en los labios o Abby, la personaje del videojuego Last of Us, desafía estereotipos con un cuerpo robusto y vigoroso.


Izq a dcha: Noelia Carbonell y Andrea Oliver levantando una mancuerna y una pesa rusa.

“Todo tipo de ejercicio sin importar la actividad es valioso para llevar una vida saludable, pero el gran cambio es que la ciencia sobre la importancia del entrenamiento de fuerza se ha vuelto muy clara: las mujeres necesitan levantar peso. Y esto es algo que ahora mismo cada vez más mujeres de todas las edades están haciendo”, sostiene la neoyorkina Bonnie Tsui, que acaba de publicar –de momento, solo en inglés– Sobre el músculo: lo que nos mueve y por qué importa (traducción del original On Muscle: The Stuff That Moves Us and Why It Matters).

El respaldo de la evidencia científica al trabajo de musculación –que puede realizarse con bandas, pesas o en máquinas– es innegable. “Los estudios demuestran que es una de las formas más potentes de mejorar la salud y la calidad de vida a cualquier edad”, resume Luis Alegre Durán, catedrático de Actividad Física y Ciencias del Deporte de la Universidad de Castilla-La Mancha. El experto explica que en mujeres “los beneficios son innumerables”: previene lesiones, mejora el rendimiento y el equilibrio y aumenta la masa muscular y, con ello, mejora la salud ósea y previene la osteoporosis, además de los efectos positivos para la salud mental y el estado de ánimo asociados a la actividad física.

Pero hay un momento “de vital importancia”, lo califica Cristina Rotllán, investigadora en rendimiento deportivo y profesora de Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, que es la perimenopausia y la menopausia. Dos etapas en la vida de las mujeres en las que “las hormonas, sobre todo los estrógenos, caen en picado”, lo que provoca una pérdida de masa muscular que puede conducir a la fragilidad ósea, un proceso que contribuye a detener o frenar el ejercicio de fuerza, explica la experta. Además, hay estudios que vinculan este tipo de entrenamiento con la mejora de los síntomas asociados a la menopausia.

Centros de entrenamiento, gimnasios y entrenadores personales observan que una parte importante del auge del ejercicio de fuerza en mujeres tiene que ver con estas etapas. “Yo me he comprado pesas para hacer en casa y hace años ni loca, pero he leído que por temas de menopausia es muy importante. Es algo que se ve: cada vez más mujeres de mi edad y también jóvenes, de unos 20 años, hacen fuerza en los gimnasios”, apostilla Sonia, una mujer de 54 años que vive en Barcelona.

El sesgo de la investigación

Sin embargo, las recomendaciones dirigidas a las mujeres han llegado al gran público hace relativamente poco y, en muchos casos, de la mano de las redes sociales, donde perfiles como el de Verónica Costa, que ha llegado a fundar una empresa de entrenamiento y nutrición, acumula cientos de miles de seguidores. “Empecé a ejercitar fuerza hace más de una década y en ese momento apenas había mujeres levantando pesas. Yo sentía que estaba haciendo algo ‘raro’ y fuera de lo establecido, pero también me empoderaba muchísimo”, explica la influencer, a la que ahora escriben “muchísimas mujeres” interesadas en empezar a entrenar.


Katy O’Brian y Kristen Stewart en la película ‘Sangre en los labios’.

Costa (Vikika en Instagram) lamenta que “culturalmente” la tendencia haya sido “arrastrar la idea de que la fuerza es solo cosa de hombres”, lo que “ha limitado a muchas mujeres durante muchos años”. Esta división en la práctica deportiva no partió de la nada, sino que se ancla en firmes estereotipos de género binarios: estos promueven un canon femenino asociado a la delgadez y a factores como la debilidad o la pasividad y al mismo tiempo vinculan la fuerza y la musculatura con los hombres y la virilidad, explica Bonnie Tsui, que apunta a que este tipo de roles “basados en que las mujeres necesitan a los hombres para ‘protegerlas’ ya no son aplicables, pero siguen presentes”.

En la práctica, esto ha hecho que tradicionalmente los espacios de máquinas de los gimnasios estuvieran masculinizados y se erigieran como lugares en los que las mujeres se han tenido que ir abriendo paso enfrentándose a miradas, juicios y códigos ajenos a ellas que en muchos casos han acabado expulsándolas. “Aunque se están rompiendo muchos mitos, me he encontrado con hombres que no tenían tanta fuerza como yo y no podían tolerar que yo pudiera con más peso. Se sigue pensando que una mujer no puede estar tan fuerte como un hombre”, cuenta Andrea. “Anécdotas hay de todo tipo, por ejemplo, hombres que se quedan alucinando por que puedas hacer dominadas o coger ciertas cargas. Todavía se ven un poco amenazados por que podamos hacer cosas que se han asociado siempre a la masculinidad”, esgrime Cristina Moreno, que vive en Madrid y lleva unos cinco años entrenando.

La realidad es que “no hay pesos de hombres y pesos de mujeres” y ellas “deben entrenar” con la misma intensidad, refuerza Luis Alegre, que ante el boom del entrenamiento reclama que quienes lo dirijan sean “profesionales graduados en ciencias de la actividad física y el deporte”. “Al contrario de lo que se piensa, las mujeres tienen la misma fuerza con relación a su tamaño que los hombres. Tienen un poquito menos de masa muscular pero también agutantan más y podrían entrenar más días o más tiempo”, explica el experto, que pone el foco en cómo el conocimiento científico “ha estado siempre sometido a sesgos de género” y no ha sido hasta hace algunos años que los estudios han empezado a proliferar.

En 2023 la revista British Journal of Sports Medicine publicó un análisis que constataba que de los 5.261 estudios sobre práctica deportiva analizados, las mujeres representaron el 34% del total de participantes, con tan solo el 6% de los trabajos centrados exclusivamente en ellas. Ahora hay equipos de investigación dedicados a ello que están estudiando cuestiones hasta ahora invisibles como la afectación de los periodos menstruales en el rendimiento deportivo –algo que Rotllán está analizando–, pero los sesgos no han desaparecido. “Una forma de ver el rendimiento científico de un estudio es ver cuántas citas tiene y hemos visto que los referidos a mujeres se siguen citando menos. El problema se está identificando, pero tenemos bastante margen de maniobra”.

Músculos frente al machismo

El férreo canon estético que pesa sobre las mujeres, asociado a la delgadez y alejado de la musculatura, frena también su incorporación al levantamiento de pesas. “Es lo que más me he encontrado: a muchas les da miedo verse grandes y musculadas y dicen esto de ‘no quiero verme como un hombre’. Hay también mujeres que incluso saben que pueden con más peso, pero no siguen por una cuestión física”, explica Noelia, que suele intentar animar a las mujeres del gimnasio a “probar” y “darse cuenta de que lo que da entrenar es control sobre el cuerpo y una sensación maravillosa de fuerza y resistencia”.


Noelia Carbonell y Andrea Oliver entrenando con pesas rusas en el gimnasio.

Es una percepción que comparte Andrea plenamente, pero durante un tiempo la presión estética hizo estragos en su relación con el deporte. “Llegué a dejar de entrenar y estar un año así porque me afectaban mucho los comentarios que me hacía la gente sobre el cuerpo que se me estaba poniendo”, rememora esta joven de 31 años. Que está desarrollando “cuerpo de hombre” es algo que todavía escucha de parte de su entorno, que le insiste en que no entrene tanto porque se está “pasando”, pero Andrea insiste de vuelta en lo mucho que disfruta haciendo ejercicio y tras un proceso intenso de terapia “he aprendido a quererme” y a “ser consciente de que hay un ideal que viene impuesto”.

La suya no es una experiencia aislada y tampoco lo son los comentarios ofensivos a los que deben enfrentarse quienes muestran cuerpos que transgreden el ideal tradicional de feminidad. “Mujeres convirtiéndose en hombres” o las mujeres musculadas son “menos sexys” o “no les queda bien la ropa femenina” son algunas de las críticas que es frecuente que reciban en redes sociales quienes cuelgan contenido al respecto. Hace algunos meses, la actriz Sydney Sweeney, que ha tenido que muscularse para su nueva película, en la que interpreta a la boxeadora Christy Martin, respondió a los ataques sobre su físico en Instagram con un vídeo en el que recopiló los mensajes seguidos de varias escenas de ella misma entrenando.

Con todo, las voces expertas consultadas coinciden en que muscularse no es tan sencillo. “Pueden ganar algo de músculo, pero es extremadamente improbable que vayan ‘ponerse como un hombre’, como se dice. Hay mucha diferencia en cómo un cuerpo u otro responde al entrenamiento, pero para ello hay que entrenar con mucha frecuencia, intensidad y tiempo y llevar una dieta determinada”, sostiene Luis Alegre, que apunta a que “los beneficios en la salud van a llegar mucho antes que los cambios estéticos”. En la misma línea se expresa Noelia: “Lo importante es desconectar, disfrutar, sentirse fuerte y ver que podemos controlar nuestro cuerpo. En la musculatura influyen muchos factores, entre ellos la genética, la alimentación, pero si no se entrena a un nivel intenso e incluso competitivo no va a desarrollarse tanto”.

“Creo que cada vez hay mucha más visibilidad y se está avanzando, pero aún no está del todo aceptado socialmente”, cree Andrea sobre los cuerpos femeninos musculados. La joven ‘cuelga’ en TikTok vídeos de sus entrenamientos en el gimnasio y ahí observa que las publicaciones que desacreditan la condición física de mujeres musculadas no han desaparecido. Aun así, hay quienes perciben un cambio de calado, entre ellas Bonnie Tsui, que llega a afirmar que los músculos “están de moda”. “Las normas culturales están en constante transformación, estamos viendo más modelos femeninos y cuerpos de diferentes tamaños. Siempre hay un vaivén y un ‘tira y afloja’ sobre qué cuerpos son el ‘ideal’, pero la tendencia general es clara: para las mujeres jóvenes de hoy ser fuerte y hermosa van de la mano”.