La directora Pilar Távora recuerda en un documental el «genocidio» contra una comunidad «que estaba censada y convivía en paz con sus vecinos»
Ruta por “la Triana gitana”: tras la huella del pueblo romaní que forjó la identidad del barrio de Sevilla antes de ser expulsado
Pilar Távora llevaba mucho tiempo queriendo contar la historia de la Gran Redada Gitana, pero ha querido la suerte que el estreno de su documental coincida con una efeméride significativa: la conmemoración de los 600 años de la llegada del pueblo gitano a la Península Ibérica. Una comunidad que empezó a tener problemas con el poder prácticamente desde aquel momento, pero que muy pronto iba a ser objeto de una persecución en toda regla y un intento de exterminio del que el ciudadano corriente sabe muy poco. Paralelamente, justo este viernes, 16 de mayo, se conmemora el Día de la Resistencia Romaní: hace 81 años, unos 6.000 gitanos se levantaron contra la orden de exterminio dada en el campo de concentración de Auschwitz-Bikernau.
“Empecé a pensar en esta historia tras mi salida del Consejo Audiovisual de Andalucía”, explica la directora. “Allí quise hacer un estudio de la presencia de los gitanos en los medios de comunicación, que es ínfima, desproporcionada respecto a lo que representa este pueblo en España”. En el germen del documental tuvo mucho peso un libro de la biblioteca de su padre, La Gran Redada de gitanos, de Antonio Gómez Alfaro, y varias conversaciones con Diego Fernández, director del Instituto de Cultura Gitana, sobre la necesidad “de arrojar luz en la oscuridad”.
La cuestión se remonta a la primera Pragmática de los Reyes Católicos contra los romaníes en 1499. Tras varios siglos de intento de control y sometimiento de su población sin obtener el resultado esperado, en 1749, en concreto el 30 de julio, el rey Fernando VI junto al Marqués de la Ensenada y la estrecha colaboración del clero, ponen en marcha una operación que en un solo día privó de libertad a entre 10.000 y 12.000 hombres y mujeres de todas las edades “por meramente gitanos”, según los informes oficiales de la época.
Tomar la iniciativa
“Vale que la gente de la calle no conozca estos hechos, pero, ¿y los catedráticos de Historia o los estudiantes del siglo XVIII que no tienen ni idea de todo esto? Ha sido una ocultación consciente”, asevera Távora. “Siempre que me he reunido con gitanos que están en el activismo decíamos lo mismo, ‘hay que hacer algo con esto’… Pero nadie acababa de tomar la iniciativa. Hasta que decidí arriesgarme y plantear el documental, obtuve apoyo de Canal Sur y luego de Diputación de Sevilla, y seguí peleando para sacarlo adelante”.
La cinta combina escenas ficcionalizadas con entrevistas a personalidades reales como Séfora Vargas, Marcos Santiago Cortés, Trinidad Vacas, Ana Segovia, Carmen Carrillo, José Vega o Miguel Ángel Vargas, incluyendo a dos no gitanas: el catedrático Manuel Martínez Martínez y el escritor Raúl Quinto, que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa el año pasado con su novela Martinete del Rey Sombra, inspirada precisamente en este episodio de nuestro pasado. “También me planteé que llevar al cine un hecho histórico del que no hay ninguna documentación gráfica exigía recurrir a expresiones artísticas dinámicas y atractivas, con el fin de hacer el relato ameno, y en ese sentido la ficción siempre ayuda. Y también queríamos echar mano de las artes plásticas, con la pintura de Ángel Pantoja, y con la música, el cante flamenco, para que ese dolor estuviera presente”.
El estreno de Gran Redada Gitana se celebró el pasado 3 de abril en Sevilla, después del cual se realizaron presentaciones el día 9 en Madrid y el 24 en Mérida. Es solo el principio de una andadura que Távora desea larga y fecunda, sobre todo para divulgar esta “historia oculta” y recibir la respuesta del público, que ha aplaudido en pie las tres citas mencionadas.
Grandes estadistas
Y aunque todavía hay mucho trabajo por hacer, la directora cree que “se están moviendo las cosas, y en concreto la universidad nos está abriendo los brazos. Primero ha sido la Universidad de Sevilla y la Autónoma de Madrid, y luego la de Jaén, hay interés también en Asturias… Ahora se trata de lograr que este asunto forme parte de los libros de texto, los escolares, los del instituto y los universitarios, y lo estamos intentando con ahínco, reuniéndonos con el Ministerio de Educación y con lo que haga falta”.
En cuanto al público gitano, apunta que “la redada fue un episodio traumático, y como tal se ha querido olvidar en parte. Se habla de trauma heredado, intergeneracional. Mucha gente no tiene un conocimiento profundo de aquel suceso, pero hay algo, está en la sangre y en la memoria colectiva de los gitanos. Estoy convencida de que conocer esta historia es una mamera para el pueblo gitano de conocerse a sí mismo, de mirarse al espejo. Y hay cosas que es necesario saber para empezar a sanar”.
En cuanto al lugar en el que queda Fernando VI, Távora opina que “lo más gracioso es que tanto él como el Marqués de la Ensenada han pasado como grandes gestores. ¡Si lo conocen como Fernando El Prudente! Aparte de su lamentable situación mental, lo que este hombre intentó fue un genocidio. Y el marqués, cruel y maquiavélico, tenía una mentalidad hitleriana, pero ha quedado como un gran estadista”.
Como en Palestina
“Hace falta insistir en que se trata de uno de los primeros intentos de genocidio que se dieron en Europa, sobre un pueblo que convivía con sus vecinos, que estaba en los censos –usados como arma de identificación– y que formaba parte de la economía del país”, subraya Távora. “Tampoco es menor el papel que ocupa en este aspecto la Iglesia, ”que fue genocida y de contubernio. Las autoridades eclesiásticas le decían al rey que no dudara en firmar esas órdenes, porque Dios estaría contento de exterminar a esa raza maldita“.
¿De dónde venía tanto odio hacia los gitanos? “Quizá fuera odio a la libertad, hacia gente que no era controlable como ellos querían. Pero es algo parecido a lo que ocurre hoy en Palestina. Son momentos históricos diferentes, pero eso que vemos en directo, delante de nuestras narices, con un estado supuestamente democrático, es otro caso de crimen inadmisible e incomprensible, como el de los gitanos. Y no se hace nada, como ocurrió antaño”.