Los timos son cada vez más habituales en las webs, donde los delincuentes trabajan por volumen y se aprovechan de la desesperación de las personas. Uno de los colectivos afectados son los trabajadores que buscan ir a Ibiza en verano a echar la temporada
Más de mil euros por una habitación: el alquiler para trabajadores de temporada alcanza precios abusivos en Ibiza
El día en el que iban a darse cuenta de que las habían estafado estaban contentas. A través de una pantalla verían, por fin, la habitación en la que dormirían el verano siguiente. Todo se torció cuando el casero no se presentó a la cita digital y bloqueó sus números. El contacto, que había sido fluido hasta ese momento, se cortó de forma abrupta. Ellas probaron y probaron, insistieron desde otros teléfonos, pero no hubo manera de comunicarse con aquel tipo.
Fue entonces cuando Laura y Marta (pseudónimos) se dieron cuenta de que se volatilizaban los 650 euros que el hombre del que, en teoría, iban a ser compañeras de piso les había pedido como adelanto. Un pellizco doloroso en la cuenta. El problema es que también desapareció algo más difícil de encontrar: una vivienda digna en Eivissa de mayo a octubre.
Encontrar un alquiler que no se lleve gran parte del sueldo es casi imposible en suelo ibicenco. La isla es una fantasía turbocapitalista. En un territorio tan limitado como turistificado (571 km², más de 3 millones de turistas cada año) los precios de la vivienda los decide una demanda que, de momento, no parece cansarse de pagar cada vez más. En las principales plataformas inmobiliarias no es raro ver habitaciones a más de 1.000 euros al mes, apartamentos a más de 2.000, pisos por encima de 3.000. Terreno abonado para timadores oportunistas. Para Laura y Ana –madrileñas, camareras, a la búsqueda de alojamiento en Eivissa desde hacía meses–, darse cuenta del engaño fue una ducha de realidad.
“En Ibiza la búsqueda de vivienda es más insistente que en otros lugares. Los precios son muy altos y hay un problema habitacional muy grande. Hay quien sabe de esta problemática y se aprovecha”, explica Luis Fernando Suárez desde un teléfono fijo de la única comisaría de Policía Nacional que existe en la isla. Este agente está acostumbrado a reconstruir historias como las de Laura y Marta, sobre todo en los meses de primavera, cuando desembarcan los temporeros del turismo: Suárez es subinspector de la Unidad Central de Delincuencia Especializada y Violenta, la encargada de combatir estos timos.
Más engaños en alquileres largos
El policía no está autorizado para dar datos específicos, pero, aunque no salgan cifras concretas por su boca, sí confirma un sorpaso. En Eivissa ya es más frecuente estafar a un trabajador que quiera echar la temporada, o a un residente que busca un hogar, que a un turista engañado por un apartamento fantasma.
Aunque el fraude vacacional mueva más dinero (pagar por adelantado un alojamiento de más de unas semanas implica soltar de golpe más de mil euros), la necesidad de un techo amplía la cuota de incautos. Así, los timadores trabajan por volumen; cantidades bajas, pero muchos palos. El anonimato que ofrece internet los ampara. Sin embargo, la necesidad de vivienda, y con ella, la desesperación, es casi tan alta como los precios: en Eivissa, no resulta extraño que el mismo piso o el mismo cuarto o la misma cama se enseñe a personas distintas a las que se les cobra una señal y de las que, después, el casero, o intermediario, no quiere acordarse. El beneficio parece tan pingüe y tan fácil que justifica la exposición que asume el estafador.
Los estafadores prefieren dar pocos ‘palos’, con cantidades bajas. ‘Trabajan’ por volumen. Los falsos caseros piden la señal por una misma casa o habitación a diferentes personas. Después, un ‘si te he visto, no me acuerdo’
El timo que sufrieron Laura y Marta encaja en el molde que describe el subinspector Suárez, cumple al milímetro con las características del engaño robot que suele aplicarse en la isla. Buscaron vivienda desde la península o el extranjero. Encontraron un anuncio en una web muy por debajo de los precios de mercado. Les pidieron que pagaran una cantidad no demasiado fuerte, un mes de alquiler, para reservar una habitación. Recibir una foto del DNI y del pasaporte, y un documento firmado, por el arrendador les tranquilizó, pero escuchar el ofrecimiento que les hizo poco antes de aquella videollamada fallida les puso en alerta: “La otra chica que vivía en la casa se marcha a Alemania. Si me pagáis 500 euros más podéis tener cada una vuestra propia habitación”. Cuando se destapó el pastel, las camareras fueron al cuartelillo de la Guardia Civil del pueblo serrano en el que viven en invierno.
Mapa de precios de Dalt Vila (Eivissa). Ninguno baja de los 2.000 euros.
El mismo alquiler en distintos lugares
“Es importante denunciar porque nos permite establecer un patrón y llegar a los autores del ilícito”, dice el subinspector Suárez, y desarrolla el método de trabajo policial: “Los denunciantes deben aportar todas las pruebas que tengan: números de móvil y de cuenta bancaria, perfiles en redes sociales… Cuantos más datos, mejor. Consultando a través de nuestras propias aplicaciones y [del rastreo] online intentamos llegar hasta los autores. Las capturas de pantalla de las ofertas también es interesante aportarlas porque nos permite localizar a otras víctimas de la misma estafa: con las mismas fotografías se ofertan diferentes inmuebles. La prueba de que se trata de un engaño”.
–Cuando se denuncia, ¿qué probabilidades hay de recuperar el dinero, subinspector?
–Depende de la tipología, del tiempo que haya transcurrido, de cómo se haya hecho el pago. Muchas veces son en efectivo y resultan más difíciles de rastrear. Es importante hacer los pagos con aplicaciones reconocidas o por transferencia. Cuando se paga a través de enlaces externos que se le facilitan a la víctima es más difícil de recuperar.
–¿Y qué podemos hacer como usuarios para protegernos?
–Lo primero, es interesante saber cómo es el mercado en el que vamos a alquilar para saber si los precios que nos están ofertando están acorde con el mercado o no. Si el precio es muy económico nos deberían saltar las alarmas, podría ser una estafa. Otro ejemplo: si un agente de la propiedad inmobiliaria nos contacta por Telegram, estaría bien contactar con el colegio oficial para comprobar si esa persona está habilitada para realizar ese trabajo. Y, claro, las comprobaciones in situ, aunque no sean infalibles, limitan la posibilidad de estafa. En el caso de Ibiza, si se busca desde fuera, no va mal un viaje previo o el conocimiento que te pueda dar gente que ya viva en la isla.
Lo primero, es interesante saber cómo es el mercado en el que vamos a alquilar para saber si los precios que nos están ofertando están acorde con el mercado o no. Si el precio es muy económico nos deberían saltar las alarmas, podría ser una estafa
Viajar a las Illes Balears sin descuento de residente es otra barrera para los temporeros que buscan vivienda (y otro manto tras el que se ocultan los estafadores). Laura y Marta no viajaron a Eivissa y cayeron en la trampa. Si hubieran conocido el terreno, habrían sospechado de primeras que estaban ante una mentira. La primera foto del anuncio les mostró una piscina comunitaria a los pies de una fachada de color ocre, un diseño arquitectónico típico de una PAU, las plataformas de actuación urbanística que en los noventa y los dos mil levantaron miles de edificios así por toda España durante la burbuja que reventó en 2008. La estética de la finca, por tanto, encajaría en la zona más moderna del ensanche de la capital ibicenca, donde según el anuncio se encontraba la habitación que creían haber alquilado Laura y Marta, pero el plan del estafador tenía una grieta. El anuncio aportaba, para dar confianza, el nombre de la calle, sin número, y ningún número del Carrer Aragó tiene una zona común con piscina comunitaria. Un vistazo en Google Maps les habría salvado de pagar a cambio de humo.
Un vistazo en Google Maps habría salvado a Laura y Marta, trabajadoras estafadas por un falso casero que les pidió un aval. Una de las fotografías del anuncio incluía una finca que no encaja con la zona de Eivissa donde se ofertaba el piso
¿Los portales inmobiliarios detectan los timos?
Laura y Marta informaron del alquiler-fantasma y la empresa lo retiró de su web. ¿Hasta qué punto los tablones de anuncios online son un filtro para las estafas? Consultados, los departamentos de comunicación de Idealista y Fotocasa coinciden en señalar que cuentan con equipos que moderan y controlan los anuncios que, en caso de sospecha, investigan y eliminan “en caso de que no cumpla las normas de la publicación” y, cuando hay posibles indicios de engaño, “se retiran preventivamente” a la espera de recibir documentación que desmienta que se trata de un alquiler fantasma. Sin embargo, hay intentos de fraude que se escapan por la gatera.
Para elaborar este reportaje, elDiario.es se inscribió a una oferta publicada en un conocido portal inmobiliario; un apartamento situado en Palma. El gancho era el precio: 550 euros por 55 metros cuadrados en el inicio del Carrer Porta de Jesús, pleno centro de una de las grandes capitales españolas donde más caro y difícil resulta alquilar una vivienda.
Unas horas después, la presunta casera envió un correo. En el segundo mail, ya explica que actualmente no se encuentra en el país. En el tercero, levanta la liebre al insistir en que para reservar el apartamento hay que contentarse con verlo en las fotos que adjunta. El texto está escrito con un tono neutro, no menciona los topónimos Palma o Mallorca en ningún momento, se refiere a Italia como “ciudad” (sic), tampoco aporta ningún teléfono de contacto, tira de sentimentalismo, y podría contener trazas de inteligencia artificial:
“Lamentablemente, ya me he ido de la ciudad y no puedo enseñaros el apartamento en persona. Actualmente estoy en Italia, la ciudad natal de mi marido, donde estoy recibiendo tratamiento por unos problemas de audición. Como sabéis, con la edad también vienen ciertos problemas de salud, y hemos decidido establecernos aquí para disfrutar de nuestra jubilación”.
En el cuarto correo la música suena demasiado desafinada, y no porque adjunte la fotografía de un DNI de una mujer que cumplirá 49 años el próximo 25 de junio, una edad tan ideal como irreal para jubilarse. La supuesta casera solicita los datos personales del interesado (nombre, dirección, teléfono, copia de un documento de identidad) y el pago de dos mensualidades… para visitar el apartamento. Si le gusta al inquilino, dinero adelantado. Si no le gusta, el dinero se devuelve.
Un correo de una estafa para un alquiler en Eivissa.
Dinero a cambio de visitar el piso
¿Y quién organiza la visita y entrega las llaves en caso de haber acuerdo, si ella está fuera de Mallorca? “En ocasiones anteriores, he alquilado el piso a través de Booking.com mientras estaba en Alemania. (…) Una vez realizada la reserva y confirmado el pago (la confirmación suele tardar un día), el representante de Booking encargado de mi apartamento te presentará el calendario con los horarios disponibles para la visita. En el momento de la visita deberás decidir si deseas quedarte y alquilar el apartamento. Si decides quedarte, el representante te entregará las llaves y el contrato final por el período que desees. Si por algún motivo cambias de opinión o el apartamento no te gusta (aunque no lo creo, ya que el apartamento es perfecto desde todos los puntos de vista), se te reembolsará el dinero en ese mismo instante sin ninguna comisión”.
“Somos meros intermediarios, un altavoz para gente que quiera alquilar su alojamiento”, responden desde Booking, cuando elDiario.es pone la cadena de correos en conocimiento del departamento de prensa de este metabuscador turístico. Y recalcan que la empresa no tiene “encargados”, como se afirma en la presunta estafa.
Sin vivienda asequible no hay trabajadores para el turismo
Los alquileres abusivos de la vivienda se han convertido en un peaje para empezar o mantener una actividad económica. Hace ya años que la mayoría de patronales –los lobbies de las empresas más grandes y, especialmente, las que agrupan a las empresas más pequeñas y los autónomos– advierten de que no hay personal.
Laura y Marta todavía no se atreven a decir si sale o no cuenta económicamente cambiar de vida durante unos meses al reclamo del dinero que produce el turismo en las Illes Balears. Prefieren ser cautas y aguardar a que termine la temporada. Después de sufrir la estafa (y mientras esperan que enganchen al estafador, al que ellas consiguieron localizar en Melilla) han encontrado, al menos, un lugar donde dormir.
En su nuevo alquiler les dijeron que serían catorce y han acabado conviviendo con más del doble de personas. Viven en una finca formada por dos casas, tabicadas con pladur para multiplicar las habitaciones. Treinta inquilinos hacen turnos para utilizar tres baños. En este un chalé patera que lleva funcionando desde hace, al menos, una década, Laura y Marta pagan 575 por cabeza, casi 1.200 euros al mes. El precio que dicta el mercado.