La primera reunión entre rusos y ucranianos en Turquía desde 2022 ha concluido sin avances. Rusia ha mostrado que no tiene intención alguna de negociar un cese de las hostilidades en Ucrania, mientras tanto Moscú como Kiev y los europeos miran hacia la Casa Blanca
Ucrania y Rusia acuerdan intercambiar 2.000 prisioneros en su primera reunión en tres años
Más presión sobre Vladímir Putin. Es lo que pide a Volodímir Zelenski a Estados Unidos y al resto de aliados después de que la primera reunión de las delegaciones ucraniana y rusa en Turquía haya finalizado este viernes, tras apenas dos horas, con pocos avances. Y en la UE cogen el guante con el anuncio de nuevas sanciones mientras los ojos de Kiev y las capitales europeas se posan sobre la Casa Blanca.
Para el presidente ucraniano y los líderes europeos, la negativa de Putin a sentarse en la mesa de negociación y el rechazo de su delegación a un alto el fuego dan una muestra de que no quiere avanzar hacia la paz. Y quieren trasladar ese mensaje a Donald Trump, quien, sin embargo, ha reconocido que no se moverá nada hasta que él hable con el presidente ruso. “Tenemos que trabajar juntos y unidos”, ha advertido Zelenski, que se ha mostrado poco optimista respecto a las conversaciones antes de que comenzaran debido al “bajo nivel” de la delegación rusa. “Ninguno toma decisiones en Rusia”, ha dicho a primera hora del viernes.
Lo ha hecho en una reunión de la Comunidad Política Europea, que congrega a los 40 líderes de la UE y otros países europeos, desde Turquía hasta Reino Unido, pasando por los Balcanes Occidentales. La inmensa mayoría, salvo Hungría, Eslovaquia o Serbia, le han arropado. Emmanuel Macron, Friedrich Mertz, Ursula von der Leyen, Antònio Costa, Keir Starmer… Todos le han respaldado, incluso la ultraderechista italiana, Giorgia Meloni, quien ha dicho: “El mundo vio quién tenía voluntad de sentarse en una mesa de negociación y quién no”. No obstante, ha señalado que esa negativa de Putin no debe tomarse como “un paso atrás” ni contribuir a “tirar la toalla”.
En medio de la cita en Tirana (Albania), Zelenski y cuatro líderes de la UE (Macron, Mertz, Starmer y el polaco Donald Tusk) aprovecharon para hablar con Trump. “Si Rusia rechaza un alto el fuego total e incondicional y el fin de las matanzas, se deben imponer sanciones severas. Se debe mantener la presión sobre Rusia hasta que esté lista para poner fin a la guerra”, ha pedido Zelenski.
Para entonces la presidenta de la Comisión Europea ya había anunciado la preparación de sanciones, que incluirían la prohibición de los gasoductos del Nord Stream, cercar la denominada “flota fantasma” con la que Rusia sortea las sanciones, una rebaja al límite del precio del petróleo, nuevas medidas contra el sector financiero de Rusia así como contra entidades bancarias de países terceros que apoyan la maquinaria bélica rusa.
La UE ahora ve opciones de ir con Trump
En las reuniones bilaterales que Zelenski ha mantenido en los márgenes de la cumbre en Tirana, con los presidentes de la Comisión Europea y el Consejo Europeo, o el primer ministro sueco, ha repetido ese mensaje de la necesidad de intensificar la presión.
Pero la UE aspira a ir en esto de la mano de Trump. Y ese es el mensaje que lanza, por ejemplo, Macron, que junto con los líderes de Polonia, Alemania y Reino Unido están pilotando la situación junto a Zelenski, en detrimento de otros jefes de Gobierno, como Pedro Sánchez o Meloni. “Seguiremos coordinándonos con nuestros socios europeos, Estados Unidos y la Coalición de Voluntarios para definir una respuesta unida”, ha declarado Macron tras la reunión de la Comunidad Política Europea, pese a que Trump ha dejado claro que la solución llegará de su mano y la de Putin. “Mis propios equipos han estado en contacto en Turquía con los equipos ucranianos y los británicos y alemanes (…) El presidente Trump cuenta con organizar conversaciones con la parte rusa para saber qué ha pasado (con el alto al fuego) e intentar avanzar”, ha agregado Macron.
“Hemos visto señales del presidente Trump de que están listos para poner más sanciones sobre la mesa si Rusia no está lista para llegar a un acuerdo. Hasta ahora, no lo está”, ha confiado la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, en la rueda de prensa posterior al encuentro.
Rusia llegaba este viernes a las conversaciones directas con Ucrania en Estambul sin intención alguna de negociar un alto el fuego, solo con el objetivo de satisfacer las expectativas de progresos de Donald Trump para poder así seguir luchando en el frente. En ese empeño, la delegación rusa ha planteado unas condiciones aún más inasumibles de lo previsto para discutir una tregua –sin cerrarse a negociarla sobre el papel–, ha reclamado el control sobre territorios actualmente bajo dominio de Kiev y ha amenazado con anexionarse nuevas regiones.
Según varias fuentes, los enviados del Kremlin han reclamado, como condición para un alto el fuego, que el ejército ucraniano se retire de las partes de las regiones de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiya anexionadas por Moscú, que el ejército ruso no controla totalmente.
Además, tal y como han explicado fuentes presentes en la reunión al periodista de The Economist Oliver Carroll, ante la negativa de la delegación de Kiev a asumir estas exigencias, la delegación rusa ha amenazado con anexionarse otras dos provincias aparte de las cuatro ocupadas: Sumi y Járkov.
Un diputado ucraniano, Oleksí Gonchareko, ha explicado que Rusia también ha reclamado la creación de una zona de seguridad para garantizar la tregua en Sumi, donde las tropas de Moscú están llevando a cabo una ofensiva.
Rusia pone sobre la mesa “cosas inaceptables”
Ninguna fuente oficial del Gobierno ucraniano lo ha querido confirmar, pero el portavoz del Ministerio de Exteriores, Gueorgui Tikhii, ha dejado claro que la parte rusa había expresado “cosas inaceptables”, sin entrar en más detalles. Fuentes de la delegación ucraniana han lamentado también que las demandas rusas estaban “fuera de toda realidad” e “iban mucho más allá” de cualquier escenario discutido anteriormente, según han recogido varios medios.
En declaraciones a la televisión estatal rusa, el principal negociador ruso, Vladímir Medinski, apasionado de la historia de Rusia y uno de los ideólogos del revisionismo histórico del Kremlin, ha rechazado un alto el fuego atribuyendo una cita apócrifa a Napoleón. “Los que dicen que primero hace falta una tregua y después las negociaciones no conocen la historia: la guerra y las negociaciones siempre van de la mano”, ha afirmado.
Durante las conversaciones, Medinski también ha recordado a los ucranianos las oportunidades perdidas por haber rechazado los acuerdos de Estambul de 2022, que comportaban la neutralidad de Ucrania y una reducción muy importante de su Ejército: “La historia demuestra que cuando una parte rechaza compromisos razonables, a menudo acaba perdiendo más”, ha concluido.
Pese al evidente desacuerdo, nadie quiere ser el responsable de romper la baraja frente a Estados Unidos. Por eso, las partes se han emplazado a seguir discutiendo sobre un alto el fuego en una futura reunión, un hito que ha celebrado el ministro de Exteriores turco y anfitrión del encuentro, Hakan Fidan. Cada bando presentará un documento con su propuesta para un cese del fuego, que deberá debatirse en un próximo encuentro.
El único acuerdo tangible alcanzado en las conversaciones de este viernes ha sido un intercambio de prisioneros, el mayor desde el inicio de la guerra en febrero de 2022. Cada Ejército entregará 1.000 soldados enemigos en una fecha aún por revelar, aunque la delegación ucraniana ha explicado que están trabajando ya en los nombres de los reclusos.
La delegación rusa considera un éxito las negociaciones. En una comparecencia tras la cita, Medinski, se ha mostrado “satisfecho” y ha declarado que están “preparados para continuar los contactos”. Desde Moscú, una de las voces más autorizadas de la diplomacia rusa, Rodion Miroshnik, ha afirmado que “la delegación ucraniana esperaba conseguir un respiro en Estambul para rearmar y reagrupar a las tropas, pero no ha obtenido lo que quería”. Y Konstantin Kosachev, vicepresidente del Senado, en declaraciones a RT, ha considerado que se ha obtenido “el mejor resultado posible”.
Preparados para seguir luchando
Todo parece una estrategia de cara a la galería para ganar tiempo. La falta de voluntad de Rusia por terminar la guerra ha sido puesta de manifiesto por el jefe de la delegación rusa en una nueva demostración de conocimientos históricos. Según ha explicado también al periodista de The Economist una fuente de las conversaciones, Medinski ha dicho durante la reunión: “No queremos la guerra, pero estamos preparados para luchar un año, dos o tres, los que haga falta. Luchamos por Suecia 21 años [entre 1700 y 1721]. ¿Cuánto tiempo estáis dispuestos a luchar? Y a Pedro el Grande, ¿sabéis quién lo financió? Inglaterra y Francia. Suecia todavía sería una gran potencia de no haber sido por eso”.
Anteriormente, Putin ya utilizó el ejemplo de la Gran Guerra del Norte con Suecia en 2022 para justificar la invasión de Ucrania cuando aseguró: “Pedro el Grande no tomó nada en Suecia, sino que devolvió a Rusia lo suyo”.
Medinski ha añadido este viernes: “Quizá algunos de los que se sientan en esta mesa pierdan más seres queridos. Rusia está preparada para luchar para siempre”. Según apunta Carroll, podría ser un dardo a uno de los integrantes de la delegación ucraniana, Serhii Kilsitsia, quien el pasado año confesó que su sobrino había muerto en combate.
Una buena muestra de que Putin no está pensando en modo alguno en poner fin a la guerra es que, mientras medio mundo estaba pendiente de las conversaciones de Estambul, ha relevado al comandante de las fuerzas terrestres del Ejército ruso. En su lugar, ha nombrado el coronel general Andrei Mordichev, considerado un oficial con ideas innovadoras y que introdujo el uso obligatorio de drones en sus unidades.
Anteriormente, la Inteligencia militar ucraniana confirmó a los medios Financial Times y CNN que Rusia estaba acumulando nuevas fuerzas para una importante ofensiva en verano. Este jueves también se supo que las tropas rusas habían ganado posiciones cerca de Pokrovsk, el último punto importante del Donbás de camino a la región de Dnipró.
Durante la noche previa al inicio de las negociaciones, no se detuvieron los ataques cruzados con drones. Rusia envió 112 contra las regiones de Kiev, Odesa, Zhitomir, Cherníhiv y Nikoláev, según el Ejército ucraniano, mientras que el Ministerio de Defensa ruso informó de que 65 drones fueron abatidos sobre el Mar Negro, Crimea y la región de Bélgorod. Y poco antes de que arrancaran las conversaciones, un misil balístico impactó en la región ucraniana de Dnipró.
Frente a la euforia rusa, Zelenski y sus aliados han tachado de “inaceptable” la negativa de Moscú a aceptar un alto el fuego y analizan los próximos pasos, que esperan se produzcan junto a Trump. Pero el presidente estadounidense, pese a haberse abierto a endurecer las sanciones sobre Rusia si no se consiguen resultados, no se ha mostrado en los últimos días decepcionado con los contactos entre Kiev y Moscú. Por el contrario, la posibilidad de colgarse la medalla de haber forzado las conversaciones podría hacerle obviar la escasez de progresos y podría animarle a continuar con la mediación.
Estados Unidos ha estado representado en Estambul en la previa de las conversaciones. El secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial para el conflicto, Keith Kellogg, se han reunido con las delegaciones ucraniana y turca, y un funcionario del departamento de Estado, Michael Anton, ha conversado en solitario con Medinski.
Ahora bien, después no han participado en el encuentro ruso-ucraniano. El medio ucraniano Suspilne asegura que ha sido la parte rusa que ha vetado la presencia estadounidense en la reunión. Esto habría molestado a los enviados ucranianos, que han dudado de las intenciones de los enviados del Kremlin. Una fuente ha explicado a este medio que se trataba de “un intento de perturbar el proceso de paz, de socavarlo”. “Si han venido a resolver realmente el problema, a dar pasos hacia la paz, entonces deberían estar interesados en tener a los estadounidenses en la sala para verlo”, ha añadido.
Una reunión Putin-Zelenski
Otro de los puntos que ambas partes admitieron que se había abordado en las conversaciones es una posible reunión entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, que el presidente ruso rechazó de facto antes del encuentro. Esta cuestión la ha planteado la delegación ucraniana y, al terminar, su líder, Rustem Umérov, se ha mostrado optimista: “Estamos preparando potencialmente una reunión a nivel de líderes de países”.
En cambio, Medinski se ha limitado a decir que lo tendrían en cuenta. Ahora bien, Putin considera a Zelenski un interlocutor no legítimo. Desde su punto de vista, tiene el mandato caducado y, por consiguiente, es un presidente ilegítimo, obviando que no puede convocar elecciones por la ley marcial. Además, ha propuesto que se le destituya para negociar la paz con otros representantes ucranianos.
Sin embargo, Trump, en vez de presionar a Putin para que acepte una reunión cara a cara con Zelenski, es indulgente con el presidente ruso. El jueves aseguró que el conflicto de Ucrania sólo se resolvería con una reunión entre él y el líder del Kremlin. Con sus declaraciones, el estadounidense no solo restó valor a las conversaciones antes de que empezaran, sino que situó a Zelenski fuera de la ecuación.
Este es el escenario ideal para el Kremlin, que sólo querría discutir sobre el fin de la guerra con Estados Unidos, sin Ucrania. Por eso el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, responde a diario preguntas sobre una eventual reunión entre Trump y Putin.
Este viernes, el republicano se lo ha servido aún más en bandeja abriéndose una vez más a sentarse frente a frente con Putin. “En cuanto lo podamos organizar, iré inmediatamente”, ha afirmado Trump. Y ha añadido enigmáticamente que “el mundo será un lugar más seguro dentro de dos o tres semanas”.
Peskov se ha apresurado a responder lo mismo que lleva semanas repitiendo: que es una cita “necesaria”, que debe estar precedida de consultas de expertos y preparada “intensivamente” y, sobre todo, que hay que abordar “las relaciones bilaterales ruso-americanas”. Porque, al fin y al cabo, Moscú ha entendido que, mucho más que detener el conflicto en Ucrania, lo que le interesa de la mediación de Estados Unidos es el restablecimiento de la relación entre ambos países.