El Gobierno ve una “clara campaña de asedio” contra Sánchez de una derecha que cree que el poder le corresponde por derecho

Los socialistas se dividen entre quienes se mofan de la publicación de los whatsapp del presidente y de las especulaciones sobre informes de la UCO que aún no se conocen y quienes animan a responder con fiereza a “la ofensiva de acoso y derribo político, judicial y mediática”

Primero fue la ilegitimidad, después las formas antidemocráticas, más tarde llegó el océano de corrupción y, luego, el caos. Pero, como todo sigue igual -es decir Pedro Sánchez en el Gobierno y Alberto Núñez Feijóo en la oposición-, llegan ahora los “podría”, un condicional que en política sirve para verter todo tipo de insinuaciones y blindarse ante posibles demandas, pero que en periodismo no existe. Mejor dicho, no existía, en el plan antiguo. En el nuevo, todo vale. Y, sin embargo, en Primero de Redacción Periodística enseñaban a desterrar el condicional simple del verbo poder en aras a la buena praxis profesional. Lo contrario es el antiperiodismo. Y es un tiempo verbal que puede indicar una cosa o su contraria. Si puede ser, también puede no ser. Así que no hay noticia porque no hay confirmación, ni evidencia de la misma. Solo especulación que invita, eso sí, a la sospecha.

Sin embargo, en estos tiempos en los que se han difuminado todas las líneas rojas, vemos de todo y por su orden: que Sánchez podría haber influido en el rescate de una aerolínea porque su esposa tuvo una conversación con un directivo de la empresa cinco días antes de que se aprobara la decisión política; que Ábalos destrozó una suite de un parador durante una juerga nocturna que podría ser el de Sigüenza, podría ser el de Teruel, podría ser el de Granada, o podría ser el de Gredos; que la UCO podría hundir a Santos Cerdán porque la trama del caso Ábalos pagó un Audi y un Volvo a Santos Cerdán y su mujer o que podría además haber cobrado comisiones ilegales a cambio de adjudicaciones de obras. 

Hasta aquí los condicionales, luego están las invenciones o directamente las falsedades -no las llamemos noticias falsas porque la expresión en sí ya es un oxímoron- como la que anunció que al ministro Óscar Puente le pillaron los incidentes en la línea del AVE Madrid-Sevilla del puente de mayo jugando al golf en Marbella, a pesar de que no había estado en Marbella en los últimos 6 años ni ese puente le dio por jugar al golf porque estaba más bien pendiente de que su mujer rompiera aguas antes del parto de su primer hijo varón.

“Todo forma parte de la misma campaña de asedio diseñada contra Pedro Sánchez desde esa derecha que cree que el poder le corresponde por derecho divino y que la izquierda no es digna para ejercerlo”, aseguran desde el Gobierno. Cuando en La Moncloa y en el PSOE hablan de la derecha lo hacen del PP y de Vox, pero también de una parte de la judicatura, de algunas estructuras policiales y de “una hidra de digitales y páginas webs convertidas en únicos referentes mediáticos de varias radios y televisiones”.

La estrategia es la siguiente, en palabras de un ministro: “una web eleva a categoría de noticia una historia no confirmada que se convierte en tema del día de las tertulias televisivas, el PP lo convierte en munición política contra el Gobierno, las asociaciones ultras lo llevan a los tribunales, algunos jueces lo admiten a trámite y ya está la narrativa hecha”. Otro añade la participación en ocasiones de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) con informes redactados “a beneficio siempre de parte”. 

En los últimos días varios medios han publicado informaciones sobre un informe aún no entregado al juez que instruye el caso Ábalos y cuya redacción nadie ha leído por el momento, ya que no aparece ningún entrecomillado en el que se destaparan presuntos mensajes que acreditarían -de nuevo el condicional- que el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, habría cobrado comisiones a cambio de la adjudicación de obra pública y que la trama le compró dos vehículos de alta gama por sus gestiones. El número dos de los socialistas solo tiene un coche, comprado con un crédito que consta en su declaración de bienes en el registro del Congreso. En estos meses, se le han atribuido propiedades en Navarra, y dinero que supuestamente cobró en sobres que le entregó Koldo García. Algunos periodistas han viajado hasta su pueblo natal en busca de una supuesta doble vida en lugares de alterne que nadie ha podido demostrar y que el propio Cerdán considera “una infamia”.

A diferencia de lo que ocurrió con Ábalos, a quien se le abrió un expediente disciplinario en el PSOE en el momento de la detención de su asesor, Santos Cerdán sigue teniendo la confianza del presidente del Gobierno que, según fuentes de su gabinete, no da pábulo a ni una sola de “las acusaciones que se le imputan sin prueba alguna”. Oportunidades de apartar al secretario de Organización del cargo ha tenido Sánchez con motivo del último congreso federal del PSOE, y no lo ha hecho, pese a que algunos medios dieron con gran alarde tipográfico que saldría de la dirección federal no en una, sino en varias ocasiones.

“Ábalos y Cerdán no se parecen, no tienen el mismo estilo, ni la misma vida. No es que cueste creer que esté involucrado en algo de lo que se le imputa periodísticamente, es que se tiene la convicción de que nada es cierto”, aseguran en el PSOE y en La Moncloa, más allá de que se puedan manipular mensajes con los que, “en su calidad de secretario de Organización y responsable de la interlocución con las federaciones, se haya podido interesar por los plazos o la puesta en marcha de algunas obras públicas de distintas provincias”. El ministro de Justicia, Félix Bolaños, ha llegado a “poner la mano en el fuego” por Cerdán y Zapatero ha considerado muy negativo para la democracia que se filtren informes de la UCO.

“Nada puede salir porque nada irregular he hecho”

Sánchez está tranquilo a este respecto y, aunque todo ello lógicamente ha generado malestar en el ámbito del gobierno, quienes despachan con el presidente a diario sostienen que hasta ha llegado a burlarse con la publicación en El Mundo de los WhatsApp que cruzaba con Ábalos sobre algunos de los barones socialistas, Pablo Iglesias o la ministra Margarita Robles. “Estad tranquilos. Nada de lo que pueda salir será importante porque nada malo ni irregular he hecho”, llegó a decir esta semana a alguno de sus colaboradores. 

Una parte de los mensajes de WhatsApp que Pedro Sánchez cruzó con Ábalos entre 2021 y 2023 estaban en poder de la UCO desde que la policía judicial entró en el domicilio de Koldo García para su detención por su presunta pertenencia a la trama de corrupción que operaba en el Ministerio de Transportes en la época de Ábalos y han sido publicados esta semana en El Mundo. El exministro ha autorizado la publicación de algunos, pero en La Moncloa siguen creyendo que la filtración de otros ha partido de la policía judicial. 

Zozobra, en todo caso, ninguna, apostilla otro miembro del Gobierno, para quien también todo forma parte de “ofensiva de acoso y derribo político, judicial y mediática” y menciona como ejemplo la publicación del juez Marchena, magistrado del Supremo que juzgó la causa del procés, con el que se suma a la acometida contra el Ejecutivo de las derechas.  Y en el mismo marco sitúa la actuación del juez Peinado que instruye la causa contra Begoña Gómez y al que la Audiencia Nacional La Audiencia Provincial de Madrid ha vuelto a corregir por excederse en su investigación a la mujer del presidente. Los magistrados han estimado en parte varios recursos de la defensa de Gómez la Fiscalía y otros investigados y ha tumbado varias decisiones del juez como su empeño en investigar el rescate millonario de Air Europa o su decisión de imputar al rector de la Universidad Complutense, Joaquín Goyache, y al exconsejero madrileño Juan José Güemes, después de declarar como testigos.

Los socialistas, en todo caso, se dividen esta semana entre quienes se mofan de la publicación de los WhatsApp del presidente y de las especulaciones sobre informes de la UCO que aún no se conocen y quienes animan a responder con fiereza a lo que consideran una “acometida intolerable”. De momento, nadie se ha atrevido a llegar donde lo hizo el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, que calificó la campaña de “golpe blando” contra la democracia.

Unos defienden que la respuesta debe ser “reírse de todo ello”, “no entrar a rebatir cada mentira ni cada insulto para no caer en el agotamiento que persigue todo manual de propaganda” y mantener la hoja de ruta del Gobierno, si bien admiten que el ruido constante y la sincronía que destila la publicación de “hasta 7 informes de la UCO filtrados en una misma semana”, les impide llevar la iniciativa de la agenda mediática. Y otros, mucho más combativos, animan a responder con fiereza a “este goteo organizado” de publicaciones e informes que no hacen más que “sembrar dudas sin prueba alguna”. 

La frontera entre lo político y lo personal

“Que cada cual lo denomine como quiera, pero lo que está pasando en este país es de una gravedad extrema aunque algunos no quieran verlo. Por eso hay que responder con contundencia y con medidas”, propone otro miembro del gabinete de Sánchez que defiende la necesidad de seguir aprobando medidas en el marco del Plan de Acción por la Democracia, que presentó Sánchez en septiembre de 2024 y que incluía una Estrategia Nacional de lucha contra las campañas de desinformación. Está en debate, de hecho, si esta semana el presidente retomará este hilo y hará algún anuncio al respecto. Que logre desviar el foco mediático de los informes de la UCO que, junto a determinados medios y la oposición tratan de extender la idea de que todo mal, todo corrupción, todo pesimismo y todo caos, está por ver, ya que esta visión que pretende imponer la derecha no es una novedad, sino una constante cada vez que gobierna la izquierda. Pasó en 1993, cuando el PP no encajó la derrota electoral de Aznar, y se tramó toda una operación de asalto al poder en la que participaron periodistas, jueces, banqueros y hasta agentes secretos que reconoció con el tiempo el periodista Luis María Anson. Pasó con Zapatero en 2004, a quien se le atribuyó una legitimidad de origen por haber llegado a La Moncloa tras los atentados del 11M, Y ahora se repite la dinámica con Sánchez, a quien no se le reconoce acierto alguno, se ha impuesto el “todo va mal”, se han desdibujado las fronteras entre lo meramente político y lo estrictamente personal y se ha perdido el noble arte de discutir desde el respeto.