Descubre el pequeño pueblo de Olite, en el sur de Navarra, donde se encuentra uno de los pocos castillos de España que conserva un aspecto tan llamativo, con torres puntiagudas, pasadizos, patios y jardines que parecen un escenario de película de época
Fue uno de los Palacios Reales medievales más lujosos de Europa y se puede visitar en Navarra
Olite es un pequeño pueblo de poco más de 3.000 habitantes en el sur de Navarra, a unos 40 kilómetros de Pamplona. Rodeado de campos de cultivo y viñedos, es conocido por su impresionante patrimonio medieval y por conservar una de las joyas arquitectónicas más llamativas de la región: su Palacio Real. Pocos castillos en España conservan un aspecto tan llamativo, con torres puntiagudas, pasadizos, patios y jardines que parecen un escenario de película de época.
El centro de Olite está formado por calles estrechas, casas señoriales con escudos en sus fachadas, restos de murallas romanas, iglesias medievales y plazas donde se respira tranquilidad. Lugares como la plaza Carlos III, el portal de la Torre del Chapitel, la Rúa Mayor o la Iglesia de San Pedro permiten hacerse una idea clara de la importancia que tuvo esta localidad antiguamente.
Quienes visitan Olite en verano pueden vivir una experiencia aún más única y especial. En agosto, durante las Fiestas Medievales, el pueblo entero se transforma. Las calles se llenan de personajes de época, mercados, actividades y espectáculos que recrean el ambiente medievo. Y a finales de julio, el Festival de Teatro de Olite convierte al castillo en un escenario único para disfrutar de obras en un entorno inigualable.
Historia del Palacio Real de Olite
Palacio Real de Olite
El Palacio Real de Olite no es solo uno de los monumentos más importantes de Navarra, sino que también está considerado uno de los castillos más lujosos y originales de la Europa medieval. Declarado Monumento Nacional conjuntamente con la iglesia de Santa María en 1925 y fue sede de la corte del Reino de Navarra.
Su origen se remonta al siglo XIII cuando se construyó una fortaleza sobre restos romanos. Sin embargo, la gran transformación llegó en el siglo XV, bajo el reinado de Carlos III “el Noble”. Este monarca quiso convertir Olite en una residencia real a la altura de los grandes palacios europeos de la época. Para llevarlo a cabo, encargó una ampliación del castillo siguiendo influencias del arte gótico, mudéjar y francés, sin escatimar en materiales o recursos.
El resultado fue una construcción única formada de torres esbeltas, patios interiores, galerías abiertas, salones ricamente decorados y jardines colgantes que desafiaban la imaginación. El palacio también contaba con un pequeño zoológico exótico donde vivían animales como papagayos, leones, camellos e incluso una jirafa. En sus buenos tiempos, el castillo fue escenario de fiestas, torneos, espectáculos y celebraciones que reunían a la nobleza.
Partes del Castillo de Olite
Podemos diferenciar dos zonas principales del Castillo de Olite: el Palacio Viejo que hoy funciona como Parador Nacional y el Palacio Nuevo que es la parte más popular del castillo y fue restaurada a partir de 1937 para recuperar su aspecto original.
Dentro del castillo hay varios lugares que vale la pena ver como el centro donde se encuentran las cámaras reales rodeadas por otras estancias. Desde la cámara de la reina se accede al Patio del Naranjo, uno de los rincones más bonitos. Las torres son otro de los grandes atractivos, siendo la del Homenaje la más alta. La torre de las Tres Coronas llama la atención por su forma inusual y la de los Cuatro Vientos ofrece unas vistas espectaculares del pueblo y los viñedos.
También es interesante el antiguo pozo de hielo, utilizado para almacenar nieve y conservar alimentos. Su tapa semiesférica recuerda a una cáscara de huevo y lo hace fácil de reconocer. Y por último los jardines donde el de la Pajarera es el principal y el de la Morera cuenta con un árbol centenario que está protegido como Monumento Natural.
Qué ver en tu visita a Olite
Iglesia de San Pedro
Esta joya medieval en el corazón de Navarra conserva un patrimonio monumental impresionante que nos transporta a otras épocas. La ciudad cuenta con una variedad de edificios religiosos y civiles que reflejan su importancia histórica como sede real y centro eclesiástico. Algunos de estos monumentos que no te puedes perder son los siguientes:
Torre del Chapitel: es un antiguo portal de acceso de origen romano y medieval, el edificio civil más emblemático después del Palacio Real. A lo largo del tiempo fue mercado, sede del Concejo y torre del reloj. Aquí se daba el toque de queda y se regulaba el comercio con las medidas del rey.
Iglesia de San Pedro: es el principal templo medieval de Olite. Comenzó su construcción en estilo románico a finales del siglo XII y se amplió con elementos góticos y barrocos. Destacan su portada románica, su elegante torre de aguja gótica de 54 metros y su claustro románico decorado con capiteles historiados. En su interior alberga un notable retablo barroco, capillas de diversas épocas y una sillería proveniente del monasterio de La Oliva.
Iglesia de Santa María la Real: adosada al Palacio Real, fue lugar de culto preferido por los reyes navarros. Su fachada gótica ricamente decorada es una de las más bonitas de Navarra. El tímpano y dintel narran escenas de la vida de Cristo y la Virgen. En su interior destaca un retablo renacentista de Pedro de Aponte con 28 tablas al óleo y una talla gótica de la Virgen con el Niño. Además, se conservan pinturas murales góticas y una tribuna real conectada con el palacio.