«Cuando no te dejan entrar a un establecimiento o a un taxi es una frustración, lógicamente. A fin de cuentas, están usurpando nuestros derechos», reflexionan usuarios de perros guías de la ONCE
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Mucho más que un animal, los perros guías son para las personas ciegas o con discapacidad visual grave, su ventana al mundo exterior. “No puedo dejar mis ojos en la puerta de un restaurante”, explica Carlos Martínez, usuario de perro guía en Cuenca. Uno de los pocos que hay en Castilla-La Mancha, donde solo hay 22, y también en general en España, donde apenas superan los 900 según las cifras de la ONCE. Pocos, pero sumamente necesarios.
Los perros guía son animales que están específicamente adiestrados para ayudar a una persona en sus desplazamientos, reconociendo y también evitando obstáculos para el usuario al que acompaña. Incluso, está capacitado para desobedecer una orden del usuario cuando su ejecución implique un peligro para la integridad física de ambos, como ocurrir en el caso de los vehículos eléctricos, mucho menos ruidosos.
Para seguir concienciando sobre la importancia que tienen en la sociedad, la ONCE ha impulsado recientemente una campaña por toda España con el lema ‘Perros Guía, sí’. Se trata de una manera de insistir en un derecho que ya existe: el del acceso de estos animales a todos los sitios públicos, incluyendo los establecimientos de restauración o al transporte público. No es la tónica común que no se permita a los usuarios de perro guía no entrar a los sitios, pero sí sigue pasando. Carlos recuerda uno de los pocos incidentes que tuvo, en un establecimiento de comida buffet. “Tuve que decirles que si no me dejaban pasar, tendría que llamar a la policía”.
Existe en Castilla-La Mancha una ley desde el año 2018 -Ley de acceso al entorno de las personas con discapacidad acompañadas de perros de asistencia-, que establece de forma muy clara que no se puede limitar el ejercicio de los perros guía “invocando el derecho de admisión, ni las prohibiciones o restricciones sobre acceso de animales previstas en otras normas”. Pero es algo que no es tan sencillo de explicar, señala Carlos, y que genera frustración a los usuarios que saben que con su perro guía tienen derecho a acceder a cualquier establecimiento. No solo los perros guía, añade, también los de asistencia de, por ejemplo, personas con diabetes u otras condiciones de salud.
Dicha ley reconoce varios tipos de perros de asistencia: el perro guía, adiestrado para personas con discapacidad visual o con discapacidad auditiva añadida; perro de señalización de sonidos, que avisa a quien tiene discapacidad auditiva de la emisión de sonidos y de su procedencia; perro de servicio, adiestrado para prestar ayuda y asistencia a las personas con discapacidad física; perro de aviso, que avisa de alertas médicas para personas con diabetes, epilepsia u otra enfermedad orgánica; y, finalmente, los perros que cuidan de personas con condición del espectro autista, su integridad física y el control de situaciones de emergencia.
Son animales que ayudan a las personas con discapacidad a tener mayor autonomía y también seguridad en sus desplazamientos y su día a día. Y la ley lo regula de tal manera que los perros puedan acompañar en todo momento a los usuarios. Carlos recuerda que en el incidente, le propusieron dejar el perro en una mesa cerca de la puerta mientras él accedía al buffet, pero no es una solución y, de hecho, va en contra de la ley que otorga el derecho a la “constante permanencia” del animal al lado de la persona. “Esto es lo que se debería saber”, resalta.
Perro guía en una terraza
Pero utilizar siempre el ‘comodín’ de “tener que llamar a la policía” no es la manera de normalizar la presencia de perros guía. La campaña de la ONCE lo recuerda así también, no solo en Castilla-La Mancha, sino en todas las comunidades autónomas. Además de la normativa propia, desde la ONCE recuerdan que está “prevista” la aprobación de un nuevo Real Decreto que complementará la legislación autonómica en torno a este tipo de animales y sustituirá la normativa que hay ahora mismo en vigor, que data de 1983.
Este tipo de situaciones se pueden denunciar, y así lo ampara la ley, que contempla multas ante este tipo de situaciones que pueden llegar hasta los 10.000 euros, en función de la negligencia o reincidencia de los infractores. Pero Carlos reflexiona que entonces se trata de enfrentarse a todo el complejo proceso judicial. “Buscar procurador abogado, y luego que me den o no la razón”, explica. Por eso, decidió no continuar con esa denuncia en concreto, aunque sí reflexiona que denunciar puede ser una manera de visibilizar el problema, para quien tenga los recursos.
“Lo habitual es que te ayuden, y nada más señalas que es un perro guía, la gente se calla y te dejan pasar. Pero de primera, muchas veces te dicen que el perro y cuando señalas que es guía, es disculpan y te permiten circular”, describe. En el caso de las sanciones, será la consejería de Bienestar Social, a través de sus distintas delegaciones provinciales, las que tramiten los procedimientos.
A todo esto se añade la defensa del bienestar de los animales y también su “total” falta de agresividad. “El mío por no hacer, ni ladra”, asevera entre risas Carlos. De hecho, el entrenamiento de los animales les crea una “gran voluntad de trabajo y de agradar”, así como “capacidad de concentración” en la tarea de guía, según defienden desde la ONCE.
Salud e higiene de los perros
Las leyes también determinan los requisitos de salud e higiene a los que deben someterse los perros guía, que incluye mantener las vacunaciones y tratamientos obligatorios al día, entre otras exigencias. De hecho, en la ley castellanomanchega se explica que si el animal “muestra signos evidentes de falta de higiene” o de enfermedad, como secreciones anormales u otro tipo de exteriorización, se le revoca el derecho al acceso y libre circulación.
José María es otro de los usuarios de perro guía, que vive en Toledo. “Muy pocas excepciones pueden darse en que no recibamos un trato correcto”, explica, aunque sí apunta a que a veces hay “pegas” para acceder, por ejemplo, a un taxi. “Pero vamos a pensar que es solo falta de información y no de voluntad”, reflexiona. En general, señala, la labor de un perro guía está plenamente reconocida y considerada, pero no demasiado extendida. “La excepción es tener un perro guía. Los que tenemos esta posibilidad somos muy afortunados”, asevera.
“No existe lamentablemente la posibilidad de formar a tantos perros guía como personas lo solicitan. Existe una serie de solicitantes, probablemente varios centenares, que están a la espera de que les llamen para poder agendar su perro guía”, afirma. “Cuando no te dejan entrar a un establecimiento o a un taxi es una frustración, lógicamente. A fin de cuentas, están usurpando nuestros derechos”, concluye.