«Muerte, muerte, muerte», dijo el presidente de EEUU en el Despacho Oval mientras entregaba al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa un montón de artículos que supuestamente mostraban la violencia contra la minoría blanca
Trump monta una encerrona al presidente de Sudáfrica en el Despacho Oval para insistir en sus acusaciones falsas de “genocidio” blanco
Fue una emboscada digna de un programa de telerrealidad. Tras un breve intercambio de cortesías para recibir en el Despacho Oval al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, Donald Trump ordenó “apagar las luces” y comenzó la proyección de un vídeo que repetía las mentiras del presidente de EEUU sobre granjeros blancos sudafricanos supuestamente asesinados por su raza.
Ramaphosa venía preparado. Lo acompañaban Johann Rupert, la persona más rica de Sudáfrica (blanco), así como los sudafricanos blancos y campeones de golf Ernie Els y Retief Goosen, a los que Trump, aficionado al golf, se refirió como “amigos”.
Ramaphosa, que hace tres décadas encabezó la delegación del partido Congreso Nacional Africano (CNA) durante las negociaciones para ponerle fin al régimen de poder de la minoría blanca, el apartheid, necesitaba jugar sus mejores cartas.
Trump venía de firmar en febrero una orden ejecutiva que recortó la ayuda a Sudáfrica, acusándola de una “discriminación racial injusta” contra la minoría blanca afrikáner —de origen neerlándés— que había gobernado el país durante el apartheid. La orden ejecutiva criticaba una ley sudafricana que permite la expropiación de tierras en circunstancias limitadas y creaba un programa de asistencia a los afrikáneres que quisieran viajar como refugiados a Estados Unidos. El primer grupo llegó a principios de mayo.
En Sudáfrica, los medios se preguntaban si Ramaphosa estaba cayendo en una trampa televisada similar a la que unos meses antes le habían tendido al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
La proyección en la Casa Blanca fue probablemente una sorpresa para la delegación sudafricana. El vídeo incluía cortes de Julius Malema, líder del partido opositor de extrema izquierda ‘Luchadores por la libertad económica’ (EFF, por sus siglas en inglés), en los que decía “vamos a ocupar tierras” y “nunca debemos tener miedo a matar” antes de cantar la polémica canción ‘Mata al Boer’ (boer, granjero en afrikáans, es otro nombre para los afrikáneres).
Con un populismo diseñado para escandalizar, el partido de Malema solo obtuvo el 9,5% de los votos durante las elecciones de 2024. Lo más probable es que Malema esté encantado con la atención que está recibiendo, tras el espaldarazo de los tribunales sudafricanos, donde se dictaminó que la letra de la canción no debía tomarse literalmente.
También aparecía en el vídeo Jacob Zuma, expresidente de Sudáfrica y ahora líder de su propio partido opositor ‘La lanza de la nación’ (abreviado como MK, por sus siglas en zulú). “Vamos a dispararles, van a huir”, se le escucha cantar a Zuma en zulú.
El vídeo terminaba con un plano aéreo de cruces blancas alineadas junto a una carretera con vehículos en caravana. Según Trump, estaban presentando sus respetos a los más de 1.000 granjeros blancos asesinados. Ramaphosa dijo que nunca había visto el vídeo, compartido en redes por el multimillonario Elon Musk, de origen sudafricano y asesor de Trump, después de que en marzo fuera publicado en X, la red social de su propiedad.
Trump sacó entonces un fajo de artículos de prensa y se puso a decir “muerte… muerte… muerte” antes de entregárselos a Ramaphosa.
No se sabe dónde se habían filmado las cruces blancas. Ni siquiera si las imágenes eran reales. En el Monumento Whitkruis —ubicado en la provincia de Limpopo, al noreste del país—, que homenajea a los granjeros sudafricanos fallecidos, las cruces están agrupadas sobre la ladera de una colina en terrenos privados.
Ha habido asesinatos en granjas con una violencia atroz, pero según las entrevistas que los asesinos encarcelados dieron al profesor de la Universidad de Limpopo Rudolph Zinn, lo que buscaban era dinero y objetos de valor y las víctimas eran de todas las razas. Durante el último trimestre de 2024, la policía sudafricana registró casi 7.000 asesinatos en todo el país. De ellos, 12 fueron en granjas, incluidas pequeñas parcelas propiedad de negros.
La mayoría de los granjeros quiere permanecer en Sudáfrica, según el ministro de Agricultura, John Steenhuisen. El ministro es afrikáner y líder del partido Alianza Democrática, el rival más importante del CNA, y obtiene la mayor parte de su apoyo entre los sudafricanos blancos. Steenhuisen también defiende la coalición de la Alianza Democrática con el CNA como forma de dejar fuera a la “chusma” de los partidos EFF y MK.
Puede que las declaraciones de los dos golfistas no ayudaran mucho. “Dos errores no hacen un acierto”, dijo Ernie Else, crípticamente. Retief Goosen habló de la “batalla constante” que libraba su hermano con las personas que intentaban quemarle la granja y quitársela.
Pero es posible que su presencia haya servido para sacar a Trump del ‘modo ataque’. “Respeto a los campeones”, dijo. “Creo que el país tiene mucha suerte, estos dos querían estar aquí, podían haber estado en un hermoso pasillo”, en referencia a la zona central de hierba cortada de los campos de golf.
El defensor más rotundo de Sudáfrica fue Johann Rupert, propietario del grupo de artículos de lujo Richemont y dueño de marcas como Cartier. “Soy su objetivo número 1”, dijo sobre Julius Malema y Jacob Zuma. Rupert explicó que todos los sudafricanos eran objetivo de la delincuencia. También habló de lo mucho que había disfrutado su esposa con la autobiografía de JD Vance y pidió el despliegue de satélites Starlink, propiedad de Elon Musk, para llevar Internet a todas las comisarías de Sudáfrica.
Está por ver si la presencia de un multimillonario como él y unas cuantas partidas con los mejores golfistas de Sudáfrica bastarán para apaciguar a Trump y convencerle de asistir a la cumbre del G20 que se celebra este noviembre en Johannesburgo.
Traducción de Francisco de Zárate.