El Canal de Castilla, con sus caminos de sirga y sus esclusas centenarias, se ha convertido en un destino cicloturista ideal para descubrir Castilla y León a otro ritmo
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La del Canal de Castilla no es la típica ruta ciclista. No tiene tramos épicos ni paisajes de postal. Pero engancha. Quizá por la sensación de estar siguiendo un camino que fue importante y que ahora parece dormido. Un canal tranquilo, con sus esclusas, sus caminos de tierra y un pasado cargado de historia que atrae a los curiosos.
Se construyó en el siglo XVIII para transportar grano. Durante un tiempo funcionó: hubo barcazas, escluseros, almacenes… incluso pasajeros. Pero llegó el ferrocarril y todo eso quedó atrás. Hoy, lo que fue una vía de comunicación ahora es un canal de riego, pero también una ruta perfecta para recorrer en bici. Desde Alar del Rey hasta Valladolid se avanza casi siempre en línea recta, con poco desnivel y con el canal al lado como guía. Una ruta fácil pero con historia, de las que se disfrutan más por lo que cuentan que por lo que exigen.
Canal de Castilla hacia Cigales, Valladolid.
El Canal de Castilla: una gran obra para mover grano
La historia del Canal de Castilla arranca en el siglo XVIII, cuando bajo el reinado de Fernando VI se impulsó un ambicioso proyecto de navegación interior. El objetivo era claro: mejorar el transporte del cereal castellano hacia los puertos del norte. La iniciativa partió del Marqués de la Ensenada y fue desarrollada por Antonio de Ulloa, con asesoramiento del ingeniero francés Carlos Lemaur. En 1753 comenzaron las obras, que se alargarían hasta 1849.
El canal fue pensado como un sistema de cuatro ramales, aunque finalmente se construyeron tres: Norte, Campos y Sur. En total, 207 kilómetros que surcan las provincias de Palencia, Burgos y Valladolid. Durante el siglo XIX vivió su momento de esplendor, con más de 400 barcazas transportando trigo, harina o madera. Incluso hubo servicios de pasajeros entre Valladolid y Palencia. Pero con la llegada del ferrocarril, la navegación fue decayendo hasta su cierre en 1959.
Desde entonces, el canal se utiliza para el regadío y abastecimiento de agua, pero también ha encontrado una nueva vida como ruta de turismo activo. Declarado Bien de Interés Cultural en 1991, a lo largo de su trazado se conservan esclusas, puentes, fábricas, dársenas y almacenes que nos hablan de su pasado. Un museo al aire libre donde el patrimonio hidráulico y el paisaje van de la mano.
Esclusa de Frómista, Palencia.
Pedalear por la meseta: el recorrido en bici
El Canal de Castilla es una de esas rutas que se disfrutan más por el camino que por el destino. Tiene una ventaja evidente: es casi completamente llano, y sigue tranquilos caminos de sirga paralelos al agua, utilizados antaño para llevar las embarcaciones a través del agua tirando de ellas desde tierra. Son caminos de tierra, no carriles bici, pero están en muy buen estado y se pueden recorrer sin problemas con una bici de gravel o de montaña.
Lo habitual es hacer el trayecto en sentido norte-sur, desde Alar del Rey hasta Valladolid. De este modo, el suave desnivel juega a favor y el pedaleo se hace más fluido. Aunque a lo largo del recorrido hay caminos en ambas orillas, casi todo el mundo opta por seguir el lado más cómodo en cada tramo.
El recorrido no es circular, así que hay que organizarse un poco. Lo más práctico es dejar el coche en Valladolid y coger un tren de Media Distancia hasta la estación de Alar del Rey-San Quirce, que permite cargar la bici. Una vez allí, solo queda empezar a rodar y dejarse llevar.
Esclusas del Canal de Castilla.
Etapa 1: Alar del Rey – Frómista (58 km)
La ruta comienza en Alar del Rey, en el norte de Palencia, donde el canal toma las aguas del Pisuerga. Es el inicio del ramal Norte, pero lo dividiremos en dos antes de llegar a Ribas de Campos (Palencia). Este ramal cuenta con 24 esclusas, necesarias para salvar el desnivel del terreno, lo que da una idea del esfuerzo técnico que supuso su construcción en el siglo XVIII.
La etapa discurre entre paisajes de montaña baja y los primeros campos de cereal. Se pasa por Herrera de Pisuerga, con su embarcadero activo, y por Osorno, donde el canal empieza a ganar anchura. Más adelante, pasamos por Lantadilla, Requena de Campos y Boadilla del Camino.
El final de etapa es Frómista, donde el canal se integra con naturalidad en el entorno del pueblo. Aquí se puede descansar y aprovechar para visitar la famosa iglesia de San Martín, indiscutible obra maestra del románico más puro.
Etapa 2: Frómista – Ribas de Campos (41 km)
Desde Frómista, el trazado sigue recto, con un ritmo constante. El paisaje se vuelve más abierto y el canal empieza a mostrarse más como una infraestructura de riego que como una vía navegable. Esta zona forma parte de la transición entre los ramales Norte y Sur.
El camino está salpicado por esclusas y edificaciones antiguas, como casas de escluseros y pequeños almacenes. Es una etapa tranquila, sin grandes núcleos urbanos hasta llegar a Palencia. Una vez que dejemos Frómista pasaremos por Piña de Campos, Amusco, San Cebrián de Campos y Ribas de Campos, donde daremos con una espectacular esclusa triple.
En barco, la otra alternativa para conocer el Canal de Castilla.
Etapa 3: Ribas de Campos – Valladolid (47 km)
Aquí se toma ya el ramal Sur. El paisaje cambia: aparecen más cultivos, acequias, arcas de riego y tramos donde el canal serpentea con más libertad. Aunque la línea recta sigue dominando, se nota que el canal ya no busca solo transportar mercancías, sino también distribuir agua a los campos.
La ruta pasa por lugares como Grijota o Dueñas, y sigue hasta Valladolid, donde el canal se acerca a su final. En total, esta etapa suma algo menos de 50 kilómetros, perfectos para una jornada relajada. Valladolid ofrece todos los servicios necesarios y una buena conexión ferroviaria, lo que facilita la organización del viaje. Antes de llegar a la capital vallisoletana pasaremos también por otros pueblos como Cubillas de Santa María, Trigueros del Valle, Corcos, Cigales, Cabezón de Pisuerga y Fuensaldaña.
Una opción más larga: hasta Medina de Rioseco
Una vez que pasamos Palencia, también existe la opción de tomar el otro ramal: el de Campos. En lugar de seguir hacia Valladolid, se puede dirigir el manillar hacia el oeste y rodar hasta Medina de Rioseco. Este tramo, de 78 kilómetros, recorre el ramal más llano de los tres, con apenas siete esclusas, y atraviesa pueblos como Fuentes de Nava, Becerril de Campos, Castromocho, Capillas, Belmonte de Campos o Villanueva de San Mancio.
El paisaje aquí es más horizontal que nunca: Tierra de Campos en estado puro. Campos de cereal, caminos infinitos y un canal que avanza casi sin curvas. Medina de Rioseco, con su dársena y su antigua fábrica de harina de San Antonio, es un buen final alternativo para quienes buscan una experiencia más larga y alejada de las ciudades grandes.
El Canal de Castilla en Medina de Rioseco, Valladolid.
Más allá de la bici
Aunque la bicicleta es una de las formas más completas de recorrer el Canal de Castilla, no es la única. El canal también se puede explorar a pie o en barco, con rutas organizadas en puntos como Medina de Rioseco, Villaumbrales o Herrera de Pisuerga. Incluso se pueden hacer tramos en piragua, aunque es necesario contactar con empresas especializadas.
A lo largo de todo el recorrido hay museos, centros de interpretación y pequeños monumentos que ayudan a entender la magnitud de esta obra. Además, muchos de los pueblos ofrecen una gastronomía sencilla pero sabrosa, con quesos, legumbres, dulces tradicionales y los vinos de la Ruta del Cigales como compañía perfecta para reponer fuerzas.