La nueva amenaza del presidente de Estados Unidos revienta todos los ejercicios de proyecciones hasta este viernes y dispara la incertidumbre en la Unión Europea
Trump anuncia un arancel del 50% para la Unión Europea a partir del 1 de junio
“La probabilidad de una recesión en los próximos cuatro trimestres en la eurozona y Estados Unidos ha aumentado considerablemente”. La afirmación quedó recogida en las actas de la última reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), que se celebró a mediados de abril. Entonces, el peor escenario comercial para la Unión Europea (UE) que estaba encima de la mesa eran aranceles del 20% a las exportaciones de bienes en general a Estados Unidos y del 25% para el acero y el aluminio. Este viernes, la Administración de Donald Trump acrecentó la amenaza al 50% y reventó todos los ejercicios de proyecciones hasta ese momento, disparando la incertidumbre y el riesgo de que la economía se paralice a un lado y al otro del Atlántico.
“Los tipos arancelarios son tan estratosféricos que ya no significan gran cosa. Uno podría preguntarse por qué Trump opta por un arancel del 50% contra la UE en lugar del 25% o el 100%. Quizás aumente sus amenazas arancelarias al 100% en unas horas o dé marcha atrás al final del día. Nadie lo sabe, probablemente ni siquiera él mismo”, lamenta Agathe Demarais, investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un centro de análisis formado por decenas de políticos de la UE.
Las principales instituciones nacionales e internacionales (FMI, OCDE o el Banco de España en nuestro país) ya venían adelantando esta misma conclusión: el problema no es solo el impacto directo del “canal comercial” y de los aranceles que acaben sufriendo las exportaciones desde la UE a Estados Unidos, sino que los golpes que está recibiendo la economía real llegan por otros canales. “Principalmente el financiero y el de la incertidumbre”, según señaló esta misma semana Ángel Gavilán, director general de Economía del Banco de España, en la presentación del informe anual de la institución, tras la que dimitió un día después, según se explica en esta información.
Ese “canal financiero” mostró este viernes que el nuevo “anuncio de Trump fue inesperado”, prosigue Agathe Demarais. La agresividad y los vaivenes de las negociaciones comerciales son capaces de borrar miles de millones de las bolsas en horas, generando un escenario de absoluta volatilidad más allá del universo financiero. Unas ‘tierras movedizas’ en las que el resultado puede acabar siendo que las empresas se piensen dos veces sus inversiones reales y la continuidad de sus proyectos, e incluso que las familias cambien también sus planes y sus decisiones de gasto. En definitiva, cuanta más tensión, más riesgo de que se paralicen ciertas actividades.
El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, lo resume así en su presentación del informe anual de la institución: “Las simulaciones [hasta este semana] sugieren que un incremento de los aranceles afectaría negativamente al nivel de la actividad mundial, particularmente en Estados Unidos y de manera más contenida en la Unión Económica y Monetaria (UEM) y, especialmente, en España. No obstante, si estas tensiones comerciales aumentaran debido a un deterioro de las condiciones financieras globales o de los niveles de incertidumbre, el impacto negativo sobre el PIB [Producto Interior Bruto] aumentaría”.
En el actual contexto, cualquier intento de hacer previsiones con números concretos es un ejercicio imposible sujeto a múltiples escenarios. España parte como la economía menos expuesta directamente a Estados Unidos entre los grandes países de la UE. Además, frente a la debilidad del conjunto de la eurozona, y en concreto de Alemania, nuestro país lidera las proyecciones de crecimiento [con estimaciones cercanas al 2,5% de avance del PIB] gracias a ciertas dinámicas positivas —boom del turismo, exportaciones de otros servicios, transición energética o llegada de inmigrantes— desde la pandemia y que han permanecido hasta el primer trimestre de este 2025, y a algunos incipientes cambios estructurales en el mercado laboral —más empleo y menos precariedad— y en la estructura productiva —actividades de más valor añadido—.
En los últimos años, España ha registrado un superávit creciente con Estados Unidos en el comercio de servicios [le vendemos más de lo que le compramos], “que ha sido contrarrestado por un déficit en el comercio de bienes que, desde 2022, ha aumentado sensiblemente como consecuencia del incremento de las importaciones energéticas”, observa el Banco de España. “El volumen del comercio exterior español con Estados Unidos —medido como la ratio de importaciones más exportaciones sobre el PIB— es ligeramente superior al 4% del PIB. Una cifra que es mayor del 7% en Alemania y mayor del 5% en Italia; países que, además, presentan un importante superávit comercial con la economía estadounidense, en particular en el comercio de bienes”, añade.
Pero los principales socios y sus sectores industriales a los que sí está expuesta España hacen que el impacto indirecto de una guerra comercial como la planteada por Estados Unidos sea inevitable. El Banco de España ha hecho un ejercicio en el que suma el daño directo y el que llegaría a través de otros países, como Alemania, Francia o Italia. “Este canal indirecto eleva la exposición de la economía española a Estados Unidos de forma particularmente relevante para algunos sectores industriales. En especial, las industrias españolas cuyo valor añadido está más expuesto a la demanda de Estados Unidos son las vinculadas a los sectores farmacéutico y químico, el petróleo y los metales”, resume la institución.
En este tercer gráfico, se muestran solo aquellas ramas cuya exposición directa e indirecta supera el 8%. La exposición directa muestra el porcentaje de las exportaciones directas a Estados Unidos sobre la producción total de cada sector. La suma de la exposición directa y la indirecta muestra el porcentaje del valor añadido bruto de cada sector involucrado en las exportaciones directas del propio sector, así como en el suministro de insumos intermedios a otros exportadores a Estados Unidos.
Según destaca el Banco de España, para nuestro país y para la UE, “los canales de amplificación (financiera y de confianza) son cuantitativamente más relevantes que el comercial”. Por ejemplo, “como consecuencia principalmente de la guerra comercial, se ha producido recientemente una notable apreciación del euro frente al dólar. Esto podría suponer una cierta pérdida de competitividad para el sector turístico español, que afectaría negativamente a las llegadas de turistas extranjeros a nuestro país y/o a su nivel de gasto durante su estancia, si bien con un cierto retardo (de aproximadamente un año y medio)”, explica.
Además, la subida de la ‘moneda común’ respecto al dólar tiene un doble efecto. Por un lado, abarata las importaciones de petróleo o gas, que se comercian en dólares, y apoya la moderación de la inflación. Por otro, encarece las exportaciones desde la eurozona, añadiéndose al incremento de los costes para los importadores de Estados Unidos que suponen los aranceles de Donald Trump. Es decir, agravando el golpe a la actividad económica
“No es sorprendente que Trump esté poniendo la mira en Europa ahora que Estados Unidos y China han acordado una tregua comercial. Las exigencias de Trump parecen reflejar su profunda frustración con el enfoque profesional, tranquilo y burocrático de la UE en las negociaciones comerciales, lo que contrasta con su disposición a firmar rápidamente acuerdos con una imagen atractiva, incluso si en la práctica significan muy poco”, opina el investigador del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
“No hay claridad en cuanto a los objetivos comerciales de Estados Unidos, lo que hace que las negociaciones sean casi imposibles para Europa. Los negociadores preguntan cuáles son realmente las demandas estadounidenses. Estas podrían incluir peticiones que la UE reduzca sus lazos económicos con China; compromisos de comprar más GNL [gas natural licuado] o armas estadounidenses; o un acuerdo para reformar los regímenes del IVA en todos los estados miembros”, finaliza.
“En cualquier caso, el impacto final de un incremento de los aranceles sobre el volumen de exportaciones dependerá de múltiples factores, como, por ejemplo, la posibilidad de que otros países implementen ‘aranceles recíprocos’; los acuerdos comerciales finalmente alcanzados; la sensibilidad de la demanda de bienes estadounidense al precio; la extensión de las políticas arancelarias al sector servicios; la capacidad de las empresas del resto del mundo para ajustar sus márgenes, y la posibilidad de que estas encuentren mercados de exportación alternativos a Estados Unidos o puedan recomponer su oferta de productos”, analiza el gobernador José Luis Escrivá.