Chuminadas ferroviarias

Se me ocurrió decirle que tuvo que ser un andaluz de Lebrija el que escribiera la primera gramática de la lengua española, don Antonio de Nebrija, pero me hice la muerta

Después de tantos kilómetros peregrinos y cansado, dudaba si usar el servicio de fast track que ofrecía Renfe por la megafonía junto con el check in. Bromeaba con mi compañero, de habla castellana; estábamos en la lounge de la sala club donde nos ofrecieron snacks variados. Camino del embarque, sonaba que salía un Intercity

Me puse pesado y me dijo: hombre, tú, un andaluz defendiendo la lengua española. Se me ocurrió decirle que tuvo que ser un andaluz de Lebrija el que escribiera la primera gramática de la lengua española, don Antonio de Nebrija, pero me hice la muerta. También me propuse recomendarle que escuchase de viva voz el español de Borges, García Márquez o Luis Cernuda. Su oralidad. 

Una vez a bordo, resultó que justo al subir había a la vera de nuestros asientos una nueva sala executive. Ya sentados, nos saltó la invitación a conectar con PlayRenfe. Mirando por ventanilla reposaba otro tren, AVLO, es decir, low cost, es decir, de bajo coste, para tiesos. Pasado un rato, una muchacha nos ofreció un desayuno con distintas posibilidades cada una de ellas en una box.  

No es para tanto, me dijo con un poquito de cachondeo; normal, al fin y al cabo, mi compañero es radiofonista y está acostumbrado a oír entre sus jóvenes colega brunch, announces, break  y outfit. Es verdad que estándar y confort están plenamente incorporadas, como penalty; curioso cuando los hispanos asombran a los periodistas lugareños diciendo penal. Pero me imaginaba una conversación con mi madre: mamá, cuando llegues a la estación, primero el checkin pero, antes, si quieres, tómate un café con unos snacks en la lounge. Y no te equivoques que tu tren es el bueno, no el low cost. No tengo dudas de la respuesta: niño, déjate de chuminá

Poco antes de llegar a nuestro destino, pasamos por Almodóvar del Río, donde se pueden observar restos inconclusos, casi arqueológicos, de obras ferroviarias. El ‘by-pass’, don Óscar, el ‘by-pass’

El asunto se puso más culto que venenoso y nuestra reflexión nos llevó hasta pensar que en el imaginario de los ideólogos de esta invasión estaba la buena intención de crear una suerte de llanito institucional, una lingua franca, que nos haga más internacionales por eso del turismo, su PIB y otras mandangas pero todo se nos vino abajo cuando escuchamos la locución en inglés en el AVE. No obstante, como el castellanohablante seguía perplejo, le recomendé que leyera a George Orwell, no lo de siempre sino un texto fruto de su desesperación, y eso que era angloparlante y eran solo los años cuarenta: La política y la lengua inglesa. Orwell se quejaba de la invasión que sufre la mente de expresiones prefabricadas. 

Orwell daba algunas recomendaciones: no utilizar jamás un giro extranjero, un término científico, un vocablo de jerga donde pueda emplearse un equivalente en inglés cotidiano.  

Como esta invasión rige en lo público, me esperanzaba con una eventual reflexión de Óscar Puente, al fin y al cabo es de Valladolid. En los colegios de mi tiempo, a los niños andaluces nos decían que el mejor castellano era el de Valladolid, pero solo comparto esto si hablamos de castellano y no de español.  

Poco antes de llegar a nuestro destino, pasamos por Almodóvar del Río, donde se pueden observar restos inconclusos, casi arqueológicos, de obras ferroviarias. El by-pass, don Óscar, el by-pass.