Se cumplen dos meses de huelga en la plantilla de Enviser y las quejas vecinales por el estado exuberante de las zonas se posan sobre el Ayuntamiento
Vitoria vuelve a contratar la limpieza de grafitis al empresario sin experiencia por el que recibió informes negativos en 2024
Vitoria ha conmemorado este fin de semana el cuadragésimo quinto aniversario de su designación como capital de Euskadi con, entre otras actividades, la visita a los jardines del palacio presidencial de Ajuria Enea. También ha celebrado el festival de las flores, colocándolas por toda la ciudad. Incluso ha dado arranque oficioso y anticipado al verano con la apertura de las piscinas exteriores de los parques de Mendizorroza y Gamarra. Pero, en medio de tanta celebración, este martes se cumplirán dos meses del inicio de la huelga de los operarios de la contrata de jardinería, gestionada por la empresa Enviser desde 2017, y el paisaje urbano lo nota ya. Calles y avenidas presentan una exuberancia mucho mayor que la normal en plena primavera y los perros que se meten en los jardines desaparecen entre la maleza. “Esto es amazónico”, ironiza un antiguo trabajador municipal. Otra fuente explica que se tardaría “más de un año” en recuperar la normalidad si se empezara a segar hoy mismo, lo que no parece probable.
Sí, los jardineros se han plantado. “No se está haciendo ningún servicio”, constata Iñigo López de Arroyabe, trabajador de la contrata y miembro del comité de empresa en representación de ESK. El punto fundamental del conflicto es que los operarios del servicio privatizado hacen 1.700 horas anuales frente a 1.592 de los que son funcionarios y, por término medio, cobran “11.000 euros menos”. “El convenio estatal prevé salarios muy bajos. Un auxiliar cobraba menos del SMI cuando se actualizó”, explica. Su situación ha saltado ahora a la palestra por los efectos visibles de la huelga, pero llevan meses, incluso años, quejándose de sus condiciones laborales.
Un banco entre hierbas en el parque de Arriaga de Vitoria
Este jueves y este viernes, unos jardineros pasaban una cortacésped en las vías del tranvía. Algunos usuarios de ese medio de transporte, al verlos, lo destacaban. ¿Se habría acabado la huelga? No, es un servicio contratado por el Gobierno vasco, titular de la infraestructura. De hecho, en muchas calles como la Florida, esas zonas ajardinadas junto a los raíles contrastan con la maleza que crece a su alrededor. Ajuria Enea y sus jardines, los de las visitas, también los cuida un equipo especial. Los huelguistas ironizan que se enseñan esos espacios porque otros dan “vergüenza”.
El icono más característico de la ciudad tras haber recibido en 2012 el premio de ‘green capital’ de Europa es un seto vegetal con las letras gigantes “Vitoria-Gasteiz!” en plena postal de la plaza de la Virgen Blanca. Eso también está listo para las fotografías de los turistas, porque es uno de los pocos servicios que asumen los jardineros municipales, como la colocación de flores en rotondas y jardines y algunas podas especiales.
Papelera desbordaba por la huelga de jardines en Vitoria
De lo que se encarga la contrata, de 88 efectivos, es del cuidado general de jardines, de ocho grandes parques del casco urbano donde las papeleras se desbordan, de los complejos deportivos de Mendizorroza y Gamarra y de muchos servicios de mantenimiento que la ciudadanía desconocía hasta que han desaparecido, como el control de los estorninos. No está secundando la huelga el personal administrativo de Enviser y hay otros trabajadores de baja, pero no está saliendo ninguna camioneta ni barredora de la base de la empresa desde hace semanas. “El césped tiene que estar con una altura de 6-8 centímetros y hay zonas ya con más de un metro”, resume López de Arroyabe. Eso sí, pide que no se les responsabilice de la mala situación de los alcorques de los árboles porque ese servicio es de otra contrata, la de limpieza, que a su vez tiene otra subcontrata.
Como dato, desde la llegada de Enviser en 2017 se acordaron quince siegas anuales en los dos recintos de piscinas exteriores. No se han hecho, ha llegado la temporada de baños y en las zonas de toallas la maleza es muy visible. Prohibido no está acudir allí pero, a falta de la llegada de los primeros comentarios, la comodidad no parece la misma. “Tampoco hemos probado pero, si pones la toalla, supongo que no será muy incómodo”, confía un ordenanza de uno de esos complejos, que recuerda que, en todo caso, este 2025 es posible acceder con “sillas de playa o hamacas” para evitar este inconveniente, algo que no siempre se ha podido hacer.
Hierbas creciendo en las escaleras de la Virgen Blanca
El Ayuntamiento de Vitoria dispone de un buzón municipal para recibir quejas o comentarios de la ciudadanía. Se han multiplicado los relativos a las zonas verdes. “Es insostenible. Hay zonas en las que no se ven los pasos de cebra por la altura de la maleza, como en la Avenida del Mediterráneo”, explica un vecino. “Ya no es solamente una cuestión estética o incómoda. Hablamos de una cuestión de insalubridad absoluta tanto para las personas como para las mascotas”, agrega otro. “Abrís unas piscinas públicas en unas condiciones pésimas. ¡Vaya vergüenza!”, escribe un tercero. Los propios jardineros señalan Sansomendi y Abendaño como las zonas en peor estado. Pero la exuberancia se aprecia también en Salburua, en Arriaga o en la calle de Mendoza en Zaramaga, como se aprecia en las fotografías.
Muchas de esas quejas dirigen su ira al Ayuntamiento o a la empresa, no a los huelguistas. Y ellos lo agradecen. “La ciudadanía se queja y mucho. Pero no nos culpan. Han entendido que esto es justo. La gente nos para y nos apoya”, señala López de Arroyabe. De hecho, llegó a celebrarse una “protesta canina”, con dueños de perros y sus mascotas, de arrope a los trabajadores. Por la ciudad, han florecido pegatinas y carteles de apoyo a esta causa. Avisa, eso sí, de cierto “sensacionalismo”. Circulan en redes sociales y móviles mensajes sobre víboras, garrapatas y otras alimañas entre la maleza. El jardinero explica que, claro, “estadísticamente es más probable” que haya más incidencias de ese tipo pero que, por el momento, “no hay un problema de salubridad pública”.
Enviser recibe más de 4 millones de dinero público de las arcas municipales al año. Según el comité de empresa, con 0,3 millones adicionales estaría resuelto gran parte del problema salarial. Se da la circunstancia de que se ha acordado incrementar en 10 millones anuales la contrata de limpieza, por ejemplo, o pagar 0,6 millones a esas mismas empresas por problemas con la flota de vehículos. También se sigue poniendo dinero para externalizar la limpieza de grafitis.
En el Ayuntamiento, la crisis la gestiona la teniente de alcaldesa Beatriz Artolazabal, de la parte del PNV del Gobierno de coalición con el PSE-EE, aunque desde la oposición se señala ya a la alcaldesa socialista, Maider Etxebarria, por su supuesta inacción. Artolazabal ha llegado a plantear una rescisión del contrato para desatascar la situación. Tendría que ser algo acordado porque si lo promueve cualquiera de las partes tendría que abonarse una penalización porque están atados hasta 2027.
Carteles de apoyo a la huelga
Pero el Gobierno local se da aún “unas semanas” para intentar “desbrozar” la huelga. Demanda a la parte social una propuesta “realista” de subidas salariales y rechaza una equiparación porque “para eso hay que aprobar unas oposiciones”. También quiere que Enviser mejore su última oferta. EH Bildu y la coalición Elkarrekin (Podemos, IU y Equo) señalan los efectos de las privatizaciones en la gestión de los servicios públicos. El PP, de su lado, ve “lejos” la solución y argumenta que “la ciudad parece cada vez más una selva”.
Enviser ha visto mermado lo que cobra del Ayuntamiento en 375.000 euros por servicios no realizados, según el dato más reciente. Se demandó la imposición de “servicios mínimos” y es una posibilidad que se descartó. Artolazabal se quejó también de que había tenido que sufrir la protesta del personal de Enviser en su domicilio, a las afueras de Vitoria. “Voy a hablar de presiones que se están recibiendo. En concreto, las mías. En mi pueblo, los trabajadores de Enviser vienen a mi pueblo a poner pancartas, a un pueblito en el que no llegamos a cuarenta vecinos. Vienen a mi casa a ponerme carteles intimidándome. A mí, por supuesto que no, a mí no me van a intimidar. Pero con mi familia hay cosas que no voy a permitir. Esas rayas no se pueden superar. Ésta no es la vía para reclamar mejoras salariales. La huelga es un derecho y la protesta es legítima, pero no se pueden traspasar los límites del respeto”, contó.
¿Y qué pasará en el futuro? “Si se acaba la huelga, empezar a trabajar va a costar mucho, porque todo está muy alto. Habrá que hacer desbroce y luega ya poder usar la maquinaria. Un año o más, seguro. Para tener césped tupido hay que hacer corte insistente y riego”, explica López de Arroyabe. De momento, la hierba empieza a crecer ya incluso debajo de las baldosas.