Lola Índigo no quiere hijos porque ansía libertad: los prejuicios machistas contra ella y su idea de la maternidad como condena

«Simplemente no quiero esa pedazo de responsabilidad», ha dicho la cantante en una entrevista, unas declaraciones que han desatado comentarios sexistas, pero que también revelan una idea sesgada sobre ser madre y refuerzan el concepto de libertad como ausencia de vínculos o cuidados

Las madres también follan

“La maternidad no la quiero”. Pocas cosas siguen siendo tan polémicas como una mujer haciendo una declaración disruptiva sobre la maternidad. Esta vez ha sido Lola Índigo: en una entrevista en el pódcast de la marca de ropa Nude Project, la cantante era contundente al hablar de su deseo de no ser madre y del pánico que siente al pensar en el tipo de responsabilidad que conlleva. “Simplemente, no lo quiero en mi vida, no quiero esa pedazo de responsabilidad de por vida, porque yo busco la libertad en mi vida y yo siento que la libertad cuando tienes una criatura a tu cargo desaparece por completo”, decía.

Las críticas o, más bien, los comentarios llenos de juicios no tardaban en llegar; había quien hablaba de egoísmo, había quien aprovechaba sus declaraciones para atacar al feminismo y asegurar que la cantante se arrepentiría. Los comentarios destilan el machismo larvado que todavía vivimos, pero la declaración de la cantante también refleja un tópico y una tendencia: pensar que los hijos eliminan la libertad, pensar la libertad como la ausencia de cuidados y responsabilidades, entender la maternidad como la renuncia absoluta.

Yo me refiero a la ‘full’ libertad, a cogerme una mochila e irme a tomar por culo sin depender de nada ni de nadie (…) Mi objetivo vital es ser libre. Siempre

Lola Índigo

Una mujer, conocida o no, declara que no quiere ser madre. A continuación, lo de siempre: cuestionamientos, acusaciones de egoísmo o inconsciencia, llamamientos a un futuro arrepentimiento. O, si no, sorpresa, como la que expresaron los hombres que rodeaban a Lola Índigo mientras hacía esas declaraciones. “Sigue muy presente el binomio de mujer igual a madre y cuando una mujer expresa públicamente que no quiere serlo hay una conmoción. Lo sorprendente es que todavía estemos así y que sea una decisión que se tiene que justificar”, dice Miriam Aguilar, autora de ¿Y ahora qué? (Ediciones Koan), un libro en el que reflexiona sobre la no maternidad por circunstancias. Aguilar se muestra escéptica sobre la idea de que la maternidad sea una decisión libre: los juicios, las reacciones y la presión social, dice, condicionan profundamente las decisiones y sentires de las mujeres.

“Tienes que estar muy trabajada para que tanto juicio y tanta presión no te influyan hasta el punto de tomar decisiones que no estén alineadas con lo que realmente quieres o con tu manera de ver la vida. Serlo porque, por ejemplo, piensas que si no lo eres no vas a encajar. Aunque haya deseo de maternidad, siempre aparece esta carga extra de tener miedo de no estar cumpliendo con lo que se supone que tienes que cumplir”, argumenta Miriam Aguilar, que dedica un capítulo de su libro a la presión social porque en ella, apunta, nos encontramos todas las mujeres.

La ambivalencia que se experimenta durante la maternidad también aparece en la no maternidad. Jane Lazarre explora la primera en El nudo materno (Ed. Las afueras) y describe así sus emociones después de parir: “Sentí que nunca había deseado otra cosa en la vida que ser madre y juré que nunca más tendría otro hijo”.

La idea de la pérdida de la libertad asociada a la maternidad denota un concepto de libertad bastante neoliberal, esa libertad de poder estar hoy aquí, mañana allá, que al final es la libertad de no comprometerte con nada y muy funcional al capitalismo salvaje

Silvia Nanclares
escritora

De la segunda habla Sheila Heti en Maternidad (Lumen), una novela protagonizada por una mujer que se acerca a una edad en la que la decisión sobre si ser o no madre no puede posponerse mucho más sin que ella consiga aclarar sus conflictos sobre el asunto. Frente a las dudas y los claroscuros, están las acusaciones de egoísmo –por una u otra decisión–, inconsciencia –lo mismo–, o la amenaza del arrepentimiento –en este caso, solo para quien no tiene hijos, porque el arrepentimiento materno es un tabú aún mayor–.

La anulación de las madres

Pero Lola Índigo no solo expresó su “pánico” al embarazo o su deseo de no afrontar la responsabilidad de tener descendencia, también hizo hincapié en una palabra de moda, la libertad. “Yo me refiero a la full libertad, a cogerme una mochila e irme a tomar por culo sin depender de nada ni de nadie (…) Mi objetivo vital es ser libre. Siempre”, decía para explicar su rechazo a la maternidad. La libertad que invoca Índigo se parece sospechosamente a ese concepto neoliberal que se ha apropiado del término: la libertad entendida como la posibilidad de hacer siempre lo que uno quiere de la manera que quiere y cuando quiere, algo difícilmente compatible con circunstancias tan humanas como el cuidado, la interdependencia o los afectos.

La escritora Silvia Nanclares, autora de Quién quiere ser madre (Alfaguara), describe el conflicto que siente ante las palabras de la artista. “Por un lado, ole por ella por expresarlo tan claramente, es alucinante la barra libre de críticas a una mujer que sabe lo que no quiere hacer con su cuerpo y con su vida y lo expresa cristalinamente. Por otro, la idea de la pérdida de la libertad asociada a la maternidad tal y como la expresa denota dos cosas: un concepto de libertad bastante neoliberal, esa libertad de poder estar hoy aquí, mañana allá, que al final es la libertad de no comprometerte con nada y muy funcional al capitalismo salvaje. Y por otro, la idea de que aún hoy la maternidad es algo que se comerá en exclusiva la madre, y que carece de ningún soporte de lo colectivo, al menos en el imaginario”, explica.

Parece que tenemos que estar de un lado o de otro, pero aquí no hay bandos. A todas nos van a juzgar en cualquier decisión, a todas las mujeres nos une la presión social, las que quieren tener hijos y los tienen, las que quieren y no los tienen, las que no quieren…

Miriam Aguilar
escritora

No es que tener un hijo no implique cambios, renuncias, sacrificios, pero unir maternidad con la anulación de la libertad también implica ciertos prejuicios y miedos. Prejuicios porque asumimos que una madre antepondrá siempre su criatura a todo lo demás o que cancelará sus demás deseos y aspiraciones. La anulación de la libertad de una madre no deja de reproducir un estereotipo que genera mucha culpa en las mujeres que tienen hijos y que continúan con otras facetas de su vida a riesgo, también, de ser sutil o explícitamente señaladas como madres menos buenas, menos aptas.

La declaración de Lola Índigo muestra también el miedo razonable de mujeres que han visto como la falta de corresponsabilidad y de apoyo público, entre otros factores, entierran en la precariedad y el malestar a muchas otras. “La idea de que la maternidad destruye el futuro de las mujeres es bastante triste, pero muestra cómo la falta de corresponsabilidad es mayoritaria y aún cala mucho cuando una joven se imagina siendo madre”, subraya Nanclares. También Miriam Aguilar cree que las renuncias más graves proceden de la falta de corresponsabilidad y “de parejas funcionales o responsables”.

Además de la polémica general que suele armarse alrededor de este tipo de declaraciones, la maternidad tiende a polarizar a las propias mujeres, como si de una especie de guerra de bandos se tratara. Miriam Aguilar responde a este cruce de posiciones que parecen unívocas: “Parece que tenemos que estar de un lado o de otro, pero aquí no hay bandos. A todas nos van a juzgar en cualquier decisión, a todas las mujeres nos une la presión social, las que quieren tener hijos y los tienen, las que quieren y no los tienen, las que no quieren… Si no es por una cosa será por otra”.