El italiano, protagonista de un gran escándalo de corrupción y a quien Francisco prohibió entrar en el cónclave, defendió su inocencia en la audiencia con Prevost, pero el Papa descarta una amnistía o una rebaja a la condena de cinco años por malversación, que se revisará en septiembre
HEMEROTECA – El cardenal, la espía y el palacio: el Vaticano afronta el mayor macrojuicio de corrupción de su historia
Fue uno de los protagonistas de las reuniones previas al cónclave que eligió a Robert Prevost como Papa. El cardenal italiano Angelo Becciu, defenestrado por el papa Francisco y condenado a cinco años de prisión e inhabilitación para ejercer la púrpura por malversación de fondos, quiso a toda costa entrar en el cónclave para elegir, y poder ser elegido, sucesor de Bergoglio. Finalmente, tuvo que dar marcha atrás, aunque no se fue del todo. Este martes ha conseguido ser recibido por León XIV.
Un encuentro insólito, del que la Santa Sede únicamente ha informado a través del Bolletino, pero del que no se ha dado información alguna. Sectores de la ultraderecha se han apresurado a asegurar que se trataba de un gesto de cercanía, casi una rehabilitación del purpurado, después de la condena de Francisco.
Por el contrario, fuentes vaticanas apuntan a elDiario.es que León XIV habría recibido a Becciu a iniciativa del cardenal, quien quiso informarle de las razones por las que finalmente renunció a entrar en el cónclave, y que acudió a proclamar su inocencia frente a lo decretado por los tribunales vaticanos.
Becciu anunció que está dispuesto a defender esa supuesta inocencia hasta las últimas consecuencias. La apelación a su condena se verá en los tribunales vaticanos el próximo 22 de septiembre. Tal vez el cardenal esperaba algún gesto de Prevost, algo que indicara que podría amnistiarle o devolverle a algún cargo de responsabilidad en la Curia. Sin embargo, León XIV no ha mostrado intención de interferir en las decisiones judiciales, y menos ofrecer una amnistía o una rebaja de la condena para Becciu.
Sí que parece que el Papa, experto canonista, estaría pensando en promover algún cambio legislativo para evitar que conflictos como los que tuvieron lugar durante las congregaciones generales no se repitan en futuros cónclaves. Y es que no solo fue Becciu quien estuvo a punto de boicotear la elección papal. También el cardenal peruano Cipriani –a quien Prevost conoce a la perfección de sus años en el país andino– consiguió participar en las congregaciones generales.
Lo cierto es que el ‘caso Becciu’ se cerró con una histórica condena por parte de los tribunales vaticanos, que confirmaron la malversación de fondos del cardenal, demostrada su polémica participación en la compra-venta del palacio de Sloane Avenue en Londres, y del mal manejo de fondos del Óbolo de San Pedro para empresas familiares o para una misteriosa colaboradora, Cecilia Marogna, y supuestas operaciones de rescate de misioneros en una suerte de ‘diplomacia paralela’ a la de la Santa Sede.
Una vez muerto Bergoglio, Becciu forzó la máquina para participar del cónclave hasta que aparecieron dos cartas firmadas por Francisco en las que reafirmaba su decisión de excluirle del colegio cardenalicio. Solo entonces el cardenal sardo dio marcha atrás en su intención de entrar en la Capilla Sixtina, lo que ha supuesto una dura derrota para el sector ultra al que pertenece. Lo que no consiguió el resto de cardenales fue que saliera del Aula Pablo VI, donde continuó participando de las reuniones previas a la elección.
También estuvo en la misa de entronización, y ahora ha logrado ser recibido por el Papa. De ahí, a obtener la redención, va un paso muy largo, que Prevost parece no estar dispuesto a recorrer. Aunque su pontificado vaya a estar marcado por la búsqueda de la unidad. Aunque no a cualquier precio.
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