Bruselas estima que las emisiones se reducirán un 54% para 2030

La Comisión Europea ha analizado los planes nacionales para cumplir con los objetivos climáticos. No obstante, el acuerdo para la senda de reducción del 90% de las emisiones en 2040 aún se resiste

Bruselas deja en el 90% el recorte de emisiones para 2040 pese a plantearse un objetivo más ambicioso

La Unión Europea se quedará muy cerca del objetivo de reducir el 55% de las emisiones contaminantes en 2030. Es la conclusión a la que ha llegado la Comisión Europea tras analizar los planes nacionales presentados por los estados miembros, a excepción de Bélgica, Polonia y Estonia. Según el informe que han presentado antes de la reunión del Colegio de Comisarios la vicepresidenta primera, Teresa Ribera, y los comisarios de Clima y Energía, Wopke Hoekstra y Dan Jørgensen, la reducción de emisiones netas será del 54% dentro de cinco años respecto a las cifras de 1990.

“Los Estados miembros están demostrando determinación política para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles importados, mejorar la resistencia y la seguridad de los suministros y las infraestructuras energéticas, acelerar la integración del mercado interior de la energía y apoyar a quienes más lo necesitan con inversiones y desarrollo de capacidades”, señala el gobierno comunitario en un comunicado.

“Necesitamos seguir trabajando”, ha reconocido Ribera, que ha advertido de los “riesgos” de “no hacer nada” frente a la emergencia climática. “Europa está demostrando que unos objetivos fiables y predecibles basados en la ciencia y una regulación adecuada dan sus frutos”, agrega la vicepresidenta en un comunicado. No obstante, a la Unión Europea se le está resistiendo en este momento el acuerdo para fijar la nueva senda para cumplir con el objetivo de reducir el 90% de las emisiones en 2040, que es un nuevo paso intermedio para lograr la neutralidad climática a mediados de siglo.

La ambición de ese nuevo hito ya se redujo el pasado año, cuando la UE lo dejó en el 90% tras haberse planteado un objetivo mayor. Pero la presión de las capitales, las empresas y los sectores productivos para relajar la agenda verde está poniendo el camino cuesta arriba. La pretensión de Ribera, que es una firme defensora de las políticas medioambientales en medio de esa pelea, es que las “flexibilidades” que se puedan introducir en el cumplimiento de esos objetivos no suavicen el compromiso final.

Por el momento, la UE ha empezado a descafeinar algunas de las medidas que se adoptaron en el marco del Pacto Verde Europeo la anterior legislatura. Por ejemplo, se retrasarán las multas a los fabricantes de coches, que estaban previstas para este mismo año, y la derecha presiona para eliminar la prohibición de vender coches diésel y gasolina a partir de 2035.

Las exigencias medioambientales fueron la primera víctima del paquete de ‘simplificación’ legislativa que impulsó Ursula von der Leyen nada más comenzar su mandato. Bajo ese eufemismo, se están recortando requisitos sociales. La ‘revuelta’ de los agricultores paralizó el combate contra los pesticidas y, a nivel político, se han ido descafeinando iniciativas como la ley de restauración de la naturaleza, entre otras.

“Las conclusiones de hoy de la Comisión se abren paso a través del ruido político de una ”reacción“ contra las políticas climáticas para revelar una realidad más coherente: Los países de la UE están avanzando en sus planes de transición porque aportan beneficios socioeconómicos, aunque el debate público en algunos países sugiera lo contrario. Es hora de dejar atrás esa retórica y reconocer que unas políticas sólidas pueden reforzar el liderazgo de las tecnologías limpias, orientar las inversiones y proporcionar estabilidad laboral. El objetivo climático de la Comisión para 2040 llega con mucho retraso y es el marco adecuado para debatirlo”, señala Linda Kalcher, directora ejecutiva del think tank Strategic Perspectives.

“Los planes del Gobierno subrayan el constante y significativo abandono de los combustibles fósiles por parte de la UE. Nadie debe subestimar el ritmo de la transición energética: es imparable. El trabajo de la UE es dar forma a este cambio de manera que beneficie a todos los europeos. Con el impulso hacia 2030, el camino hacia el objetivo de 2040 es un próximo horizonte natural y estratégico para el futuro de Europa”, agrega Manon Dufour, de E3G.