Móviles, tabletas, ordenadores y libros electrónicos compiten con los libros tradicionales, ¿cómo afectan las distintas formas de lectura a nuestra salud ocular?
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En un mundo cada vez más digital, el uso de papel es cada día menos común. Entre teléfonos inteligentes, televisores de alta definición y ordenadores, el número de personas que pasan más tiempo mirando una pantalla en lugar de una página impresa es cada vez más elevado.
¿Qué impacto tiene esto en nuestra salud ocular? Debemos tener presente que nuestros ojos funcionan de manera distinta cuando están frente a una pantalla que cuando se trata de un soporte de papel. Y parece que ni en un caso ni en el otro adoptamos unos buenos hábitos a la hora de leer. Al menos así lo advertía en 2022 el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO), cuando dijo que la población española no sigue unos correctos hábitos de lectura para protegerse la visión, independientemente de que lo haga en formato papel o digital.
Lectura en pantalla y fatiga visual
Casi el 32% de las personas que leen en España lo hacen solo en soportes digitales, según el último Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libro, unas cifras que demuestran que continúa aumentando el porcentaje de lectores en formato digital. Aunque estos dispositivos electrónicos nos han facilitado mucho la vida, esto no significa necesariamente que sean mejores ni para la concentración, ni la comprensión y tampoco para cuidar la vista si los comparamos con la versión en papel.
De acuerdo con una investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), publicada en Applied Ergonomics, que analiza los efectos para la salud ocular de la lectura prolongada en un móvil o la tableta, esta práctica aumenta nueve de cada diez síntomas visuales y oculares más frecuentes, como visión borrosa, sequedad ocular e irritación.
En concreto, los expertos concluyen que leer más de 20 minutos en un móvil en lugar de hacerlo en papel, en las mismas condiciones de tamaño de letra, distancia de lectura o iluminación ambiente empeora estos diez síntomas visuales, sobre todo si se lee a oscuras.
Leer en pantalla exigiría más esfuerzo visual, ya que necesitamos enfocarnos en píxeles diminutos, lo cual es más difícil que leer la letra impresa de un libro tradicional, aunque también es cierto que muchos dispositivos incluyen opciones que reducen el esfuerzo, como la posibilidad de aumentar el tamaño de la fuente o ajustar el contraste o el brillo de la pantalla.
Otros estudios han demostrado también que, al leer en una pantalla, tendemos a parpadear menos, lo que a veces provoca sequedad e irritación ocular. En concreto, la frecuencia de parpadeo podría disminuir en un 66% cuando miramos una pantalla y, además, se produce lo que los expertos denominan parpadeos incompletos y, por tanto, la lubricación del ojo es menos eficaz porque la película lagrimal no se distribuye de manera uniforme por todo el ojo.
Lectura en papel: la importancia de la iluminación
Los libros impresos son el formato clásico y más natural para la vista. El contraste de la tinta sobre el papel y la ausencia de luz directa ayudan a reducir la fatiga visual. Una de las principales preocupaciones es la iluminación porque, si se hace con poca luz, se dificulta el enfoque, lo que también causaría fatiga visual. Leer con poca luz también hace que, igual que la lectura en pantalla, se pueda parpadear con menos frecuencia de lo normal, lo que provocaría sequedad ocular temporal.
Cambiar los píxeles por páginas también modifica la forma en la que nuestro cerebro procesa la información.
Pero, más allá de la salud visual, y centrándonos más en cómo retenemos la información cuando la leemos en un formato u otro, lo que algunas investigaciones demuestran es que cambiar los píxeles por páginas también modifica la forma en la que nuestro cerebro procesa la información. Este estudio publicado en Educational Research Review, tras estudiar más de 171.000 lectores, demuestra que la comprensión es mejor al leer textos impresos que digitales.
Este metaanálisis de 49 estudios realizado en 2024 revela que los estudiantes que leen en papel obtienen sistemáticamente mejores resultados en las pruebas de comprensión que quienes leen el mismo contenido en pantalla. Los investigadores lo denominan “efecto de inferioridad de la pantalla”, lo que significa que la lectura digital reduce la retención y la comprensión de la información y lo más probable es que acabemos reteniendo solo lo más esencial y tengamos problemas para recordar los detalles.
Y esto podría suceder por tres razones: sobrecarga cognitiva de las pantallas, que fomentan la multitarea y alteran la comprensión profunda; falta de mapas mentales y señales, como pasar páginas y ubicar el texto, que ayuda a la memoria de la información; y tendencia a hojear el texto, es decir, es más probable que al leer en una pantalla escaneemos el texto en lugar de realizar una lectura atenta y analítica.
El libro electrónico, ¿una buena alternativa?
Retomamos de nuevo el tema de cómo afecta el formato de lectura que elegimos y los efectos en nuestra salud visual. Ya hemos visto que tanto ordenadores como tabletas y móviles se asemejan porque todos tienen pantallas que se iluminan, y esto es lo que puede perjudicar nuestros ojos porque tenemos que mantener la mirada fija en una fuente de luz directa que nos puede provocar fatiga visual.
Las pantallas que imitan la apariencia de la tinta en el papel impreso han demostrado una menor tendencia a causar fatiga visual.
Para el CNOO, el libro electrónico, que ha revolucionado la lectura al ofrecer comodidad y acceso a miles de títulos, podría ser una buena opción si sabemos cómo usarlo. Los dispositivos de tinta electrónica imitan la tinta impresa y, por tanto, son una muy buena opción y alternativa porque la pantalla no está iluminada, podemos ajustar el tamaño de fuente y el contraste, lo cual es ideal para quienes tienen presbicia.
Muchos modelos ofrecen iluminación incorporada ajustable y brindan una imagen que se ilumina desde fuera, como el papel, lo que ayuda a evitar la exposición a la luz artificial intensa.
En estos casos se usa un tipo de pantalla distinto al de las pantallas de ordenador, que imita fielmente la apariencia de la tinta en el papel impreso y ha demostrado una menor tendencia a causar fatiga visual en comparación con otras pantallas digitales.
Recomendaciones para cuidar la salud visual
En definitiva, existen preocupaciones para cada tipo de medio de lectura. Si bien existen diferencias entre leer libros impresos, electrónicos, tabletas o teléfonos, la moraleja es la siguiente: descansar la vista. En el mismo momento en el que el CNOO reconocía que no adoptamos unos hábitos a la hora de leer, también lanzaba una serie de recomendaciones para cuidarla y daba consejos relacionados con la ergonomía visual, sea cual sea el sistema de lectura por el que optemos.
Es importante adoptar una postura erguida, parpadear con frecuencia, descansar los ojos unos minutos alejando la mirada y usar gafas de contacto para leer siempre bajo prescripción, sea cual sea el formato que elijamos.
Aquí puede sernos útil usar la regla 20-20-20 que, pese a que suele recomendarse sobre todo para proteger la vista al trabajar frente a una pantalla, también es útil para proteger y prevenir la fatiga visual al leer un libro en papel o electrónico. Según esta regla, deberíamos mirar algo diferente cada 20 minutos y durante 20 segundos, enfocando a lo lejos, a una distancia de unos seis metros.