El presidente de la Republika Srpska, la entidad serbia de Bosnia, está desafiando el frágil equilibrio de un país disfuncional desde el final de la guerra
El viaje de Serbia al autoritarismo mientras llama a las puertas de la UE
Los miembros de la unidad de élite de la policía húngara cruzaron la frontera vestidos de paisano y no se pusieron el uniforme hasta llegar a su destino. Tras llegar a Banja Luka, la capital de la entidad serbia de Bosnia y Herzegovina, posaron con su uniforme verde junto a policías serbios con pasamontañas.
Oficialmente, los húngaros habían venido en calidad de instructores, pero la misión solo se anunció públicamente después de que la prensa local se hiciera eco de su presencia. El Gobierno estatal bosnio de Sarajevo no había sido informado de que hasta 300 policías paramilitares de otro país habían cruzado la frontera y entrado en su país.
El momento de la operación es clave: los húngaros habían llegado en vísperas de una fecha crucial, potencialmente explosiva. El 26 de febrero, Milorad Dodik, el incendiario presidente de la República Srpska, entidad serbia de Bosnia, fue condenado a un año de prisión y a seis años de inhabilitación para ejercer cargos públicos por acciones separatistas.
Dodik, que dirige la entidad desde 2006, fue condenado por haber desafiado al enviado de la comunidad internacional en Bosnia, cargo creado para garantizar la aplicación de los Acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de 1992-1995. Técnicamente el poder supremo del país, el alto representante tiene potestad para imponer o anular leyes y despedir funcionarios.
En respuesta a la sentencia, Dodik dijo a sus partidarios que la condena era una “tontería” y les pidió que “estuvieran alegres”. A continuación dijo que Bosnia-Herzegovina había “dejado de existir” y, en un aparente movimiento hacia la secesión, había aprobado leyes locales prohibiendo la presencia de funcionarios policiales o judiciales nacionales en suelo de la República Srpska. Dodik insistió en que no recurriría el veredicto porque no reconocía la jurisdicción del tribunal, pero señaló que no podía impedir que sus abogados recurrieran. Los abogados así lo hicieron y está previsto que el recurso se resuelva en los próximos meses.
El veredicto y la respuesta de Dodik han empujado a Bosnia, que arrastra una larga disfunción, hacia una peligrosa crisis que podría dividir a Europa. La crisis demuestra que, en un aprieto, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se pondría activamente del lado de Vladímir Putin y de aliados como Dodik antes que de Bruselas. Durante casi dos décadas en el poder, Dodik ha sido un visitante frecuente de Moscú y el martes se presentó allí por tercera vez desde marzo.
El autoritario presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, también respalda habitualmente a Dodik en su pulso con Sarajevo y las capitales occidentales. Vučić acudió a Banja Luka en solidaridad con su aliado tras lo que calificó de veredicto “ilegal y antidemocrático” del tribunal. Los dos hombres se reunieron de nuevo en Belgrado el lunes antes de que Dodik emprendiera su viaje a Moscú.
La sentencia y sus consecuencias demuestran también que, 30 años después de que el conflicto de Bosnia se cobrara la vida de más de 100.000 personas, las divisiones subyacentes están lejos de resolverse. Pocos esperan que vuelva la guerra, pero el país sigue siendo un foco de posible conflicto y violencia en el corazón de Europa.
La guerra a la que pusieron fin los acuerdos de Dayton fue un conflicto horrendo que devolvió el genocidio al corazón de Europa. Los acuerdos se conmemorarán esta semana con una reunión de la OTAN en la ciudad de Ohio que dio nombre al acuerdo de paz. Pero aunque Dayton detuvo la matanza, también se limitó a congelar el conflicto al dividir el país en dos mitades: La República Srpska y una Federación de bosnios musulmanes (bosniacos) y croatas.
Los críticos de Dayton lo denunciaron como una recompensa a la limpieza étnica. La venda que frenó el derramamiento de sangre se ha endurecido con el paso de las décadas hasta convertirse en una camisa de fuerza que ha impedido a Bosnia convertirse en un Estado funcional. Estableció un sistema de gobierno a varios niveles que favorecía a los partidos nacionalistas, la parálisis y la corrupción.
Desde su llegada al poder, Dodik, Presidente de la República Srpska y líder de la Alianza de Socialdemócratas Independientes, ha bloqueado las reformas y la integración europea con amenazas de secesión y de vuelta al conflicto. Pero hay indicios de que se está debilitando políticamente: funcionarios bosnios y diplomáticos extranjeros en Sarajevo confirman informaciones de la prensa húngara según las cuales los paramilitares de Orbán entraron en Banja Luka para sacar a Dodik en caso de que se viera acorralado y tuviera que huir.
Eso no ha sucedido todavía, pero los expertos dicen que la salida de Dodik sigue siendo una fuerte posibilidad: en los últimos meses, la familia del líder serbio se ha puesto en contacto con un alto funcionario occidental para negociar los términos de su salida, según se ha informado a The Guardian.
Pero no es una conclusión inevitable que Dodik opte por el exilio. En lugar de ello, puede que siga intentando desafiar la sentencia –y a la comunidad internacional— y aferrarse al cargo tras el escudo de su policía paramilitar. Para el propio país, el limbo está lleno de riesgos. “Es muy claramente el momento más peligroso en Bosnia desde 1995”, dice Jasmin Mujanović, analista político bosnio. “Es una crisis que solo puede acabar con su detención o si opta finalmente por huir”.
Hubo un intento de detener a Dodik en abril, tras la aprobación de una legislación considerada extrema incluso para sus estándares. El fiscal bosnio dictó órdenes de detención contra él y otros dos funcionarios serbios y seis semanas después se produjo un tenso enfrentamiento en el este de Sarajevo, cuando la policía serbia impidió que agentes de la Agencia Estatal de Protección e Investigación de Bosnia (SIPA) detuvieran a Dodik. Los agentes de la SIPA se retiraron.
La sentencia de apelación sobre el veredicto de febrero está prevista para finales de año, pero en general se espera para el verano. Si se confirma la condena y la pena de Dodik, la prohibición de ocupar cargos públicos entraría en vigor, lo que podría desencadenar nuevas elecciones presidenciales en la República Srpska y la posible victoria de una coalición de la oposición dispuesta a colaborar contra las fronteras étnicas y reactivar la candidatura de Bosnia a la UE.
También podría significar otro intento, más decidido, de detenerle, y Bosnia podría pedir a la pequeña fuerza europea de mantenimiento de la paz, Eufor, al menos una muestra de apoyo.
“El único misterio es si Dodik aceptará la sentencia y abandonará sus dependencias en el palacio presidencial”, sostiene Igor Crnadak, exministro bosnio de Asuntos Exteriores y alto cargo del Partido del Progreso Democrático, que forma parte del bloque opositor serbio. “¿O se negará a abandonar su puesto? No creo que nadie sepa lo que hará”. “Creo que Bosnia se encuentra en un punto de inflexión”.
Christian Schmidt, exministro alemán y actual Alto Representante, insiste en que, por ahora, se trata de una crisis política y no de seguridad. “¿Cómo resolvemos este tipo de desafío sin una escalada? Creo que, de momento, es algo que necesita mucha diplomacia y conversaciones entre bastidores”, dice Schmidt. “No veo que el Sr. Dodik cumpla los requisitos para ser un miembro responsable de la dirección política de este país.”
La semana pasada, Schmidt informó al Consejo de Seguridad de la ONU sobre el empeoramiento de la situación y pidió el compromiso internacional para evitar una catástrofe. Las señales en la reunión del Consejo no eran alentadoras. La delegación rusa abandonó la sala mientras Schmidt hablaba y el miembro serbio que ocupa actualmente la presidencia trilateral rotatoria de Bosnia, Željka Cvijanović, voló para la ocasión para intentar deslegitimar a Schmidt, acusándole de “dictadura” y “represión”.
A nivel de la UE, la acción también ha sido limitada. Hungría ha bloqueado hasta ahora las sanciones contra Dodik, con ayuda de Croacia.
Sin embargo, la presión financiera sobre Dodik va en aumento. Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Austria, Polonia y Lituania han tomado medidas punitivas individuales contra él. Su esperanza de que la restauración de Trump en el poder en Washington condujera a una rápida suspensión de las sanciones estadounidenses no se ha cumplido. La nueva Administración tiene poco interés en Bosnia.
Si su apelación fracasa, Crnadak le sugirió que siguiera el mismo consejo que Dodik dio una vez a los líderes serbobosnios de la guerra cuando huían del tribunal de crímenes de guerra de La Haya: entrégate.
“Lo que estás haciendo ahora afecta directamente al pueblo serbio y a la República Srpska”, dijo Crnadak. “Si amas a tu pueblo, irás al tribunal y lucharás allí por tu inocencia”.