Un estudio de la Universitat de Vic confirma el valor del acompañamiento intensivo a los jóvenes en riesgo de dejar los estudios, un tipo de iniciativas académicas que proliferan en España
El abandono educativo temprano cae al 13%, la tasa más baja de la historia
A Mohammed Saado, de 16 años, le ha cambiado la expresión en las últimas semanas. Lo dice todo el mundo en colegio FEDAC de Vic (Barcelona) en el que cursa 3º de la ESO. “Me costaba mucho comunicarme con la gente, pero Berta me ha ayudado a resolver este problema y ahora me he ido acercando a los demás”, reconoce este adolescente. Berta Ordeix es su mentora, una suerte de consejera con la que charla cada semana. Juegan, pasean, y charlan de la vida y sus complicaciones, siempre con una meta en el horizonte: que el chico no deje los estudios.
Mohammed comenzó el curso como repetidor y después de un año algo conflictivo. Pero poco a poco el vínculo con su mentora parece surtir efecto. “Él tenía mucho miedo de relacionarse con sus nuevos compañeros, estaba cerrado en sí mismo, pero poco a poco le hemos ido empoderando, y ahora ha comenzado a abrirse”, señala Ordeix.
Esta socióloga, de 35 años, es una de las mentoras del proyecto MES, un plan piloto en cinco centros educativos de Vic y Manlleu que consiste en asignar una especie de consejero o tutor a 29 alumnos de 3º de la ESO en los que se percibe riesgo de abandonar los estudios en el futuro. Con la financiación de la Fundació Antiga Caixa Manlleu y el seguimiento académico de la Universitat de Vic (UVic), el programa dura tres años y acompaña a estos adolescentes no solo en el final de la ESO, sino también al inicio de su etapa postobligatoria.
“El acompañamiento intensivo es la forma más real, práctica y eficaz de intervenir con estos jóvenes”, constata Marcel Barjoan, profesor de psicología y sociología en la UVic y coordinador del proyecto. Además, añade, no solo sirve para mantenerles a flote académicamente, sino que el mentor a menudo permite aflorar problemas de todo tipo, incluso casos graves de carencias familiares o violencias. “En general, son chavales que no tienen a nadie que les coja y les ayude, que les empuje a seguir”, añade.
A pesar de que el abandono educativo prematuro se ha reducido en los últimos años en España, hasta afectar al 13% de los escolares, la lucha para que muchos jóvenes no tiren la toalla tras sacarse la ESO –o incluso sin ella– sigue presente en las aulas. En especial, en alumnos de entornos desfavorecidos, que tienen el triple de probabilidades de abandonar.
Para combatirlo, han emergido en los últimos años en España numerosas iniciativas como la de Vic. Ya sea desde ayuntamientos, universidades, entidades sociales o fundaciones, son diversos los programas de mentoría o acompañamiento vigentes en las aulas. “A nivel internacional cada vez hay más proyectos de este tipo, porque existen evidencias de que acompañar a los jóvenes en momentos de transición o de toma de decisiones es fundamental”, señala Aina Tarabini, socióloga de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) especialista en abandono.
El caso de la UVic tiene algunas particularidades que lo distinguen del resto. La mentoría no es voluntaria, como en otras iniciativas, sino que se trata de profesionales contratados. Además, es intensiva, con dos encuentros a la semana –uno individual y otro en pequeño grupo–, y se extiende durante tres años. Por último, la universidad ha testeado su eficacia en un estudio que ha presentado recientemente.
Los resultados en cuanto a graduaciones de ESO no son tan llamativos, puesto que lo lograron el 60% frente al 80% del resto de sus compañeros sin mentor, pero lo decisivo es que no se desvinculen de los estudios. En este sentido, de la primera ola de alumnos evaluados –acabaron el proceso 26–, casi todos continúan: 11 hacen una ciclo de Formación Profesional, cinco están en Bachillerato, 6 en programas de Formación e Inserción (no se han sacado todavía la ESO), dos han repetido y dos han dejado el programa al cambiar de país.
Mohammed, en el aula de proyectos de FEDAC junto a sus compañeros
Las asignaturas de Wadid y la confianza de Mohammed
Mohammed Saado y Wadid El Abbadi comenzaron su andadura con Berta Ordeix el pasado mes de octubre, al inicio de 3º de la ESO. Aunque sus necesidades eran distintas, ambos coinciden en su primera impresión de la mentora: desconfianza. “‘¿Por qué tendría que venir yo aquí?’, pensaba al principio, pero después de varias sesiones me gustó porque no solo nos ayudaba con los estudios, sino que descubrí que era un espacio seguro donde me escuchaba y podía hablar de todo”, comenta Widad.
Widad, de 15 años, explica que su principal dificultad era sacar adelante algunas asignaturas como Matemáticas, Física o Química. Pero a día de hoy sabe que quiere continuar después de la ESO, probablemente estudiando algo de enfermería.
Ordeix explica que suele dedicar el primer trimestre enteramente a conocer y ganarse la confianza de los ocho adolescentes a los que acompaña, y luego orienta sus actuaciones en función de lo que necesitan. “Muchos llegan con demasiados suspensos, y con ellos trabajamos la parte académica”, explica. “Pero no solo refuerzo escolar, sino que consigan espabilarse solos: que sepan tener buenos apuntes, preguntar a los profesiones cuando lo necesiten, es decir, ganar autonomía”, señala.
A menudo se encuentra Ordeix con chavales que no tienen un espacio para hacer deberes en casa. Así que les descubre la biblioteca municipal para que vean que allí tiene wifi, calefacción y mesas.
Pero la mentoría puede conducir a situaciones de todo tipo. Con algunos, los recién llegados, el reto es que dominen bien el idioma y se dedica a ello. “El otro día una chica tenía problemas con cosas de la regla y estuvimos hablando toda la tarde de esto, buscando recursos…”, enumera la mentora. “Uno vino hace poco con las gafas rotas y nadie le había dicho nada en casa. Le acompañé a la óptica y aprendió que te las arreglan gratis”, comenta.
El de Mohammed ha sido uno de los mentorajes más delicados. Nacido en Damasco, este adolescente creció en una Siria en guerra. “Vivíamos muy mal, nos teníamos que esconder en casa”, explica, sin dar más detalles sobre su pasado. Solo que su padre consiguió salir para llegar primero a Alemania, y más tarde se pudo llevar consigo a su familia a Catalunya. Mohammed tenía entonces 9 años.
Con un pasado problemático en el instituto, ahora encara por segunda vez 3º de la ESO con otra actitud. “Ahora lo vemos más tranquilo, charla con los demás en el recreo, ríe, está comenzando a vincularse con los demás”, celebra Ordeix. Y algo parecido pasa con sus perspectivas de futuro. “Yo tenía dudas… Pero me han comenzado a ayudar y he encontrado que me interesa la Informática”, comenta él. “A nuestra edad cuesta mucho ver el futuro, cómo será”, reconoce.
Falta de recursos en los institutos
Más allá de Vic, quienes conocen bien estas iniciativas, como la socióloga Tarabini, enumeran algunas características que deben tener en cuenta para completar el acompañamiento con éxito. “La edad del joven o el momento de la transición pueden variar, pero tienen que tener en cuenta las cuestiones académicas y de aprendizaje, las profesionales, y también las de carácter personal, social y emocional”, señala. “A la hora de escoger sobre el futuro, no solo cuentan las notas o las aspiraciones laborales, también la percepción que uno tienen de sí mismos y su bienestar”, apunta esta profesora de al UAB.
El estudio de Vic lo corrobora. Según sus encuestas de percepción a los chicos y chicas con mentor, la gran mayoría manifiestan mejoras no solo en su desempeño escolar, sino en la relación con la familia, con los compañeros o en la participación en el aula.
La otra cara del programa es la constatación de que sin iniciativas de este tipo, los colegios cojean a la hora de facilitar apoyo suficiente a estos jóvenes. “No llegan, y es lógico, porque la complejidad en las aulas de hoy es muy elevada, pero los profesores y las plantillas son las mismas”, reflexiona Barjoan. “Es inviable que un tutor de un grupo de la ESO llegue a 25 o 30 alumnos de la misma manera, para atender sus necesidades y las de su familia”, concluye.
Por ahora, el proyecto ya está en vías de expansión tras los resultados de la primera oleada. Fundació Antiga Caixa Manlleu y UVic negocian actualmente con las administraciones locales para extenderlo a toda la comarca. Desde su clase, Wadid lo tiene claro: “Yo se lo recomendaría a todas las escuelas, es que pueden ayudar en muchas cosas”.