Que el PP tuviese comportamientos mafiosos en el pasado reciente no hace bueno lo que pueda hacer el PSOE. Pero los votantes progresistas estamos tan preocupados por las revelaciones de estos días, como preocupados de que tanto ruido y basura nos aboquen a un gobierno de derecha y ultraderecha
De los creadores de “gobierno ilegítimo”, “estado fallido”, “el autócrata Sánchez” y “vamos camino de una dictadura”, llega ahora “mafia”, la última aportación de la derecha al discurso político, el concepto que toca ahora fijar y que repetirán una y otra vez en sus intervenciones públicas en los próximos días. Siempre en progresión ascendente, pues mafia es peor que dictadura, que ya era peor que autocracia. Las dictaduras, dentro de lo malo, tienen sus leyes y sus jueces aunque sean dictatoriales, mientras que la mafia es el crimen organizado, el vale todo, la extorsión, la violencia sin límites como modus operandi.
Pero cuidado con los calentones verbales, que luego hay que sostenerlos. Si convences a tus votantes de que nos gobierna una mafia, cada paso que des a partir de ahora tendrá que estar a la altura de la gravedad. A la mafia no se le hacen preguntas parlamentarias, ni se le presentan enmiendas legislativas, ni por supuesto una moción de censura. Las manifestaciones tampoco suelen servir contra la mafia, creo yo.
Los ciudadanos, según Feijóo, tenemos que elegir entre “decadencia o limpieza, mentiras o integridad, cloacas o decencia”. Y remata: “democracia o mafia”, donde debemos pensar que “mafia” es el gobierno de Sánchez, y “democracia” el PP. El problema con esas disyuntivas es que el resto de partidos que sostienen al gobierno, y muchos ciudadanos, no le vamos a comprar ese marco. Porque no vemos tan claro que el PP represente la limpieza, la integridad o la decencia; y porque “democracia” pasa por un gobierno del democrático PP con el ultrademocrático Vox.
Es más, le puede suceder como en el clásico chiste de Hermano Lobo, sustituyendo “caos” por “mafia”: que Feijóo nos dé a elegir “¡O nosotros o la mafia!”, y muchos le respondan: “¡La mafia, la mafia!”, a lo que él contestaría: “Es igual, también somos nosotros”. Hablar de mafia y cloacas desde el PP tiene su gracia, con lo que ya sabemos de aquella policía patriótica que sí era una auténtica y terrible mafia.
Para que no haya dudas: que el PP tuviese comportamientos mafiosos en el pasado reciente, no hace bueno lo que hoy pueda hacer el PSOE. Como votante progresista yo estoy muy, muy preocupado por todo lo que va saliendo estos días, aun sabiendo que las revelaciones periodísticas responden a una agenda política que selecciona y dosifica la información. Es urgente que el PSOE explique su relación con esa militante tan turbia como chapucera, y si el partido o alguno de sus dirigentes tienen algo que ver con sus manejos. Y de paso, que nos explique qué está pasando en la UCO, de la que tantos rumores circulan, pues si en los cuerpos policiales hubiese prácticas mafiosas, la mejor manera de combatirlas no es con otras prácticas mafiosas, sino con la fuerza del Estado de derecho.
Pero como votante progresista estoy tanto o más preocupado porque tanto ruido y tanta basura nos aboquen por toda alternativa a un próximo gobierno de derecha y ultraderecha. Lo que sería salir de Guatemala para acabar en Guatepeor. O por estirar el chiste: salir de Mafiamala y llegar a Mafiapeor.