Después de que varias voces hayan pedido revisar los protocolos del rescate de pateras para evitar accidentes como el que acabó con la vida de 7 personas este miércoles en El Hierro, cinco rescatistas con años de experiencia explican a elDiario.es la dificultad de estas actuaciones y dan claves sobre cómo lo intentan evitar en su trabajo diario
El agónico rescate del cayuco volcado en El Hierro: “Las mujeres y niñas muertas se quedaron atrapadas”
Estaban demasiado cerca para imaginar lo ocurrido después. Aunque Salvamento Marítimo detectó el cayuco volcado este miércoles a 6 millas de El Hierro, su tripulación decidió acompañar el recorrido de la barcaza hasta su llegada a puerto por sus propios medios. Lo suelen hacer, dicen, para evitar el riesgo extra que conlleva el transbordo de náufragos en altamar. Minutos después de su llegada a puerto, cuando empezaban a recoger a los primeros niños, la barcaza escoró hasta volcar. Murieron cuatro mujeres y tres niñas. No es la primera vez que pasa, pero esta ocasión no lo lo vieron quienes tratan de salvarlos.
Hace 8 meses, en septiembre de 2024, un cayuco con 90 personas a bordo, también volcó a escasas millas de El Hierro justo en el momento en que los tripulantes de Salvamento Marítimo comenzaban su trasbordo. Entonces no lo vimos, todo sucedió en altamar, pero pronto llegaron las cifras de la tragedia: más de 60 personas muertas. En un primer momento, Salvamento Marítimo alegó que el incidente se produjo por el “nerviosismo” de los náufragos en el momento del rescate, pero los supervivientes aseguraron que la embarcación chocó con el cayuco antes de la tragedia.
El hecho de que se hayan producido dos tragedias en las proximidades de El Hierro, justo en el momento en que se iba a producir el rescate, ha empujado el debate sobre una posible revisión de los protocolos de alvamento en el contexto de la migración, ante las dificultades extra que conlleva el fenómeno. La ONG Caminando Fronteras ha pedido una investigación de lo sucedido para analizar de forma objetiva las causas y valorar posibles mejoras en estas operaciones de rescate.
Las imágenes de la tragedia vivida este miércoles en El Hierro también han despertado una pregunta repetida en los últimos días: ¿Cómo es posible que haya una tragedia al lado del muelle? Con esta inquietud, el presidente del Cabildo de El Hierro ha ido más allá: “Tenemos que repensar si lo que estamos haciendo es correcto o no. Si se muere la gente a medio metro del muelle, es que algo no estamos haciendo bien”, dijo Alpidio Armas González. Fuentes oficiales de Salvamento Marítimo está realizando un análisis de la operación, estudiando los detalles de lo sucedido.
Después de socorrer decenas de miles de pateras y cayucos, cinco profesionales con larga trayectoria en distintos tipos de rescate tratan de responder a estas preguntas desde su experiencia y explican a elDiario.es la extrema dificultad ligada a una operación como la que precedió a la tragedia de La Restinga. “A nosotros nos ha ocurrido, se nos han volcado al lado. Y ha pasado porque no hemos sido capaces de tranquilizar a la gente a bodo o porque se han querido poner en el mismo lado, por eso, hemos ido aprendiendo y buscando la técnica que consideramos que mejor previene todos los riesgos que conlleva ese embarque tan complicado”, apunta Óscar Camps, presidente de Open Arms.
El momento del trasbordo de los náufragos al buque de rescate es el más complejo y delicado, reconocen los cinco expertos en salvamento. La precariedad de las barcas, la sobrecarga, las largas distancias recorridas y el agotamiento de sus ocupantes incrementan el riesgo de la operación, especialmente en altamar, donde cualquier movimiento de la mar puede incrementar el peligro. Por eso, coinciden todos ellos, estas actuaciones suelen requerir una serie de medidas de prevención para limitar cualquier riesgo de incidente o caída durante el paso de los migrantes al buque de rescate.
Miguel Parcha, excapitán de la Salvamar Polimnia, empezó a trabajar en Salvamento Marítimo en 1996. Desde entonces, dedicó su vida al rescate de personas en el mar, especialmente a la salvar vidas de migrantes en el Mar de Alborán, hasta su cese en el 2018. Este miércoles, estaba ojeando el programa de la mañana de TVE cuando escuchó la noticia del accidente. Permaneció muy pendiente de las imágenes y, un rato después, llamó a su hermano, también extrabajador del organismo de rescate para comentar lo sucedido, despertando el recuerdo de los momentos de tensión y dolor de los años en la mar. “En puerto ha pasado y, desgraciadamente, han muerto siete. Pero si eso pasa en altamar, morirían muchísimas personas más”, dice Parcha.
“En el muelle se ha tirado mucha gente, buzos, vecinos, tripulantes que estaban por ahí… pero si te pilla en altamar normalmente por protocolo no te puedes lanzar”, apunta el excapitán. Luis González, tripulante de Salvamento Marítimo actualmente en servicio, lo confirma: “Lo que sucedió en el muelle, en perfectas condiciones, con buen tiempo y acercados al barco de rescate, es a lo que nos solemos enfrentar a mar abiertio Y allí sí que no hay chance para rescatarlos”, dice el marino, también portavoz en CGT.
Salvamento Marítimo no cuenta con socorristas en su tripulación y, para prevenir riesgos para sus trabajadores, no está contemplado que estos puedan tirarse al agua salvar vidas en caso de caer personas al mar. “Nosotros no somos rescatadores, no rescatamos en el agua. Somos marinos que rescatamos personas en la mar. No nos podemos tirar al agua. No podemos abandonar el barco”, añade Manuel Capa, tripulante de Salvamento Marítimo y portavoz de sus trabajadores a través de CGT, que lleva dos décadas dedicado a salvar vidas en riesgo en el mar, especialmente migrantes. “Si llega a pasar en altamar… habría muchísimos muertos, no habría habido tanta capacidad de reacción como en tierra, con tantas personas ayudando, el mar en calma que hace que sea menos arriesgado saltar a por ellos…”, añade. “Si se tira un compañero, el resto tiene que estar pendiente de su seguridad, además de las de los náufragos, y puede ser menos operativo”, apunta Luis González.
Calmar e informar
El primer paso para comenzar la maniobra de rescate, apuntan todos los expertos consultados, es realizar un aproximación calmada. “Son personas que llevan diez días sin moverse, sentados en la barca, haciendo sus necesidades en barco porque no pueden hacerlo en otro lado. Están agotados, muchos deshidratados. Ven nuestro barco y quieren ponerse de pie y ven el salvacion”, contextualiza Capa. “En ese momento, están trasladando una serie de pesos en ese cayuco que ya está sobrecargado y puede generar la zozobra. Nosotros no llegamos con una lancha rápida. Tenemos que llegar despacito, sin hacer olas, generando tranquilidad. Explicamos con calma que salgan poquito a poco, de uno en un, de popa, y les decimos cómo vamos a hacer la maniobra”, describe el marino. “Cuando en ese momento tan delicado, donde se entremezclan los nervios, falta de entendimiento, agotamiento y, si es en altamar, las olas, cualquier percance puede desatar el caos. Y es muy fácil que el caos provoque accidentes graves. Es muy complicado ese embarque”, añade.
Para Óscar Camps, ese primer paso tiene que ver con el “factor humano”, con la manera de aproximarse a la embarcación en riesgo. “Nos los encontramos con miedo, ansiedad, desesperación después de estar días o semanas en el mar”, sostiene el presidente de la ONG que actualmente opera en el Mediterráneo Central. “Tenemos que calmar el miedo, explicar lo que vamos a hacer. Pedir con claridad que nadie se mueva, que estén tranquilos. Explicamos cómo va a ser la maniobra, que va a ser de uno en uno mientras el resto se tiene que quedar sentado en su sitio”, sostiene.
El objetivo: mantener el centro de gravedad. “Es vital. Cualquier movimiento y cualquier balanceo, si no lo detienes, se hace más grande y más grande. Si no has conseguido que se sienten, es muy peligroso. Y, si no tienes suficientes manos para rescatar a todos los que puedan caer, si no hay socorristas a bordo, el numero de muertos será muy alto”, indica Camps, quien no recomendar colocar la barcaza junto al bote de rescate, como se hizo durante la tragedia de El Hierro. “Puede hacer que todos tiendan a acercarse a la embarcación, es muy peligroso”, sostiene.
El modo de operar de las ONG de rescate, tanto Open Arms y del Aita Mari, dista de organismos oficiales como Salvamento Marítimo. Sus barcos son más grandes y, por tanto, tardan más en llegar al punto de origen de la alerta. Sin embargo, al contar con mayores espacio en el buque, en el momento de realizar el rescate a través de zodiaks rápidas que cargan a bordo, cuentan con recursos distintos para evitar la desestabilización de las barcazas en el momento del embarque.
¿Chalecos salvavidas?
“Antes del trasbordo a las zodiak reparimos los chalecos salvavidas. Eso es vital. A veces, incluso haciéndolo bien, se parte y vuelca. Por eso es importante adelantarse y prevenir. También ponemos a los lados unos cilindros hinchables para que, en el caso de ocurrir un accidente, puedan agarrarse”, apunta Camps. A bordo del Aita Mari, la ONG Salvamento Marítimo Humanitario tiene un modus operandi similar. “Hacemos una evaluación de riesgo, damos una vuelta al bote, vemos si hay alguien en el agua e, inmediatamente, distribuímos chalecos”, indica Mijangos. “En altamar, cualuier cosa puede hacer que un vote, no solo vuelque, también que colapse. Se puede desfondar y complica bastante las cosas. Por eso es tan importante llevar elementos de flotabilidad para que en caso de que pase no se ahoguen”, indica el presidente de la organización. Ellos llevan cerca de 175 chalecos de distintos tamaños, también más pequeños, pensados para los niños.
Los tripulantes de Salvamento, sin embargo, consideran que para ellos es muy complicado desplazarse con cientos de chalecos salvavidas para entregárselos a todos los ocupantes de este tipo de embarcaciones, dado que cuenta con menos espacio en sus embarcaciones, aunque eso a su vez les permite ser más rápidos para llegar cuanto antes tras un aviso. “Es otra forma proceder. Nosotros reducimos el tiempo a la mitad, pero no podemos ir tan cargados. Ellos hacen un trabajo excepcional donde el Estado no llega -en referencia a Open Arms-, pero como organismo oficial tenemos que llegar rápido”, indica. “Nuestras medidas para prevenir que ocurra un accidente tienen que ver con la sabiduría que tenemos, la profesionalidad, el conocimiento de la mar y del fenómeno”, concluye.
No es la primera vez que pasa, pero esta ocasión no sólo lo vieron quienes estaban a punto de salvarlos. No es la primera vez que Óscar Camps ni Iñigo Mijangos han visto volcar una barcaza abarrotada de personas justo cuando empezaba el rescate. Tampoco la de Manuel Capa, Luis González ni Miguel Parcha, trabajadores de Salvamento Marítimo durante décadas. Han visto a niños escurrirse entre el chaleco salvavidas o los brazos de su madre; jóvenes que, nada más caer al agua, se hunden tan rápido que no llegan a alcanzarlos. Algunos se acuerdan de sus ojos, mirando los suyos con terror en los segundos anteriores a perderse en el agua. Por eso, empatizan con sus compañeros de El Hierro, mientras se muestran abiertos, cada uno desde su ámbito de actuación, a buscar las mejores fórmulas para evitar más muertes en el mar.