Un trabajo científico contabiliza las jornadas de temperaturas peligrosas registradas en el mundo entre mayo de 2024 y de 2025 que «no hubieran sucedido sin el cambio climático»
Muertes masivas por el calor extremo: el impacto de la crisis climática ya no es ciencia ficción
España está inmersa, aun a finales de mayo, en un episodio de calor extremo con temperaturas propias de julio. En realidad es la prolongación de una racha que, en los últimos 12 meses, ha provocado 30 días extra –un mes entero– de calor intenso debido al calentamiento global. Este plus de temperaturas extremadamente altas son atribuibles al cambio climático, según los cálculos de los científicos del World Weather Attribution, la Cruz Roja y Climate Central.
El análisis de estos investigadores ha establecido, además, que la mortífera ola de calor que recorrió la cuenca del Mediterráneo en julio de 2024 –afectó a Marruecos, España, Portugal, Italia y Grecia– fue hasta 10 veces más probable debido al efecto invernadero generado por las emisiones de CO2.
El estudio ha revisado las temperaturas mundiales entre el 1 de mayo de 2024 y el 1 de mayo de 2025 y ha concluido que unos 4.000 millones de personas, incluidos los habitantes de España, han padecido al menos 30 días con un calor por encima de la media de las temperaturas más altas registradas entre 1991-2020. En España, de 48 días inusualmente calurosos el año pasado, 30 “no hubieran sucedido sin el cambio climático”.
“Este estudio debe tomarse como otra cruda advertencia: el cambio climático está aquí y mata”, analiza la profesora de Ciencias del Clima del Imperial College de Londres y codirectora de World Weather Attribution, Friederike Otto. La física reitera que “con cada barril de petróleo quemado, cada tonelada de dióxido de carbono liberada y cada fracción de grado de calentamiento, las olas de calor afectarán a más personas”.
En este sentido, el año pasado –y dentro del periodo evaluado por estos científicos– 1.300 personas murieron, casi de golpe, durante una ola de calor sobre la peregrinación musulmana a la Meca que siguió a episodios de muertes masivas por las temperaturas en India y México.
Debe tomarse como otra cruda advertencia: el cambio climático está aquí y mata. Con cada barril de petróleo, cada tonelada de CO2 liberada y cada fracción de grado de calentamiento, las olas de calor afectarán a más personas
Mariam Zacariah, investigadora de atribución de fenómenos meteorológicos en el Centre for Enviromental Policy del Imperial College, explica que “es evidente que el cambio climático está poniendo en peligro la vida en todos los continentes. El año pasado añadió un mes más de calor peligroso a la mitad de la población de la Tierra, un resultado enorme”.
El estudio ha detectado que en 195 países y territorios, el cambio climático ha doblado el número de días de calor extremo que tienen que soportar las personas respecto a lo que sería un mundo sin esa alteración del clima.
Los lugares del planeta más afectados en estos 12 meses han sido la Micronesia, con 157 días extra, y las islas caribeñas de San Vicente y las Granadinas, con 151, y Granada con 145.
De manera parecida, los investigadores han detectado hasta 67 episodios de calor extremo en ese periodo de tiempo en los que “han batido récords o han tenido impactos severos sobre la población” y, en todos ellos, “el cambio climático los ha hecho más probables”.
En España, en la parte de 2024 analizada, hubo tres olas de calor que duraron 22 días. Uno de cada cuatro días del verano registró calor extremadamente alto para esa época del año.
No hay lugar a salvo en el planeta
Los daños que el calor extremo produce sobre la salud están sobradamente acreditados. “Es la consecuencia más mortal de un cambio climático que no deja una sola parte del planeta sin tocar”, como lo define la vicepresidenta científica de Climate Central, Kristina Dahl.
Es evidente que el cambio climático está poniendo en peligro la vida en todos los continentes. El año pasado añadió un mes más de calor peligroso a la mitad de la población de la Tierra, un resultado enorme
Entre los adultos de mayor edad o con problemas previos de salud, las temperaturas muy altas “incrementan el riesgo de fallo cardiovascular, los problemas respiratorios y la muerte prematura”, recuerda este trabajo.
En el caso de grupos de renta baja, la dificultad para acceder a refrigeración, a los servicios sanitarios o a viviendas adecuadas “empeora la exposición a esas temperaturas y reduce la posibilidad de recuperación tras las olas de calor”. En España, la escalada del calor ya ha provocado que la necesidad de refrigerar los edificios –aplicar el aire acondicionado– para aliviar las altas temperaturas sea casi el doble que en 1979.
De igual manera, las embarazadas también afrontan un estrés añadido durante estos episodios que “pueden afectar negativamente tanto al feto como a su propia salud”, remata la evaluación científica.
También “hay buenas noticias”, matiza la física Friederike Otto: “Sabemos exactamente cómo evitar que las olas de calor empeoren”. Y enumera la fórmula, tajante: “Sistemas energéticos más eficientes que se basen en renovables, no en combustibles fósiles, y crear sociedades más igualitarias y resilientes”.