La librera de Asturias que abrió la primera y única habitación propia para autoras para que no sean la excepción

Mónica Iglesias abrió ‘La habitación propia’ en Gijón para crear un espacio con “filosofía feminista”

Si Mónica Iglesias cierra los ojos y se imagina un lugar en el mundo en el que estar a gusto, en su cabeza aparece uno muy parecido al suyo. Mónica abrió en el año 2018, en Gijón, una librería especializada en literatura femenina, la única de Asturias, y en la que ha creado algo que va mucho más allá de un negocio de libros: La habitación propia. Y esta habitación, cuyo nombre es un claro guiño a la obra de Virginia Woolf, es también ese espacio que todas las mujeres necesitan para poder encontrarse con ellas mismas: un lugar seguro, con miles de libros colocados en estanterías blancas con apliques de luz tenue, con sillones tapizados en telas estampadas, máquinas de escribir, un hilo musical que suena de fondo y que no molesta, con una barra pequeña en la que se sirven cafés, tés o vinos. Un espacio amplio, donde hay tertulias y se habla de la vida y de las mujeres, donde se hacen los silencios y se respetan, porque también forman parte de la vida, y donde, en muchos de los libros de esas autoras en las que casi nadie repara, otras mujeres se sienten reflejadas.

Una librería con “filosofía feminista” y con un encanto tremendo, donde se pretende empezar a dar la vuelta a la historia, esa que siempre ha relegado las obras de las mujeres al espacio más pequeño.

“Si miramos los títulos de una editorial generalista, hay un ochenta por ciento de obras escritas por hombres frente al veinte por ciento que son de autoras. Las grandes autoras de la historia no están representadas.” Salvo en la “habitación” de Mónica, donde todo el espacio es para ellas.

Mónica Iglesias se recuerda leyendo desde pequeña. Leyendo y comprometida, siempre ha crecido vinculada al movimiento feminista, y le reconforta ver cómo por su “habitación” pasan mujeres de todas las generaciones, y también algunos hombres.

“Siempre digo que es importante que los hombres nos lean para que puedan entendernos. No puedes comprender nada de la historia del mundo sin leer las obras de las mujeres.” Y justo en ese instante, un señor de mediana edad entra en la librería y se acerca a la barra. Pide un vino. Es la una y media de la tarde de un día de semana en Gijón, y es un cliente habitual. Las cosas van cambiando.

Las manos de Mónica no paran, son inquietas. Coge un libro, otro. Hace un café, sirve un té kombucha, acaricia a su perro, recoge un pedido que llega… y matiza un dato importante, que le hace abrir los ojos enormes detrás de sus gafas, que reposan serenas, formando parte de su cara dulce.

“A las mujeres autoras te las ponían como ejemplo de excepciones.” Hubo un día en que, mirando las estanterías de su casa, cuando todavía vivía en Avilés, se percató de que no podía citar ni veinte autoras seguidas y que, en su colección de libros, sólo había tres mujeres autoras.


Mónica Iglesias

“Tenía todos los clásicos franceses, los ingleses, y me faltaban autoras.” Fue la primera señal para darle un giro radical a su vida: el día que se le despertó la idea de montar una librería en femenino. A los meses lo hizo realidad en Gijón y gracias, en parte, al apoyo de otra mujer: Gloria, bibliotecaria de Avilés. Mujeres apoyando a otras mujeres en sus proyectos; el feminismo desde la base.

“Esto es un universo propio, donde los libros van por otro lado, diferente al del resto de las librerías. En realidad, siento que se me queda pequeño el espacio”, concreta, para hacer un apunte importante a quienes le preguntan el motivo por el que en sus estanterías no hay libros de autores.

“A nadie le preguntan por qué no vende fruta en una carnicería. Esto es una librería de autoras.”

En los siete años de andadura de la librería, Mónica ha pasado por muy diferentes emociones. Primero, la emoción y el subidón de cuando se le vino la idea a la cabeza y el proyecto empezó a tomar forma; después, vino la soledad del primer año, lo complicado de arrancar un negocio tan especial y concreto.

“Pasaba días sin ver a nadie”, explica. Más tarde, la calma y la serenidad: ver las cosas asentarse, ver la gente que ha ido entrando por curiosidad, los que han venido para quedarse y las caras nuevas.

“Leemos diferente, pero seguimos leyendo. Ahora la gente joven te lee unas sagas tremendas, pero es cierto que la gente se acerca a conocer la librería, a buscar títulos o a dejarse asesorar para buscar un regalo. Viene gente de 16 años, y eso me hace especial ilusión. Luego hemos creado una comunidad preciosa y un club de lectura donde la media es de treinta años. Tenemos una clientela muy especial”, relata. Y, unos metros más atrás, una estudiante lee y escribe en su ordenador, con una media sonrisa y con Typh Barrow sonando de fondo.

Es Gijón, pero podría ser cualquier lugar del mundo.


Mónica Iglesias en ‘La habitación propia’

Mónica Iglesias siempre ha sido una gran lectora, y en esos libros ha encontrado ella “el sentido universal de la vida. Con la lectura te das cuenta de que tus experiencias no son tuyas, le ocurren a más gente. Leer te da una capacidad de crítica y de tolerancia inmensa y te permite viajar, que puede parecer un tópico, pero con la lectura te acercas a lugares y a cosas a los que no podrías acceder de otra forma. Leer autoras es, para las mujeres, como verse en un espejo”.

Cientos de escritoras llenan las estanterías de la “habitación” de Mónica y vacían las ideas instauradas, esas que asocian de mano a las autoras con el amor romántico o con “arquetipos que no existen”, porque en realidad los prototipos clásicos son cosas de hombres: Madame Bovary o La Regenta son libros de autores. Para muestra, Lolita, de Nabokov, un libro en el que “se han dulcificado los maltratos, donde la protagonista es víctima de un abuso”, señala Mónica.

En los libros de esta habitación se inicia un cambio de mirada que necesita la sociedad, y se demuestra que las autoras han sido y son grandes, inmensas. Mujeres que, como Mónica, no tuvieron miedo a escribir sobre la realidad: el maltrato, el mito de la belleza, los abusos, la maternidad… Mujeres que escriben sobre la vida de mujeres, relatos de verdad. Desmitificando ideas de otros tiempos, en los que Rousseau defendía que “las niñas no debían recibir educación”.

Autoras que necesitaban de la valentía de personas como Mónica, una mujer capaz de dedicarles una librería entera y de sacarlas de todos los armarios, para dedicarles todas las estanterías.