¿Podría un atleta dopado batir el récord de Usain Bolt? El peligroso despropósito de los primeros ‘Juegos Mejorados’

Los expertos advierten de que esta competición con barra libre para el dopaje, prevista para 2026 en Las Vegas, puede dejar más muertes que récords y convertirse en un nuevo «circo romano»

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Mientras su padre se dedica a romper las reglas de juego de la política, Donald Trump Jr. invierte su capital en romper las reglas del deporte. El hijo del presidente estadounidense es uno de los principales inversores de los primeros Juegos Mejorados (Enhanced Games), un evento deportivo promovido por el empresario australiano Aron D’Souza para que los atletas compitan con pleno acceso a las sustancias dopantes y tecnologías que les permitan derribar los récords del deporte convencional. 

La competición, con la que sus creadores se proponen reinventar los Juegos Olímpicos, ya tiene fecha y sede: se celebrará del 21 al 24 de mayo de 2026 en Resorts World, en el Strip de Las Vegas. Según adelanta The Guardian, el evento incluirá pruebas de velocidad, natación y halterofilia, donde el dopaje puede marcar la diferencia, y los participantes recibirán miles de dólares. Si alguien bate el mítico récord de los 100 metros lisos, además, tendrá un premio de un millón de dólares. 

La organización asegura que el nadador greco-búlgaro Kristian Gkolomeev ya batió en febrero el récord mundial de los 50 metros libre usando estas sustancias y que al menos seis plusmarquistas mundiales están interesados en participar. También cuentan entre sus filas desde el inicio con el nadador y excampeón mundial James Magnussen, retirado desde 2019, que pretende alcanzar una plusmarca con ayuda del dopaje.

¿Batir a Usain Bolt?

D’Souza, que recibe el asesoramiento y el apoyo económico del multimillonario tecnológico Peter Thiel, se ve a sí mismo como un pionero y se compara sin pudor con personajes como Cristóbal Colón o Johannes Gutenberg. Su entusiasmo le lleva a hacer todo tipo de afirmaciones descabelladas. “Imaginemos que un hombre de 60 años batiera el récord mundial de Usain Bolt”, proponía en una entrevista en 2024. “Eso nos obligaría a pensar en lo que significa retirarse a los 65”.

Cuando rompamos el récord mundial de los 100 metros en los primeros Juegos Mejorados, todos se preguntarán: ¿qué ha tomado y cómo lo consigo?

Aron D’Souza
Empresario y CEO de los «Juegos Mejorados»

Detrás de esta excentricidad, como siempre, se esconde un suculento negocio, basado en la lógica del troll: incluso quienes más lo odian no podrán dejar de mirar. D’Souza esgrime varias falacias en su defensa, como que habrá supervisión médica, que el alcohol es más peligroso que estas drogas o que el consumo de sustancias dopantes está muy extendido. Si el dopaje es moneda corriente, argumenta, los Juegos Mejorados solo equilibrarán las reglas del juego. Al final, todo se resume en llamar la atención y conseguir dinero. “Cuando rompamos el récord mundial de los 100 metros en los primeros Juegos Mejorados —fantasea—, todos se preguntarán: ¿qué ha tomado y cómo lo consigo?”.

Un nuevo circo romano

Las críticas a la iniciativa han llovido desde todas las instituciones. Los especialistas consultados por elDiario.es coinciden en que esta filosofía traerá un goteo de muertes, más que de récords, porque los efectos del dopaje son bien conocidos. “Es indudable que aumentará la mortalidad con la utilización indiscriminada de estas sustancias”, asegura Pedro Manonelles Marqueta, catedrático y ex presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). “No tanto muertes instantáneas, pero sí que habrá más muertes diferidas en el tiempo”. 

“Puede que algunos aparezcan muertos al día siguiente o desarrollen enfermedades al cabo de unos años”, asegura Pilar Martín Escudero, especialista en medicina deportiva de la Universidad Complutense (UCM). “Cuando leí la noticia, sentí miedo”, confiesa Mikel Zabala, catedrático de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada (UGR). “No hay consideraciones éticas, solo existe el espectáculo y el dinero. Me recuerda al circo romano, donde el gladiador y su vida importaban bien poco”.

Cuando leí la noticia, sentí miedo. No hay consideraciones éticas, solo existe el espectáculo y el dinero. Me recuerda al circo romano

Mikel Zabala
Catedrático de Educación Física y Deportiva de la Universidad de Granada (UGR)

Las sustancias para aumentar la masa y la fuerza muscular, como los anabolizantes y esteroides, tienen efectos en todos los órganos del cuerpo, señala Manonelles. “Afectan al corazón, con aparición de miocardiopatías, arritmias e hipertensión, interfieren con la función sexual y, a largo plazo, se ha demostrado que pueden provocar cáncer”. Por otro lado, enumera, los estimulantes como las anfetaminas y la cocaína producen arritmias e infarto de miocardio, y las drogas que se utilizan para aumentar el rendimiento y la resistencia en los deportes de fondo, como la eritropoyetina (EPO), producen trombos. 

“Por eso ha habido bastantes casos de deportistas que han fallecido de un tromboembolismo pulmonar de madrugada”, señala el experto. “Llega un momento que ese exceso de glóbulos rojos se atasca y ese trombo viaja, llega a una arteria del corazón y te has muerto”, insiste Martín Escudero. Aparte de todo, destaca, muchas de estas sustancias producen problemas psicológicos graves a medio plazo, que pueden acabar en comportamientos agresivos o suicidio. 

Atletas como juguetes

Para Mikel Zabala, aunque lo más revelador van a ser las muertes, habrá muchas otras consecuencias que seguramente se tapen, porque los participantes tendrán cláusulas de confidencialidad. “Aquí estamos hablando de una falta absoluta de ética y de no respetar la vida ni la salud humanas, de tratar a las personas como juguetes”, asegura. “¿Y cuál es el amparo legal para hacer eso? ¿De dónde van a salir las recetas para estas sustancias?”.

Obviamente, el dopaje aumenta el rendimiento, pero no es una poción mágica. Necesitas una base de partida

Elena García Grimau
Doctora en Ciencias del Deporte y excampeona de España de 3.000 metros en pista cubierta

Elena García Grimau, doctora en Ciencias de la Educación Física y el Deporte que trabaja en la unidad de integridad de la Federación Internacional de Atletismo, habla desde la experiencia como atleta y campeona de España de 3.000 metros en pista cubierta. “Esto lo organizan dos o tres personas poderosas con mucho dinero que se van a aprovechar de la situación probablemente vulnerable de muchos deportistas o exdeportistas”, afirma. 

En su opinión, será difícil que atletas de élite se presten a este juego y arruinen sus carreras, pero es posible que gente de segunda fila que necesite dinero lo haga. “Obviamente, el dopaje aumenta el rendimiento, pero no es una poción mágica”, asegura la atleta. “Necesitas una base de partida, si tú eres un deportista de nivel medio alto, con el dopaje a lo mejor conseguirás estar entre la élite mundial, pero de ahí a batir un récord como el de Usain Bolt… Tienes que ser alguien que ahora corre mucho”.

Estamos en la cultura de la inmediatez, del TikTok y el Instagram, donde parece posible conseguir batir el récord mundial sin entrenar y con una pastilla

Pilar Martín Escudero
Especialista en medicina deportiva de la Universidad Complutense (UCM)

“Eso de que las marcas mejoran automáticamente si aplicas dopaje no es tan real como parece”, señala Pilar Martín Escudero. “Lo que pasa es que estamos en la cultura de la inmediatez, del TikTok y el Instagram, donde parece posible conseguir batir el récord mundial sin entrenar y con una pastilla”. “A pesar de todo, el récord del jamaicano se batirá”, observa Manonelles. “Hay algunos atletas que se encuentran cerca y es cuestión de tiempo que se rebaje esa marca, especialmente si se recurre a procedimientos de dopaje”. 

Lo peor, a juicio de los expertos, es el mensaje que se envía a la sociedad y sobre todo a los aficionados, el ámbito en el que está más extendido el consumo de sustancias. “Sabemos que ya existe una enorme utilización de productos dopantes”, asegura Manonelles. “Esto es terriblemente peligroso porque afecta a un número inmenso de la población y es un problema de salud pública que tiene consecuencias que todavía no somos capaces de cuantificar”, concluye. Jugar a banalizar el dopaje con espectáculos grotescos puede terminar agravando el problema y pasando una triste factura a la sociedad.