El equipo y las familias de Abellota buscan financiaciación mediante una recaudación de fondos para mejorar las infraestructuras y ser parte del “sistema formal”
Cuando el aula del cole es un bosque: el singular modelo educativo de la localidad oscense de Ulle
A los pies del Pirineo, Ulle acoge un proyecto educativo diferente en el que 27 niños y niñas tienen como aula el bosque. En la escuela Abellota aprenden los conocimientos reglados por la LOMLOE, aunque en un escenario diferente al acostumbrado: el aula es el bosque. Simón es uno de los niños que acude a este espacio, tiene diez años y lleva cuatro años formándose en el bosque. Eva Pradillo es su madre y explica que hace cinco años se mudaron a Villanúa y que Simón no se adaptó a la escuela de esta localidad. “Mis hijos ya venían de una escuela alternativa en Madrid, veníamos muy sensibilizados con la educación y la necesidad de respetar los ritmos de aprendizaje. Cuando llegamos, la escuela pública era muy convencional y había mucho estrés por el covid, no podían apenas salir y él venía de una escuela con mucho aire libre”.
Un día, yendo en bicicleta, encontraron el proyecto de Ulle y vieron que era la alternativa perfecta para su hijo. Ya es el cuarto curso que Simón estudia en Abellota y Eva asegura que están “muy satisfechos”: “Vemos que nuestro hijo escribe, lee, hace las cuentas matemáticas, siempre tiene mucha inquietud sobre lo que aprende”. El año que viene, Simón se irá a un curso de intercambio a Francia y su madre asegura estar “muy tranquila” porque sabe que tiene “todos los conocimientos adquiridos, lo que tiene que saber, lo sabe”. Resalta además “todo lo que sabe de naturaleza, sabe decirme tipos de aves y de plantas, no es un conocimiento teórico, es lo que viven”.
El aula es el bosque, pero también cuentan con espacios cerrados donde educar. “Las instalaciones fijas que utilizamos en el día a día necesitan reparaciones y mantenimiento. Las familias nos encargamos de lo que podemos, pero hay aspectos que requieren una mayor inversión”. Por ello, han iniciado una recaudación de fondos para “seguir creciendo”, el dinero se va a invertir en comprar nuevas telas para la yurta, adquirir material para mejorar los espacios de aprendizaje e invertir en formación para divulgar la labor que se realiza.
Jara es una de las profesoras de esta escuela, aunque no es su primera vez trabajando en un proyecto educativo como este. Viene de Alemania, donde ejercía su profesión en una escuela bosque pública. Junto a Rebeca, fundaron este proyecto tras el reclamo de los padres y madres de otra escuela bosque, Caxico, que solo abarcaba infantil. “Caxico dejó de funcionar y Abellota absorbió la parte de infantil. Picapinos son los más pequeños, ardillas es el primer ciclo de primaria y castores segundo y tercer ciclo de primaria. Los agrupamos porque ahora solo tenemos un niño en tercer grado, un niño francés que ha venido de propio para este curso, como si fuera un intercambio”.
Actividades de los alumnos de Abellota en la naturaleza
La idea es “aprender del espacio en el que estamos, aprender del territorio, de las personas y la naturaleza que conforma el espacio”. Jara resalta el entorno de Ulle, un “territorio muy rico” y destaca que en un sitio así “hay que hacer una escuela a cielo abierto”. Explica que no abren muchas plazas porque su objetivo es crecer “poco a poco”: “No queríamos que entrasen niños mucho más mayores de los que ya estaban al principio para ir creciendo juntos”. Considera que es un proyecto “revolucionario” y destaca que hay personas de otros lugares de España que se han trasladado a la zona para llevar a sus hijos a este centro: “Las pocas casas que hay de alquiler en Ulle, están alquiladas a familias que vienen a la escuela”.
Jara explica que el proyecto, además de ir creciendo, se ha ido “profesionalizando”: “Tenemos claras las líneas a seguir, empezamos como asociación, ahora somos una cooperativa. Toda la gestión se organiza entre las familias, todas las familias trabajan en algún grupo”. En el texto de la recaudación de fondos exponen que, entre todas las familias buscaron “un espacio adecuado y nos rodeamos de acompañantes con formación y vocación por este enfoque educativo, dispuestos a acompañar a nuestras bellotas, como llamamos a los niños y niñas de la escuela. Así, con mucha dedicación y esfuerzo, arrancó este proyecto, que desde sus inicios ha crecido paso a paso, con el objetivo de ofrecer un modelo educativo que favorezca el desarrollo integral de cada niño en armonía con su entorno”.
Jara, Rebeca, Nico, Elisa y Cristina, el equipo pedagógico de Abellota
Hasta ahora, han logrado crear un espacio de educación en plena naturaleza, formar un equipo pedagógico especializado, establecer una comunidad de familias comprometidas, adecuar las instalaciones al número de alumnos y “ver florecer a nuestros pequeños y pequeñas como seres libres y curiosos”.
Adaptar las infraestructuras
Jara expone que este es el momento “de dar el salto” y ser parte del “sistema formal”. Para ello, tienen que realizar cambios en las infraestructuras necesarias para conseguir esos reconocimientos. “Necesitamos mejorar las instalaciones porque la escuela bosque no está reconocida en el sistema educativo español con unas infraestructuras únicas para ese tipo de escuela, nos tenemos que adaptar a las infraestructuras estatales, aunque sí que hay flexibilización de requisitos”. También expone que les gustaría dar a conocer su proyecto a más escuelas, realizando formaciones.
En cuanto a la adaptación de los alumnos a la escuela pública, Jara explica que los que han salido del proyecto y se han incorporado en centros “normales” no han tenido “ningún problema, están al mismo nivel que sus compañeros. Nosotros seguimos el currículo, no es que estén en un mundo aparte”. Por eso considera que, cuando llegue el momento de pasar al instituto, “estarán preparados”.
La programación anual en esta escuela se hace en función de la rueda del año, es decir, “lo que va a ocurrir a lo largo del año en la naturaleza”. Explica que, al inicio del curso, ven “cómo podemos organizar los saberes básicos que nos marca el currículo educativo en función de la naturaleza”.
Añade que trabajan mucho el diseño universal de aprendizaje, tratando de adaptar las programaciones a los diferentes ritmos de cada niño o niña, “no crear espacios que solo están diseñados para una determinada edad, vemos el abanico que tenemos en caso de primaria y en infantil, les damos opciones para ir aprendiendo”. Pasan mucho tiempo en el exterior, “pero tenemos espacios interiores donde tenemos mucho material, por ejemplo Montessori, trabajamos contenidos fuera como pueden ser las medidas, basadas en la experiencia o la geométrica. Trabajamos mucho en equipo, creemos que el aprendizaje es sobre todo social, somos seres sociales, permitirnos que exista ese diálogo, que puedan trabajar solos, pero también en grupo, flexibilizamos mucho los espacios para trabajar de diferentes formas”.
Actividades que hacen los niños en el exterior
Jara concluye deseando que este tipo de alternativas educativas se conviertan en una opción más: “La normativa en cuanto a edificios es bastante compleja y encarece todo mucho, proyectos con mucha calidad pedagógica no pueden crecer porque tienen esa barrera, me gustaría que proyectos como este contribuyen a un beneficio de nuestro país en materia de educación”. Eva Pradillo es profesora y ha dedicado muchos años en apoyar a estudiantes con dificultades educativas. Del sistema de Abellota destaca que “el aprendizaje es muy profundo, en secundaria veo que llegan hartos de estudiar y aquí veo que aprenden de forma integral”. Añade que, a nivel social, están muy satisfechos con cómo se trata la resolución de conflictos y las relaciones con los demás.