Bajo el lema «los polacos primero», el historiador ha vencido por la mínima en las elecciones presidenciales a su rival europeísta y aliado de Donald Tusk tras una campaña salpicada por los escándalos
El ultraconservador Karol Nawrocki logra una ajustada victoria en las presidenciales de Polonia
Cuando los primeros sondeos a pie de urna del domingo apuntaron, por un escasísimo margen, a una victoria de su rival liberal, Karol Nawrocki llamó a “no perder la esperanza” y prometió que sería “el nuevo presidente” de Polonia. Pocas horas después, en un drástico cambio, el candidato apoyado por el partido de ultraderecha Ley y Justicia (PiS) dio la vuelta a las estimaciones demoscópicas y tomó la delantera. Este lunes, los polacos se han despertado con su triunfo en las elecciones presidenciales.
El historiador de retórica nacionalista, crítica con la UE y centrada en los valores tradicionales ha ganado por poco el duelo con el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski, aspirante europeísta y aliado del primer ministro Donald Tusk. Un cara a cara muy igualado, que deja la imagen de un país partido en dos y pone contra las cuerdas a Tusk, cuya llegada al Gobierno marcó el inicio, en teoría, del retorno de Varsovia al redil europeo tras años de ejecutivos ultraconservadores que se convirtieron en un quebradero de cabeza para Bruselas por sus embestidas contra el Estado de Derecho.
Ahora, con Nawrocki, que ha concurrido como candidato independiente pero cuenta con el respaldo del PiS, la ultraderecha retiene el Palacio Presidencial, ocupado por Andrzej Duda desde 2015, y la narrativa del regreso europeo de Polonia queda en entredicho.
El historiador se ha presentado a las elecciones con la promesa de que Polonia “vuelva a ser un país normal”. Este mismo domingo volvió a prometer “reconstruir” un país que calificó de “roto”, un país “sin inmigrantes ilegales y segura” bajo el lema “los polacos primero”. Nawrocki se opone al Pacto Verde de Bruselas y a políticas que protejan los derechos del colectivo LGBTIQ+ y el aborto –se ha comprometido a velar por “la vida desde la concepción hasta la muerte natural”–.
En política exterior, mantiene una postura escéptica hacia la integración de Ucrania en la UE y la OTAN y prioriza la alianza estratégica con EEUU, especialmente bajo Donald Trump, de quien es admirador y cuyo Gobierno dejó claro que era su favorito en la cita electoral. “Tiene que ser el próximo presidente”, dijo la secretaria de Seguridad Nacional de EEUU, Kristi Noem, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), la cumbre ultra que se celebró en el este de Polonia y a la que algunos seguidores asistieron con gorras en las que se leía “Make Poland Great Again”.
Casado y con hijos, Nawrocki tiene 42 años y procede de la ciudad portuaria de Gdansk, donde dirigió durante varios años el Museo de la Segunda Guerra Mundial. También tiene una trayectoria ligada al Instituto de la Memoria Nacional, que se hizo conocido bajo por promover versiones nacionalistas de la historia polaca. Rusia lo incluyó en su lista de personas buscadas por el desmantelamiento de monumentos al Ejército Rojo, según diversas informaciones.
Para Piotr Maciej Kaczyński, experto en la UE, su paso por el Instituto de la Memoria Nacional indica que lo más probable es que “dirija los asuntos internacionales a través del prisma histórico, especialmente con Ucrania, Alemania y Estados Unidos”, según explica a este medio. “Se muestra muy escéptico ante ciertas políticas de la UE, como el Pacto Verde y el pacto migratorio. Es muy probable que exija al Gobierno que se retire unilateralmente de esas leyes”.
Escándalo tras escándalo
Sin experiencia política, Nawrocki fue boxeador, una habilidad de la que le gusta presumir para cultivar una imagen de tipo duro. Si bien en un principio fue percibido como una opción más moderada que otros candidatos de Ley y Justicia, su ascenso público ha estado marcado por las revelaciones periodísticas de una serie de escándalos relacionados con su pasado que parecen no haberle pasado factura en su carrera presidencial.
Se han destapado sus supuestos vínculos con el mundo del hampa y círculos de ultras violentos de clubes de fútbol e incluso neonazis. De hecho, trascendió que en 2009 participó en una pelea de hooligans y Nawrocki, lejos de arrepentirse, sugirió que en su vida ha participado en “formas de combate noble y masculino”. Un portal de noticias polaco ha revelado recientemente que ayudó a conseguir prostitutas para clientes de un hotel de lujo donde trabajó como guardia de seguridad, algo que el candidato ultraconservador ha negado.
La prensa desveló también que Nawrocki poseía un apartamento, que no había incluido en su declaración de bienes y que había pertenecido a un hombre anciano que ahora vive en una residencia estatal.
“El problema con Nawrocki es su pasado delictivo, sus asociaciones con el crimen organizado, su falta de integridad personal y su condición de matón”, dice a elDiario.es Jacek Kucharczyk, director del Instituto de Asuntos Públicos de Polonia. “Sin embargo, sus votantes descartan la información sobre su biografía (que supuestamente incluye proxenetismo y la estafa a un anciano para quedarse con su apartamento) y lo perciben como un héroe antisistema, del nacionalismo polaco y del catolicismo –la Iglesia ha ayudado muy activamente en su candidatura a la presidencia–”.
En marzo, fue objeto de burlas cuando se supo que, en 2018, apareció en un programa de televisión con un seudónimo –Tadeusz Batyr–, disfrazado y difuminado para promocionar un libro que había escrito y autoelogiarse. “Este historiador [Karol Nawrocki] me inspiró muchísimo… Fue la primera persona en examinar el crimen organizado en la Polonia comunista”, dijo la persona borrosa.
Propulsado por el apoyo del electorado conservador y de la Polonia rural, Nawrocki llegó a la segunda vuelta de las elecciones en una posición favorable por los buenos resultados de otros candidatos de extrema derecha que quedaron eliminados en la primera ronda –según Ipsos, prácticamente la totalidad de los votantes de estos aspirantes se han ido al candidato del PiS–. Según las encuestas, los hombres se han inclinado más por él (mientras que las mujeres son más propensas a votar por su rival) y también lideró el voto en los grupos de edad más jóvenes.
“Nawrocki consiguió desde la primera vuelta el apoyo de gran parte del electorado de derecha y extrema derecha. Trzaskowski no consiguió movilizar lo suficiente a los votantes que hicieron posible el regreso de Tusk al poder en 2023, pero que luego se abstuvieron de votar en la primera ronda”, dice Piotr Buras, director de la oficina del think tank Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) en Varsovia. “En las últimas semanas de la campaña, Trzaskowski se centró en los ataques contra Nawrocki debido a las revelaciones sobre su dudoso pasado, lo que minó seriamente su credibilidad como candidato presidencial. Sin embargo, no disuadió a los votantes de derechas y a los opositores al Gobierno de votar a Nawrocki (‘efecto trumpiano’), al tiempo que no movilizó eficazmente a los votantes liberales (sin ‘efecto rumano’)”.
Una dura prueba para Tusk
El presidente electo ha hecho campaña contra lo que llama el “monopolio del poder” de Donald Tusk, presentando las presidenciales en un referéndum informal sobre el primer ministro en un momento en el que las encuestas apuntan a que muchos polacos están decepcionados con su gestión. Ahora, su triunfo puede terminar de echar por tierra el proyecto político del primer ministro polaco.
En Polonia, el presidente tiene poderes limitados en comparación con otros sistemas –tiene cierta influencia en la política exterior y de defensa– pero tiene el derecho de veto sobre las iniciativas legislativas, aunque hayan sido aprobadas por el Parlamento, una prerrogativa que Duda ha utilizado con frecuencia. La coalición de Tusk no cuenta con una mayoría parlamentaria suficiente de tres quintos para anular el veto presidencial, lo que ha hecho que la cohabitación con el jefe del Estado sea difícil.
Tusk llegó al Gobierno en 2023 despertando grandes expectativas, comprometiéndose a deshacer el legado del PiS en temas como el derecho al aborto, severamente restringido en el país. Pero la capacidad del Ejecutivo para cumplir estas promesas ha quedado obstaculizada en parte por el poder de veto del presidente ultraconservador –las diferencias internas dentro de la ecléctica coalición gubernamental también han sido un factor de peso–.
Con Nawrocki en el cargo, el Gobierno puede esperar que la resistencia del Palacio Presidencial se mantenga en lo que queda de legislatura, haciendo difícil, si no imposible, que el Gobierno apruebe grandes reformas –en particular, las que tienen que ver con revertir la politización del sistema judicial por parte del PiS–.
“Las cuestiones más pendientes están relacionadas con el Estado de Derecho –incluida la reforma del deformado sistema judicial– y la profunda división que atraviesa la sociedad”, dice Piotr Maciej Kaczyński. “El presidente Nawrocki tampoco tiene ningún cargo político, por lo que lo más probable es que dependa totalmente del apoyo que le preste el PiS (Ley y Justicia). Lo más probable es que sea un mero ejecutor de la voluntad del anciano líder del PiS, Jarosław Kaczyński”, agrega el analista. Similiar es la opinión del experto del ECFR, quien cree que es poco probable que desempeñe un papel independiente más allá de apoyar al PiS como principal partido de la oposición. “Sus opiniones políticas son mucho más radicales y de derechas que las de Andrzej Duda, lo que hace presagiar una cohabitación con el Gobierno de Tusk mucho más dura que en el último año y medio”.
Los expertos creen que la llegada al poder de Nawrocki incluso puede provocar la desintegración de la coalición de Tusk y allanar el camino para un adelanto de los comicios legislativos. “Es poco probable que un gobierno que no puede sacar adelante sus proyectos clave sobreviva otros dos años y medio”, dice Buras.
Hay quienes sostienen, de hecho, que podría ser el presagio del regreso del PiS al Gobierno.
“Desde el punto de vista político, estas elecciones ponen fin al sueño que una vez tuvo Donald Tusk de restaurar la democracia en Polonia. En palabras del propio Tusk, Polonia es ‘una democracia en lucha’ y ahora seremos testigos de un nuevo capítulo de cómo será esta lucha”, concluye Piotr Maciej Kaczyński.