El primer censo del conejo: declive preocupante en la mayoría del territorio, aunque con zonas de «explosión»

La densidad en áreas agrícolas donde no hay sitio para depredadores y los cazadores no dan abasto causa cuantiosos daños, mientras la especie escasea en áreas naturales donde es una pieza clave del ecosistema

El conejo pasa a ser una especie “en peligro” por la caída de su población en España, Portugal y Francia

Sobreabundacia en algunos sitios, sí, pero escasez en la mayor parte de la península. Ese es el resultado del primer censo ibérico del conejo. En unos puntos su densidad causa daños a la agricultura, mientras en amplias zonas de monte y forestales experimenta “un declive muy preocupante”, según los cálculos del proyecto LIFE Iberconejo conocidos este lunes.

El conejo de monte es una especie “en peligro” desde 2019, según la calificación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) por la caída de sus poblaciones. Este reciente censo cifra ese descenso en un 17,6% desde 2009.

“La tendencia general es negativa porque la mala situación abarca la mayor parte de su territorio, aunque haya ciertos puntos donde la población esté disparada”, cuenta el director del proyecto, Ramón Pérez de Ayala. Ayala –responsable del programa de especies de WWF– califica la situación de “bipolar” porque “en zonas de monte donde juega un papel crucial tanto para el hábitat como en lo socioeconómico por la caza, es donde está en caída libre. Y en las zonas agrícolas –donde no hay depredadores y no tienes esa función ecosistémica– genera destrozos en la agricultura”.

Bajo estas premisas, el mapa de la abundancia de conejos enseña que hay densidad alta en las dos submesetas, el valle del Guadalquivir y del Ebro. Allí se concentran los conflictos con la agricultura.


Mapa densidad del conejo en la península ibérica.

En el otro lado, el conejo escasea en zonas con predominio del monte mediterráneo, como Sierra Morena, las sierras extremeñas o gran parte de Portugal. Es precisamente en estos naturales donde el conejo tiene una papel fundamental al ser, por ejemplo, presa de entre 36 o 40 especies de depredadores –desde el lince al águila imperial–.

“Lógicamente es imposible un conteo de cada uno de los ejemplares, pero utilizando un modelo matemático que integra diferentes fuentes de datos podemos conocer la distribución y la abundancia del conejo de monte a una escala sin precedentes”, explica Javier Fernández López, investigador del Instituto de Recursos Cinegéticos (IREC).

Pérez de Ayala describe cómo en las zonas agrícolas, “al no haber sitio para que los depredadores vivan por el cambio en el uso de los suelos, una especie como el conejo que ha evolucionado bajo la presión de los cazadores naturales, si no tienen esa presión, explota demográficamente”. Una explosión que hace “que los cazadores humanos no den abasto y tengan un problema porque deben hacerse cargo de los daños que esa presa cinegética provoca en los campos de cultivo. Se les está convirtiendo en una pesadilla”.

Doñana sin conejos

“Por el otro lado”, prosigue Alaya, “en los montes han desaparecido las pequeñas parcelas, la vegetación se ha cerrado y alberga mucho depredador. A eso se le añaden las enfermedades que diezman periódicamente las poblaciones. Y cuando entra la patología, al estar la especie en cifras bajas, les cuesta recuperar y se hunden más con cada hachazo”.

La situación en estas zonas forestales se ha acuciado tanto que “las densidades de conejo en Doñana o Andújar son tan bajas que haría estas zonas inadecuadas para una reintroducción de lince”, remata el ambientalista. Doñana y Andújar son los santuarios donde el felino esquivó, por poco, la extinción.

En el mismo Parque Nacional Doñana, la caída del conejo ya provocó que tuviera que desarrollarse un programa de alimentación de águilas imperiales a modo de “supermercados de conejos” en los que se sueltan los ejemplares en unos cercados para que las rapaces los capturen.