Rusia y Ucrania se reúnen en Estambul para hablar de un alto el fuego en un pico de tensión tras nuevos ataques cruzados

Las dos delegaciones celebran su segunda ronda de conversaciones con el objetivo de intercambiar los memorándums de paz y fijar sus condiciones para una tregua

Rusia propone una nueva reunión con Ucrania y Kiev pide a Moscú que dé a conocer antes sus condiciones

La segunda ronda de conversaciones directas entre Rusia y Ucrania para discutir las condiciones sobre un alto el fuego ha empezado este lunes en Estambul.

Está previsto que las dos delegaciones intercambien sus propuestas de memorándum de paz, aunque, igual que en la primera reunión del 16 de mayo, las posiciones parecen irreconciliables.

Los enviados de Kiev hicieron llegar a los emisarios del Kremlin el documento con sus peticiones. Según Reuters, las exigencias no distan de las que Volodímir Zelenski ha ido repitiendo en las últimas semanas y que la delegación ucraniana ya defendió en Turquía. El principal punto es una tregua incondicional de 30 días, además del congelamiento de la línea del frente en su situación actual. Este domingo, Zelenski definió así la posición de su país: “Primero: un alto el fuego total e incondicional. Segundo: la liberación de los prisioneros. Tercero: el retorno de los niños secuestrados. Y para establecer una paz fiable y duradera y garantizar la seguridad, la preparación de la reunión al más alto nivel”.

Moscú no ha querido compartir sus condiciones ni siquiera con los negociadores de Kiev. Ahora bien, su negativa a un alto el fuego es de sobra conocida —como también lo son sus exigencias para la paz—. En la anterior cita en Estambul, Rusia reiteró la necesidad de “eliminar las causas fundamentales” del conflicto como paso previo a cualquier tregua. Este es el eufemismo con el que Vladímir Puton se refiere a los motivos que alegó para invadir Ucrania en 2022: su neutralidad, su no entrada en la OTAN, su desmilitarización, la no presencia de tropas extranjeras en suelo ucraniano, la deposición de Zelenski y la soberanía rusa de las provincias ocupadas en el este del país.

Es más, según el periodista de The Economist Oliver Carroll, durante las pasadas conversaciones Rusia también amenazó con conquistar las regiones ucranianas de Sumi y Járkov, al norte, si las tropas de Kiev no se retiraban de la totalidad de los territorios que se anexionó en la Constitución en septiembre de 2022, pero que solo domina parcialmente.

Al igual que en la primera reunión, el anfitrión, el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, ha dado un breve discurso de bienvenida abierto a los medios en el Palacio Ciragan. Luego permanecerá en la sala como mediador. Su asistencia fue crucial en el anterior encuentro para conseguir que ambos bandos acordaran intercambiar 1.000 prisioneros en el mayor canje desde el inicio de la guerra.

La delegación rusa vuelve a estar encabezada por Vladímir Medinski, quien ya lideró también el equipo negociador ruso en Estambul en marzo de 2022, en las últimas conversaciones directas con Ucrania, que fracasaron tras un mes de invasión. Este exministro de Cultura, actual presidente de la Unión Rusa de Escritores, es un negacionista de la nación ucraniana y uno de los ideólogos del revisionismo histórico del Kremlin.

En las filas ucranianas repite como jefe de la delegación Rustem Umérov, ministro de Defensa, de origen crimeo y con experiencia en negociaciones con Moscú.

Ataque contra la aviación rusa

Esta segunda ronda de conversaciones tiene lugar tras el golpe perpetrado este domingo por los Servicios Especiales Ucranianos (SBU) contra la aviación estratégica rusa. Drones ucranianos escondidos en camiones atacaron cuatro aeródromos rusos y destruyeron parte de la flota de bombarderos rusos, asestando un importante golpe moral al ejército de Moscú y limitando sus capacidades nucleares, ya que algunas de estas aeronaves tienen capacidad para lanzar armamento atómico, según han informado fuentes ucranianas.

Aunque el SBU habló inicialmente de 41 aviones destruidos, este lunes Andrí Kovalenko, jefe del Centro contra la Desinformación del Consejo para la Seguridad y la Defensa de Ucrania, ha rebajado provisionalmente la cifra y ha informado de al menos 13 aeronaves abatidas.

También este domingo Kovalenko acusó a Moscú de haber llevado a cabo un “ataque de falsa bandera” en el desplome de dos puentes en regiones rusas de Briansk y Kursk, fronterizas con Ucrania. Según el oficial ucraniano, el Kremlin voló estas infraestructuras provocando siete muertos y cerca de un centenar de heridos que viajaban en dos trenes, uno de pasajeros y otro de mercaderías, con el objetivo de hacer descarrilar el proceso negociador.

Este mismo argumento usaron algunas voces cercanas al Gobierno ruso, como el presidente del Comité de Defensa del Senado, Andréi Kartapólov, quien culpó a Kiev de estos “actos terroristas” con el propósito de desestabilizar los esfuerzos de paz. Sin embargo, la investigación rusa sigue en marcha y todavía no se han hecho públicas las causas de los siniestros.

A pesar de que los analistas temían una respuesta militar inmediata de Putin tras el ataque masivo en las bases aéreas y las muertes en los puentes ferroviarios, todo apunta que el Kremlin ha preferido no contrariar a Donald Trump, quien hubiera podido reaccionar con enfado ante un bombardeo con numerosas víctimas civiles.

Aun así, en las últimas horas, el lanzamiento de 80 drones y cuatro misiles rusos contra regiones ucranianas ha provocado nueve muertos y al menos 49 heridos, según el recuento de los medios locales.

Otra de las diferencias con la cita del 16 de mayo es que esta vez los representantes de Estados Unidos no se han desplazado hasta Estambul para reunirse con las partes. En la tarde del domingo, el secretario de Estado, Marco Rubio, sí habló por teléfono con el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y animó al Kremlin a continuar con el diálogo con Ucrania para conseguir la paz.

La semana pasada, Trump fue muy crítico con los bombardeos rusos contra zonas residenciales y amenazó tímidamente con endurecer las sanciones si Putin no demostraba voluntad real de acabar la guerra. Como ya hizo en dos ocasiones anteriores, dio un plazo de dos semanas para decidir qué medidas tomar si se evidenciaba la imposibilidad de un acuerdo.