La escritora feminista, emblema de la segunda ola del movimiento, visita Madrid para participar en la Feria del Libro y presentar ‘Por qué algunos hombres odian a las mujeres y otros textos feministas’
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Vivian Gornick cumplirá 90 años el 14 de junio y a punto de dejar atrás los 89 sigue defendiendo sus ideas y sus textos con la misma fiereza y sagacidad de siempre. El suyo es uno de esos ejemplos de triunfo tardío que a menudo se da en las mujeres. Publicó Apegos feroces con 51 años y en España la conocimos todavía mucho más tarde, cuando en 2017 (treinta años después de la publicación original) esas “memorias caminadas” se convirtieron en un éxito instantáneo y en el libro más regalado por las hijas a sus madres pese, o gracias a, la mirada implacable y antagonista de Gornick con su progenitora.
¿La razón, según la propia autora? “La mayor parte de mi vida vi a mi madre como una mujer dominante, que lo único que quería de mí era que saciara sus deseos y necesidades. No es que la odiara, pero crecí luchando contra ella… Sentía que competía conmigo constantemente, y creo que si Apegos feroces tuvo algún éxito en el mundo es porque hay miles de mujeres que, aunque no lo digan, se sienten identificadas conmigo”, ha explicado este lunes en Madrid, en un encuentro con medios. Era eso, claro, la identificación, y también su estilo, esa respiración de frase corta y decisiva, irrebatible, a la vez conversacional y sofisticada.
Desde Apegos feroces, la editorial Sexto Piso en castellano y L’Altra en catalán han ofrecido una novedad de la autora puntualmente cada dos años (a veces menos), pero el orden cronológico en el que fueron escritos no tiene nada que ver con el que están siendo publicados, por lo que a veces su conexión con la actualidad es algo esquiva.
Su libro más reciente, Cuentas pendientes, fue publicado en su país en 2020 y aquí en el 21. El texto es una mezcla de los dos géneros que han hecho de Vivian Gornick el icono cultural y feminista que es hoy: la crítica literaria y las memorias personales; y en él revisitaba de forma apasionada y analítica, aquellos libros y autores que habían marcado en su vida (Marguerite Duras; Colette, Natalia Ginzsburg) ilustrándonos sobre lo que había encontrado en ellos y en sí misma al volverlos a leer por tercera o cuarta vez en esta última etapa de su vida.
El libro que ha venido este lunes a presentar a Madrid, Por qué algunos hombres odian a las mujeres y otros textos feministas, recoge algunos artículos publicados por Gornick a finales de los 70 (con traducción de Cristina Lizarbe Ruiz) en la época en que era reportera para The Village Voice, el semanario icono del periodismo alternativo y la contracultura en Nueva York, en el que se le asignó la tarea de cubrir desde sus páginas el movimiento feminista.
En ellos, denuncia la misoginia de autores como Norman Mailer, Saul Bellow o Philip Roth; cuenta cómo funciona y qué es lo que sucede en un grupo de autoconciencia (grupos de mujeres diversas, no militantes, que al compartir sus experiencias íntimas se dan cuenta de que sus problemas no son personales sino políticos); o utiliza las conversaciones aparentemente triviales en una peluquería del Midtown para hablar de cómo han cambiado las relaciones entre hombres y mujeres.
Pero en la rueda de prensa que ofreció para los medios en el espacio de Fundación Telefónica había más interés por preguntarle de la actual situación política de Estados Unidos que del propio libro, por lo que podría decirse que Donald Trump y sus retrocesos democráticos eran el auténtico elefante en la habitación.
Una y otra vez se le preguntó por los retrocesos para las mujeres y la ola reaccionaria, pero ella se negó a ser catastrofista: “El feminismo va a sobrevivir a la la era de Donald Trump. Es la batalla más larga y difícil de la historia. Más incluso que la del racismo. Nunca ha habido un cambio tan grande, y tan lento, para los seres humanos como el que ha traído el feminismo. Y sí, es cierto que vamos a cámara lenta, pero hay cosas que ya no van a cambiar involuciones imposibles. Las mujeres no van a querer quedarse en casa, eso no va a ocurrir. La ola reaccionaria no es nueva, siempre ha estado ahí. En cada paso del proceso, en cada avance se ha declarado que el feminismo era una cosa del pasado, se ha dicho siempre y nunca ha sido cierto”.
Con respecto al ataque más fuerte que ha recibido en los últimos años la autonomía de las mujeres en Estados Unidos con la revocación del caso Roe contra Wade que reconocía el derecho constitucional al aborto, Vivian Gornick defiende que a pesar de que objetivamente se trata de una muy mala noticia, la prohibición ha provocado un efecto paradójico: “Ante el estupor y el shock muchísima gente que no lo estaba se ha politizado de la noche a la mañana. Desde el día siguiente a la entrada en vigor de la prohibición ya había grupos de médicos, de enfermeras, de militantes, redes organizadas de mujeres para ayudar a otras a abortar. Así que al año siguiente de la prohibición el número de abortos en el país había crecido y no bajado. No vamos a permitir que pisoteen nuestros derechos. Yo sigo creyendo en el poder de la democracia, y es verdad que nos enfrentamos a este régimen que va hacia el autoritarismo, pero lo vamos a luchar”.
Uno de los artículos del libro que se presentaba, El movimiento de las mujeres en crisis, habla sobre las disensiones dentro del feminismo en los años 70 y las críticas a Gloria Steinem y su revista Ms., todo aquel momento convulso que tan bien reflejó la serie Mrs America (HBO, 2020). Al ser preguntada por las divisiones actuales, la autora ha remitido a las palabras escritas: “Las mujeres que están a cargo de Ms. no son mis hermanas políticas ni mis compañeras de trabajo ni mis amigas del alma. Su visión del mundo no es mi misión, pero no son el enemigo. El enemigo es el machismo. El enemigo es la ausencia de conciencia feminista”.
También le hizo gracia cuando le preguntaron por la superficialización de los mensajes feministas en pos de su viralización en redes. “Lo siento, pero no estoy en ninguna red, me siento completamente ajena a lo que pasa en ellas. Pero toda pregunta importante se trivializa a todas horas. En los 70, a la media hora de su nacimiento, cuando el movimiento era más radical, ya teníamos en revistas como Times o Newsweek a una modelo vestida de rosa y con el puño en alto para ilustrar la revolución, o sea, para intentar minimizarla y desactivarla”.
Se comparó la dinámica de los grupos de autoconciencia, con sus confidencias y testimonios, con la tendencia actual de muchas mujeres a compartir sus experiencias de abusos en redes. Sin embargo, Gornick puntualizó que para ella, el testimonio compartido es un instrumento muy potente para todos los movimientos sociales, “pero si no se politiza es cotilleo”.
¿Su sueño para el futuro? “Que más seres humanos lleguen a ser reales para otros seres humanos. Eso es lo más importante y lo más difícil”.