La película de culto alemana donde ondeó la bandera republicana y que Franco censuró pese a favorecer su relato

Dos investigadores rescatan ‘Solange du lebst’ (1955), una cinta inédita sobre la guerra civil que retrata lugares de Granada y Antequera y que el contexto político llevó al cajón del olvido

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Resulta fácil imaginar al dictador Francisco Franco en un sillón de el Palacio de El Pardo visionando todo aquello que podía ver el mundo entero y que los españoles solo podrían ver si él lo decidía. Aquella censura, que se prolongó durante toda la dictadura, se topó en 1955 con una película alemana que lo tenía todo para ser vista en España: retrataba la Guerra Civil desde el punto de vista de los golpistas, a los que apoyaban los nazis de Hitler y en la que los valores tradicionales cristianos que imponía el régimen también estaban ensalzados. Pero Franco nunca quiso que se viese en España y la situación política alemana tampoco ayudó. ¿Por qué?

Los investigadores Ralf Junkerjürgen y Julio Grosso han rescatado ‘Solange du lebst’ (Mientras vivas), una película del país bávaro rodada en Andalucía, considerada entonces una “gran producción cinematográfica”, pero que nunca llegó a distribuirse en nuestro país. Las hipotésis que barajan los documentalistas pasan por la censura franquista y la situación geopolítica del momento, que en todo caso no logran ocultar que el franquismo sí permitió que en Granada y Antequera, donde se rodó el film, se usasen símbolos republicanos, apenas 15 años después del final de la Guerra Civil y cuando el silencio y la depuración de las personas relacionadas con la II República seguían siendo la realidad de aquella España.

Pero el dinero lo puede todo y aquel país de posguerra, que estaba en una situación económica muy débil debido al golpe de estado y el posterior conflicto bélico, empezó a abrir los brazos a un mundo exterior que le convenía, incluso aunque eso pusiese en duda los principios más básicos de la dictadura. Durante el rodaje, sobre todo en Antequera, se utilizaron referencias republicanas e incluso la bandera. Sin embargo, la inversión económica realizada durante los meses de rodaje de marzo, abril y mayo de 1955, entre Granada y Antequera, resultaban demasiado suculentas como para que la dictadura se permitiese el lujo de rechazarlas.


Ralf Junkerjürgen y Julio Grosso a la izquierda y a la derecha de la imagen, respectivamente

Censurada por el contexto histórico

Pese a las buenas intenciones que la película tenía con respecto a los franquistas, pues les enmendaba la plana y vendía su discurso y visión política como la idílica, hasta el punto de hacer parecer a los republicanos como los invasores y golpistas, ‘Solange du lebst’ no llegó nunca a estrenarse en España. Y no fue una decisión cualquiera. La historia oficial no existe: no hay un documento de censura, no hay una orden ministerial que lo prohíba, no hay una nota de prensa que explique su desaparición. Lo que hay son pistas, silencios reveladores y un contexto geopolítico que, de tan enrevesado, acabó sepultando para siempre la película en su país de rodaje. “Todo encaja”, dice el investigador Julio Grosso que, junto a Ralf Junkerjürgen, ha reconstruido con detalle los motivos por los que el film cayó en el olvido.

Y ese “todo” incluye mucho más que el franquismo de manual. En 1955, España ya empezaba a mirar hacia otro lado. Aún bajo la dictadura, el país comenzaba a girar discretamente su política exterior hacia Estados Unidos y la ONU. En ese nuevo tablero internacional, el pasado reciente con la Alemania nazi empezaba a ser un lastre. Por eso, aunque ‘Solange du lebst’ dulcificaba la intervención alemana en la Guerra Civil —el personaje alemán del film, un piloto caído en zona republicana, ya no era miembro de la Legión Cóndor, por petición expresa del franquismo y, se sospecha, que de Estados Unidos, para alejarse del nazismo—, en realidad era más incómoda de lo que parecía: reabría heridas, ponía nombres propios al bando internacional fascista, y en Alemania acabó desatando una fuerte polémica entre la izquierda y la derecha cuando se estrenó en la Navidad de 1955.

Una polémica, precisamente, promovida desde el SPD, el partido socialista alemán, que paradójicamente acabó ejerciendo de censura indirecta sobre el régimen español. Porque Franco leía prensa extranjera, o más bien, se la leían. Había funcionarios encargados de informarle sobre lo que se decía de España en el extranjero, y aquel escándalo, en el contexto del nuevo rumbo hacia occidente, fue probablemente decisivo para que la película nunca viese la luz.

“Es muy irónico que una película que favorecía el relato franquista fuese vetada por Franco, en parte por una polémica socialista en Alemania”, apunta Grosso. “Pero esa es la hipótesis más plausible: no hay un único motivo, sino una suma de ellos. La polémica, la geopolítica, el giro hacia Estados Unidos… y tal vez incluso un visionado privado del propio Franco”. No sería tan extraño: se sabe que el dictador acostumbraba a ver en El Pardo las películas antes de autorizar su distribución. Pero, de nuevo, no hay pruebas, solo un cúmulo de indicios, sospechas e investigaciones que permiten atar cabos.

Lo que sí está claro es que la película no solo no se estrenó entonces, sino que jamás ha sido proyectada en salas comerciales en España. “Solo se ha visto en YouTube, gracias a un hombre de Antequera que colgó la versión ripeada del DVD alemán, una joya que se editó hace pocos años”, explica Grosso. En efecto, la película completa puede verse aún en el canal Antequera Oculta, como un vestigio digital de aquello que quiso ser cine de masas y acabó convertido en cine-fantasma. Para algunos, se trata dea de una película de culto por la calidad con la que se hizo teniendo en cuenta el año en que se realizó.

Una hemeroteca de lugares andaluces

Porque a fin de cuentas, ‘Solange du lebst’ es una rareza dentro de la historia del cine rodado en España: una superproducción alemana de posguerra rodada en plena dictadura, con permisos oficiales, con el beneplácito de los mandos locales y militares, con extras andaluces y escenarios perfectamente identificables —como la Plaza del Padre Suárez, la Cuesta del Chapiz, el Hospital Virgen de las Nieves -entonces Ruiz de Alda- recién estrenado o el casco histórico de Antequera transformado en pueblo republicano—.

Es, también, una película en la que los republicanos aparecen retratados como los “malos” de la historia. Y sin embargo, en una de sus escenas, una bandera tricolor ondea frente a la cámara. Ver esa bandera en 1955, incluso en el contexto de una ficción, resulta hoy difícil de asimilar, cuando apenas una década antes se había producido una represión sistemática sobre cualquier vestigio de la II República. Pero el dinero todo lo puede, y lo que mandaban en aquel momento eran los marcos alemanes.

La paradoja es total. Una película en la que se fusila a un cura, en la que los soldados alemanes son los héroes, en la que las Brigadas Internacionales aparecen como un ejército brutal, fue aceptada para rodarse en plena dictadura franquista, pero no para estrenarse. Lo que pudo ser propaganda efectiva acabó en el cajón del olvido. Y lo que fue un rodaje internacional con aspiraciones épicas se convirtió, con los años, en una reliquia para cinéfilos y estudiosos de la censura. Pero también en una ventana, por pequeña que sea, al complejo equilibrio entre ideología, economía y poder que se jugaba en el franquismo más pragmático, ese que prefería callar antes que exponerse, ese que vendía los paisajes pero no toleraba que nadie más narrase su historia.


Escena rodada en el antiguo Hospital Clínico San Cecilio de Granada

Luego está el equipo técnico. A diferencia de las brigadas internacionales que combatieron en suelo español, esta producción también trajo su propia “brigada” germana, con biografías que hoy ponen los pelos de punta. El director, Harald Reinl, había filmado cine de propaganda para los nazis en los años treinta y cuarenta. En la producción también había figuras procedentes del cine de la propaganda del Tercer Reich que después, con pragmatismo y talento, acabarían trabajando para los grandes estudios de Hollywood. Incluso la actriz Karin Dor, que en este rodaje era muy joven, trabajaría años después con Sean Connery en una de las cintas del Agente 007.

Todo eso se cruzó, de forma inesperada, con Granada y Antequera, donde campesinos y obreros convertidos en figurantes se mezclaban con estrellas alemanas en pleno rodaje. Algunos vecinos aún recuerdan el revuelo que causaron las cámaras, los uniformes y aquellos coches de época, tan parecidos a los reales, en un país donde aún se respiraba el miedo. Y lo que quedó, más allá de la película, es una historia que parecía condenada a desaparecer hasta que dos investigadores decidieron seguir el rastro: uno desde Ratisbona, el otro desde Madrid. Juntos han rescatado no solo una película olvidada, sino también la memoria de lo que pudo verse y no se vio, de lo que fue permitido durante el rodaje pero censurado en el estreno, de lo que cuenta la historia y lo que calla el cine.