Negociar con una pistola en la mesa

No es un repliegue proteccionista, es un despliegue imperialista. El imperio quiere ser aún más imperio: aún más impositivo, extractivo, explotador. Ni siquiera quiere acabar con la globalización, solo con los efectos negativos para Estados Unidos

Trump ha puesto una pistola encima de la mesa para negociar: los aranceles. Ya lo dijo su vicepresidente, ese con nombre de pistolero, JD Vance: “Hay un nuevo sheriff en la ciudad”. El sheriff quiere romper unilateralmente el multilateralismo e imponer un nuevo orden mundial en el que Estados Unidos cobra el diezmo, pero sin ofrecer la protección que dan los señores feudales o los mafiosos cuando te exigen el pizzo. Por eso le ha dicho a Europa que se rearme, porque ellos no van a pagar nuestra seguridad, como si esa seguridad que pagan no fuera a cambio de tener sus tropas en nuestro territorio y ser nuestra metrópoli a la que servimos política, económica y militarmente. El imperio quiere mantener el imperio y que se lo mantengamos. Aún más. 

Todo es parte del mismo plan, los tanques y la mantequilla: nos obliga a comprar más armas que nos venden ellos y a pagar aranceles para cobrarnos lo que les vendemos nosotros. Negocio redondo para los yanquis para salvar su declinante imperialismo ante el pujante imperio chino. Por eso quiere Groenlandia, el canal de Panamá y las tierras raras de Ucrania. Por eso estrecha vínculos con Rusia. Busca mantener la influencia y frenar a los chinos. Pero a nuestra costa: a punta de pistola y de arancel quiere que continuemos obedeciéndoles en la OTAN, que sigamos comprándole energía, servicios, tecnología y armas, que no dejemos de invertir nuestras ganancias en sus bonos del Tesoro con los que financian su deuda y que asumamos el coste de la reindustrialización de su país. Ganarlo todo y no perder nada. El Día de la Liberación es el día de las cadenas para el resto.

No nos confundamos, no es un repliegue proteccionista, es un despliegue imperialista. El imperio quiere ser aún más imperio: aún más impositivo, extractivo, explotador. Ni siquiera quiere acabar con la globalización de la que ha sido mayor impulsor y beneficiario, solo con los efectos negativos para Estados Unidos –el déficit comercial, la altísima deuda  y la desindustrialización– de los que culpa al mundo. En la delirante “realidad alternativa” que quiere instalar la propaganda trumpista, los saqueadores han sido los saqueados. “Durante décadas, nuestro país ha sido explotado, violado y expoliado por naciones amigas y enemigos”, dijo Trump el día en que anunció los aranceles. No es nada nuevo: los nazis también tiraron de victimismo para enardecer a las masas. 

A pesar de que los milmillonarios estén rompiendo filas ante el descalabro de las Bolsas, empezando por el illuminati de Elon Musk, no me cabe duda de que el votante medio de MAGA sigue a muerte con Trump. En las redes y en la Fox, sus huestes están día y noche contándole el cuento fantástico de cómo su pobre país fue forzado a defender al mundo mientras el mundo se llevaba su industria y no le compraba ni una mísera pastilla de jabón. “América está llena de coches japoneses y europeos, pero Europa no está llena de coches americanos”, bramaba el subjefe de Gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller. Daría risa si no diese miedo cómo cala el mensaje en los deprimidos y resentidos cinturones industriales como caló en las deprimidas y resentidas masas alemanas. La única esperanza es que, como siempre, los últimos sean los primeros en sentir los efectos de la guerra comercial declarada por su führer. 

Se puede entender que allí compren su mercancía averiada, lo que no tiene ningún sentido es que los europeos le compremos el discurso bélico ni que le besemos el culo, como ha dicho Trump, para llegar a un acuerdo comercial. Es el momento de que la Unión Europea se emancipe, cree una fuerza de defensa propia, ahonde en su unidad y amplíe sus lazos con otros mercados, desde China al Sur Global. Es el momento de que dejemos de consumir los productos estadounidenses. Cuando hay una pistola en la mesa, no es negociación, es extorsión. Es la mafia vendiéndote el arma con la que te apunta. Trump es el pistolero que quiere volver al Salvaje Oeste y a la ley del más fuerte. Primero se ha liado a tiros con China, al que ha impuesto aranceles del 104%. Quiere pasar del Made in China al Made in USA. Es una oportunidad única para apostar por el Made in Europe: democracia, sistema del bienestar, energías limpias, nuevas tecnologías, producto propio y mercado común.