La apuesta por Trump es notablemente resbaladiza. Es el Trump pro Putin. Y pro Milei -a quien acaba de apoyar expresamente- y el que charló con el dictadorzuelo Bukele en la Casa Blanca. Y el furibundo contra China que tantas consecuencias negativas está desencadenando. Y no es lo que se destaca
Nadie sabe cuál fue el origen de la expresión “te han engañado como a un chino”. Lo más probable, un prejuicio racista dado que los chinos han demostrado ser especialmente listos durante milenios. Ahora, en la guerra de aranceles iniciada por Donald Trump, los de a pie están saliendo a contar los precios a los que venden infinidad de productos y lo que se cobra por ellos en occidente. Más, siempre, y en algunos casos cifras con diferencias abismales. Sin descartar productos de lujo que se disparan ocultando su procedencia. China es la gran fábrica del mundo, lo hace todo, desde juguetes a los aparatos electrónicos más comunes, teléfonos móviles, ordenadores, hasta tecnología militar. Ha avanzado también con brillantez en campos punteros de la investigación.
Sin duda, la base de ofertar precios mucho más baratos radica en los costes de su producción. La mano de obra fue fundamental en ese éxito. Una pura explotación laboral que occidente aceptó sin complejos cuando le abrieron a China la puerta del comercio mundial al ingresar en 2005 en la OMC. En tres meses ya se notaban sus efectos. Y. enseguida también, su influencia en el abaratamiento del valor del trabajo en todas partes. En fábricas chinas nos contaron para un reportaje de Informe Semanal que la mano de obra les suponía el 1% de los costes. Sí, el uno por ciento, había que oírlo dos veces. Numerosos empresarios occidentales se frotaban las manos y, desde luego, mucho cambió desde entonces.
Los sueldos en China son mucho mejores ahora en relación con el costo de la vida. Y la gran máquina de producción sigue funcionando. Tanto Trump como Biden han intentado en todo momento salir triunfantes en la competición de Estados Unidos con China, tratando de involucrar a sus aliados en esa pugna. Recordemos la reunión de la OTAN en Madrid en junio de 2022, apenas cuatro meses después de la invasión rusa de Ucrania. Sus conclusiones fueron un puro seguidismo de las políticas estadounidenses. Acordaron que la negociación con Rusia era “una puerta abierta”, sin programa ni fecha: el compromiso para aumentar el gasto militar en todos los estados miembros y un cambio de estatus para China. La Cumbre de Madrid introdujo “como peligro” a China “porque contraviene los intereses de la OTAN”, firmaron. En realidad, los intereses de los Estados Unidos. El acuerdo final contemplaba como exponente de ese riesgo que “China aspira a la supremacía tecnológica y militar”. Había más tela que cortar, y que vender.
El idiota más presuntuoso del planeta declaraba este lunes públicamente: “Me hice el examen cognitivo como parte de mi examen físico y obtuve la calificación más alta. Uno de los médicos me dijo: ‘Señor, nunca he visto a nadie obtener esa marca, la calificación más alta‘”. Trump quiere ser idolatrado y parece que en su entorno nadie le contradice. Para hacer más vergonzoso el apoyo a este presidente, se diría que quiere competir con China también en el desprecio por los Derechos Humanos con las deportaciones, y también con las ejecuciones. La exaltada ultraderechista que ha nombrado Fiscal General del Estado, dijo hace unos días que el presidente y ella quieren aplicar penas de muerte a los delitos siempre que sea posible.
Trump ha organizado una monumental hecatombe con su América grande que ha cambiado el mercado mundial, y sus altibajos de opinión inundan de inseguridad a los mercados, tan sensibles a ese factor. Y no parece que los ciudadanos estadounidenses vayan a salir tampoco muy bien parados.
Y entonces llega la UE y su presidenta Von der Leyen organiza un grupo especial que vigile las importaciones chinas porque Europa teme una avalancha de productos baratos desde allí a causa de los aranceles impuestos por Washington a Pekín. El “dumping” de productos podría socavar las industrias locales. Vaya.
El dicho que aludía a engañar como a chinos podría tener su contrapunto. La cumbre de la OTAN en Madrid aparcó sin fecha negociar con Rusia el alto el fuego con Ucrania. Donald Trump ha aceptado la excusa de Moscú sobre el trágico bombardeo a la ciudad ucraniana de Sumy. Nunca Trump defenderá a Europa frente a Rusia y en eso nos engañan… como a lerdos.
Son muchas mentiras ya. Y en un momento tan crítico de las relaciones internacionales no parece que contemos con los mejores negociadores. En ese contexto, precisamente el viaje (previsto con antelación) del presidente español Pedro Sánchez a China ha sido más que oportuno. La apuesta por Trump -pese a todo lo que se ve- de las derechas y de la UE (de derechas) es notablemente resbaladiza. Es el Trump pro Putin. Y pro Milei -a quien acaba de apoyar expresamente- y el que charló con el dictadorzuelo Bukele de El Salvador en la Casa Blanca, incluso para oponerse a los atletas trans, como harían un par de “cuñados” en la barra de un bar. En un momento que se presta poco a estos tonos, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha ordenado el regreso de Kilmar Abrego Garcia, un ciudadano ilegalmente deportado a El Salvador y a cuya devolución se niega Bukele alimentando las peores sospechas sobre la integridad del detenido. Y es el Trump furibundo contra China que tantas consecuencias negativas está desencadenando. Y no es lo que se destaca. No cierren mercados, ni relaciones si les parece, pero un trato preferente y reverencial a Trump no parece lo más indicado. Salvo ideología, miedo o sumisión.
Lo peor es que hay una cantidad ingente de personas a las que les gusta que les engañen. Y de ahí parten tantas impunidades de los poderosos o de quienes se erigen como tales. Y lo ves cada día tragando trolas grandes como catedrales de las que se expulsan por los medios ad hoc. Y así se llega al momento presente.