La macrocelulosa proyectada a orillas del río Ulla es un riesgo añadido para flora y fauna protegida y los expertos avisan de que algunas medidas compensatorias previstas son ineficaces
Ni marsopas ni tartarañas: solo tres de las 201 especies amenazadas en Galicia tienen un plan de protección vigente
La finca elegida por Altri para sus planes de levantar una macrocelulosa en el centro geográfico de Galicia formó parte de las últimas dos propuestas de ampliación de la exigua Red Natura 2000 en la comunidad. Aunque esa inclusión de nuevos terrenos nunca llegó a prosperar, los expertos recalcan que, con o sin reconocimiento formal, se trata de un área de especial valor natural, con varias plantas únicas en el mundo y la presencia de al menos 27 especies de flora y fauna que están o en peligro de extinción o catalogadas como vulnerables.
“No parece un lugar apropiado para colocar una macrofábrica”, resume el profesor de la Universidade de Santiago de Compostela (USC), experto en botánica, Miguel Serrano. Asegura que, desde la perspectiva de la biodiversidad vegetal, “es una de las zonas más importantes de la península ibérica”, lo que la convierte “en el lugar menos adecuado” para una iniciativa industrial como la que plantea Altri -a través de Greenfiber, en la que también participa el empresario gallego Manuel García Pardo, el dueño de Greenalia-.
El proyecto, que se está encontrando con una movilización en contra que ya ha excedido las manifestaciones específicas y se cuela en eventos culturales y deportivos, tiene la bendición ambiental de la Xunta, que aprobó a mediados de marzo la declaración de impacto ambiental (DIA) favorable y concluyó que “es viable”. El propio documento del Gobierno gallego recoge que constan al menos 27 especies amenazadas en la zona en la que se quiere instalar la macrocelulosa y, para algunas de ellas, fija condicionantes y medidas compensatorias. Unas medidas de cuya efectividad dudan los expertos.
De esas 27 especies, ocho están consideradas en peligro de extinción. Son un ave (Tetrax tetrax, el sisón común), tres invertebrados (Elona quimperiana, un tipo de caracol; Macromia splendens, una libélula; y Margaritifera margaritifera, mejillón de río) y cuatro plantas (Eryngium viviparum, Armeria merinoi, Leucanthemum gallaecicum y Santolina melidensis). Estas tres últimas, conocidas como herba de namorar de Merino, magarza de Barazón y santolina de Melide, están en riesgo crítico. Son variedades endémicas que no se pueden encontrar en ningún otro lugar del mundo, solo en los suelos serpentiníticos de esta zona de Galicia. Su presencia ya obligó a modificar el diseño de la autovía entre Santiago y Lugo, la A-54, que, aun así, atraviesa parte de los terrenos en los que crecen.
Serrano, que trabajó en el proyecto para compensar el impacto de la autovía en estas tres especies, insiste en que la principal amenaza sigue siendo que su entorno se degrada, pero ahora se suman los efectos que tendría, si finalmente se construye, la macrocelulosa de Altri. En la finca se han encontrado poblaciones de estas plantas, tanto en la parte en la que se levantarían las edificaciones como las atravesadas por los tubos, y así figura en la DIA.
La Xunta pone como condición al proyecto que la empresa reserve terrenos específicos para estas especies y da por buena la propuesta de que eso se traduzca en 55 hectáreas destinadas a este fin en lo que Altri llama “anillo verde” alrededor de la finca que quiere ocupar. Serrano considera, sin embargo, que “no es una medida compensatoria eficaz de ningún modo”. Estas plantas, explica, están asociadas no solo a este tipo de suelos que tienen, de forma natural, muchos metales pesados, sino también a una estructura particular: poco profunda, con afloramientos rocosos. Y esto último es lo que considera “muy difícil de reproducir”. También augura poco éxito a la alternativa de trasladar plantas desde las zonas afectadas a este cinto perimetral. En experiencias previas se comprobó que, si los suelos no tenían las mismas profundidades que los originales, en pocos años proliferan otras especies que acaban por cubrir toda la zona.
Sobre la cuarta especie de flora en peligro de extinción que se encuentra en la zona, la Eryngium viviparum, el botánico señala que está “amenazadísima, pero la hay en otras zonas”, como las comarcas de A Terra Chá y A Limia. No es la misma situación que para las otras tres, que, si desaparecen de estos suelos de A Ulloa, desaparecen del planeta.
La Santolina melidensis, una de las especies endémicas amenazadas que se vería afectada por la fábrica de Altri.
El mejillón de río y el desmán
El biólogo Serafín González, que es el presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), destaca los impactos negativos, dentro de la fauna, para las aves y para las especies acuáticas. En la declaración de impacto ambiental, la Xunta descarta la presencia en la finca de sisón (Tetrax tetrax), la única especie de ave en peligro de extinción que consta en el área. Sí menciona que la empresa detectó otras consideradas vulnerables. Cita dos vuelos de tartaraña (aguilucho cenizo, Circus pygargus), pero concluye que no hay indicios de nidificación. El Gobierno gallego acepta el estudio y da por buenas las medidas previstas también para anfibios y reptiles.
La DIA se detiene en un molusco, el mejillón de río Margaritifera margaritifera. La Xunta expone que tuvo que pedir documentación complementaria a la empresa, con un apartado específico sobre el programa de vigilancia de esta especie en peligro de extinción. En los estudios en el río Ulla, Altri señaló que el 98,5% de los individuos que encontró están aguas arriba del punto de vertido y solo ocho están aguas abajo. Sostiene que sus trabajos demuestran que no habrá variaciones apreciables de temperatura que repercutan sobre la especie, pese a que los cambios pueden llegar a los tres grados centígrados. Para la SGHN, sin embargo, el impacto previsible es “muy importante” y los análisis no tienen en cuenta posibles efectos del cambio climático como las sequías o los aumentos de temperatura del entorno.
Serafín González destaca que las aguas -el proyecto prevé captar del Ulla hasta 46.000 metros cúbicos diarios y devolver 30.000 después de ser tratados- que se van a verter de nuevo al cauce son “depuradas, pero industriales” y constituyen “una hipoteca” para conservación del mejillón de río y de otra especie vulnerable y que ya recibió especial atención por parte de la propia Xunta: la toupa de río (en castellano, desmán, Galemys pyrenaicus). Este pequeño mamífero fue el protagonista, junto al mejillón de río, de un proyecto Life promovido por el Gobierno autonómico y que se llamó Margal Ulla (Mar-, por Margaritifera y -gal, por Galemys). Lo que esto significa, dice el biólogo, es que la propia Xunta consideró que en este tramo del Ulla hay unas poblaciones relevantes de estos dos animales.
La conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, con el equipo que investiga sobre la Margaritifera margaritifera, entre ellos la bióloga Paz Ondina.
La conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, visitó en 2021 el centro de Veral, en Lugo, donde se desarrollan trabajos de investigación sobre el mejillón de río y destacó que es una de las especies más amenazadas del planeta, en peligro crítico para Europa. La calificó de “joya desconocida de los ríos gallegos”. Galicia, como “uno de sus últimos refugios”, debe “establecer mecanismos para reintroducir y mejorar” su situación, dijo entonces sobre este animal, al que ahora amenaza la instalación de la macrocelulosa.
Una “reliquia” superviviente de las glaciaciones
Los riesgos se extienden sobre otro tipo de animales. En las alegaciones presentadas por la Sociedade Galega de Historia Natural al proyecto de Altri se recoge el aviso de que el inventario de fauna está “muy incompleto” y cita entre las especies que no reciben la necesaria atención la Macromia splendens, un tipo de libélula que aparece descrita en el Atlas de invertebrados amenazados de España como “una reliquia que ha sobrevivido a las glaciaciones” y que está en peligro de extinción.
Un trabajo publicado en enero de 2024 por los biólogos Iván Orois y Martiño Cabana reúne muestreos no estandarizados y datos de plataformas de ciencia ciudadana en el curso alto del Ulla, aguas arriba del embalse de Portodemouros, donde pretende ubicarse Altri. Concluye que, con las 876 observaciones recopiladas, se localizaron un total de 40 especies de libélulas -incluida la Macromia splendens-, es decir, el 75,5% de la diversidad de la que se tiene constancia en Galicia en la actualidad para estos insectos.
La presencia de las especies amenazadas y, en general, de “una diversidad considerable” de libélulas en la zona la convierten en “uno de los principales puntos de interés del grupo en el contexto gallego”, recalcan los biólogos. Pero a las amenazas procedentes de la presión agroganadera sobre los cursos fluviales de la zona y los “recurrentes vertidos industriales” al Furelos y sus tributarios, ahora se suma la posibilidad de que se construya una gran industria de celulosa: “Ejercería un grave impacto sobre los cursos de agua de la zona”.
A las ocho especies en peligro de extinción reconocidas en la zona se añaden otras 19 catalogadas como vulnerables, entre las que hay cuatro tipos de murciélagos, tres de ranas, una salamandra, un pez o un tipo de orquídea.
Serafín González insiste en la que zona es especialmente valiosa y sensible. Recuerda que no solo estuvo en las dos últimas propuestas de ampliación de la Red Natura, sino también dentro de los planes de la Estratexia Verde del Gobierno gallego, que terminó por eliminar la finca de la zona de amortiguación. El biólogo considera que la Xunta se pliega a “intereses desarrollistas”.