La historia ‘sumergida’ entre el inventor del submarino eléctrico, Isaac Peral, y Albacete

El estreno del S-81 revive la figura del marino que revolucionó la navegación submarina y dejó huella en Castilla-La Mancha, entre homenajes, disputas de origen y un relato de reconocimiento tardío

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Hace apenas unos días que el S-81 Isaac Peral, el primer submarino diseñado y a la vez construido en España desde el Siglo XIX, se estrenó en unas maniobras internacionales celebradas en colaboración con la OTAN frente a las costas andaluzas. Los avances en el primer sumergible de la serie S-80 ha devuelto a la actualidad al submarino de la Armada Española de propulsión eléctrica inventado por Isaac Peral, marino que tuvo relación con Castilla-La Mancha y, en especial, con Albacete.

La historia de Isaac Peral es la de un inventor incomprendido en su tiempo y la de una injusticia que solo se corrigió con el paso de los años. Pero la senda que abrió en el final del siglo XIX marcaría un antes y un después en la navegación marítima.

Nacido el 1 de junio de 1851 en Cartagena, siendo muy joven ingresó en la Armada. Su ciudad de origen y su familia, de tradición militar, marcaron su destino. En la Marina adquirió una sólida formación técnica y desempeñó diversos cargos en instituciones como el Observatorio Astronómico de San Fernando de Cádiz y la Escuela Naval.

En uno de sus viajes por el mundo, en una parada en Filipinas, cayó gravemente enfermo después de que un barbero le cortase por accidente una verruga que tenía en la sien. Esa herida terminó por complicarse y parecía incurable, lo que le obligó a llevar una venda que le cubría la cabeza de forma permanente. Ese problema le acompañó hasta el final de sus días.


El S81 en el Arsenal de Cartagena

Su mayor logro fue la invención del primer submarino eléctrico de la Armada, un proyecto que comenzó en Cádiz mientras trabajaba en la Escuela Naval de Ampliación de Estudios. Con apoyo del Ministerio de Marina, viajó a varios países europeos para adquirir los materiales necesarios.

Y por fin, el 8 de septiembre de 1888, con una eslora de 21 metros, el submarino de Isaac Peral fue botado en La Carraca, un centro militar para la construcción y reparación de buques en San Fernando. Las pruebas oficiales no comenzaron hasta meses después, en febrero de 1889, mientras que, en junio de 1890, el submarino navegó sumergido e hizo un simulacro de combate.

Presiones externas e intereses de otros países

A pesar de estos logros, la Armada y el Gobierno español rechazaron continuar con el desarrollo del submarino, posiblemente debido a presiones externas e intereses de otros países. Pero, además, Peral tuvo que plantar cara a una campaña de desprestigio desplegada en la prensa de la época. Al final, decidió solicitar su baja en la Marina. Y ya, como civil, se dedicó a la energía eléctrica y fundó la Compañía Termoeléctrica de Manzanares junto al marqués de Salinas.

En 1895, Peral viajó a Berlín para operarse de un cáncer de piel, pero una infección derivada de la cirugía le provocó meningitis y falleció el 22 de mayo de ese mismo año.

Sus restos fueron trasladados en 1911 a Cartagena, donde descansan en la actualidad. Y ahora, su legado como pionero de la navegación submarina, sigue siendo reconocido y su creación, no sin antes pasar un sinfín de vicisitudes, es un foco de interés turístico y científico en el Museo Naval de Cartagena.


Submarino Peral en el Museo Naval de Cartagena

La gesta tecnológica de Peral generó un sinfín de reconocimientos a este marino por toda España, lo que llevó a Cartagena a reivindicar su figura como hijo de la localidad, lo cual se difundió en un buen número de periódicos de la época. Y es que apenas habían pasado unos días desde la botadura del submarino cuando el Diario de Murcia, en octubre, difundió incluso la partida de nacimiento y de bautismo de Isaac Peral, y todo porque Cartagena quería recabar para sí la “gloria conquistada” por su paisano.

La reivindicación de Alpera

En este municipio no aceptaban que otra población quisiera apuntarse algún tanto al respecto. Y no iban desencaminadas las autoridades cartageneras, ya que, en enero de 1889, Crónica Meridional, un diario liberal independiente, dio cuenta de una carta procedente de Alpera con la que esta localidad reclamaba “para sí” la de ser el pueblo de origen de Isaac Peral. Y todo porque su abuelo, Pedro Peral del Castillo, sí era hijo de esta población ubicada en la comarca de Monte Ibérico-Corredor de Almansa.

En esa noticia de Crónica Meridional, que apareció en otros diarios, y bajo el título de Los abuelos de Isaac Peral, se señalaba que “don Pedro Peral del Castillo, abuelo de Isaac Peral, ocupó la suerte de soldado en dicha villa de Alpera por los años 1820 a 1825, y fue destinado a Infantería de Marina, donde militó, alcanzando el grado de oficial mayor”. Además, se apuntaba que el padre del inventor, Juan Manuel Peral Torres, casado en Cartagena, sirvió también en la Armada, alcanzando el empleo de capitán de navío, “y aquí nació el héroe de la navegación submarina”, dejando claro el origen del marino, aunque apuntaba el rotativo: “Nuestro parabién a la villa de Alpera, que tales nietos cuenta, y que se dispone a conmemorar el recuerdo de sus hijos celebrando las glorias de su genio portentoso”.

Y otro diario, este, de ideología católica, El Alicantino, publicaba para las mismas fechas que en Alpera, el inventor tenía parientes cercanos que, “sabedores por la celebridad de nuestro inventor del submarino”, estaban preparando un viaje “para entregarle los documentos que acreditan pertenecerle algunos bienes que, con poderes del abuelo, han venido poseyendo hace medio siglo”.

A este respecto, el Ayuntamiento de Alpera remitió una carta a Isaac Peral, por el invento del submarino en los siguientes términos: “Este pueblo, entusiasta admirador de todo progreso científico, se enorgullece hoy al recordar a su abuelo de usted, nacido aquí, y de donde salió un día con su patriotismo a conquistar laureles como Marino en la guerra de la independencia”.

A esta carta respondió el propio inventor, con una carta en la que afirmaba: “Agradezco con toda mi alma la felicitación del Ayuntamiento de Alpera, pueblo donde nacieron mis ascendientes. Como aquellos haré cuanto esté en mi mano para el mejor servicio de la nación”. Pero, puesto que las pruebas oficiales no se habían celebrado todavía, el Ayuntamiento alperino acordó dejar para “después de verificada la prueba oficial del submarino obrar con arreglo a ella”.

Y así sucedió, puesto que este Consistorio albacetense esperó hasta el 15 de junio de 1890 para felicitar oficialmente a Isaac Peral, una vez que los ensayos definitivos habían resultado positivos, acordando, además, sustituir el nombre de la Plaza de O’Donnell por el nombre de Peral, además de colocar una placa conmemorativa en la casa donde nació y vivió el abuelo del inventor del submarino. Al parecer no existe constancia documental de que se cumplieron entonces esos acuerdos, pero sí se hizo más de 130 años después por parte del Ayuntamiento de Alpera, aceptando la propuesta de la Asociación Histórica de la Guardia Civil en el pleno municipal de enero de 2021.

Albacete le dedicó una calle

Pero el reconocimiento a los logros del inventor Isaac Peral no tardó en llegar a la ciudad de Albacete que, deseosa de enaltecer su figura, no solo le envió una carta de felicitación, sino que además decidió bautizar una de sus calles con su nombre.

Pero no se trataba de cualquier vía, sino de la que daba acceso al recién inaugurado Teatro-Circo, un espacio emblemático para la vida cultural de la época y para la actual.


Calle Isaac Peral en Albacete

Fue en el verano de 1890, tras el éxito de las pruebas de su submarino, cuando el Ayuntamiento de la capital remitió una misiva al marino gaditano para comunicarle la noticia. Su respuesta no se hizo esperar, y el 12 de julio, desde San Fernando, envió una epístola en la que expresaba su gratitud: “He tenido la satisfacción de recibir la cariñosa felicitación que se ha dignado dirigirme honrándome ese Excelentísimo Ayuntamiento de su dignísima presidencia. Cuanto dijera sería válido para expresar mis sentimientos de gratitud por tan señalada prueba de distinción, a la que haré por corresponder consagrando a nuestra querida patria el fruto de mi escasa inteligencia y mi vida, si preciso fuera”.

Asimismo, en la carta manifestaba su agradecimiento por el honor que suponía dar su nombre a una de las calles céntricas de la ciudad: “Agradecer reconocidísimo la honra que me dispensan al dedicar mi modesto nombre a una de las calles céntricas de esa población. Con el mayor placer aprovechar esta ocasión para ofrecer a usted mis sentimientos y le ruego acepte la amistad que le ofrece suplicándole sea intérprete de estos mismos sentimientos para con ese Excelentísimo Ayuntamiento de su digna presidencia”.


Intercambio epistolar entre el Ayuntamiento de Albacete e Isaac Peral

La calle quedó abierta en 1890, pero su creación no fue sencilla. Desde que se inició la construcción del Teatro-Circo, se llevaron a cabo diversos intentos por abrir una nueva vía que facilitara el acceso al recinto. De hecho, cuando el coliseo cultural se inauguró oficialmente el 7 de septiembre de 1887, los invitados tuvieron que entrar por la parte trasera del edificio, por la calle Carcelén.

Los trámites para hacer realidad esta calle se encontraron con la férrea oposición de algunos propietarios, que se resistían a ceder sus terrenos, compuestos en su mayoría por corralones y antiguas viviendas situadas en la estrecha callejuela de Rodrigo Castañeda.

El apoyo de la Diputación Provincial resultó clave para desbloquear la situación. La corporación destinó fondos para las expropiaciones necesarias, logrando no solo dar luz verde a la nueva calle, sino también mejorar el entorno del Palacio Provincial, un edificio de reciente construcción.

Hasta 1880, la Diputación había ocupado diversas sedes provisionales, pero el crecimiento de su administración hizo indispensable la creación de un edificio propio. La iniciativa, impulsada por Ricardo Castro, terminó por concretarse tras superar ciertas reticencias iniciales.

La apertura de esta calle permitió además embellecer el Palacio Provincial con una verja de forja que delimitaba sus jardines. Con el paso de los años, la vía se convirtió en un enclave estratégico dentro del desarrollo urbano de Albacete.

En ella se construyeron importantes edificios como la fachada posterior del Banco de España, la Casa de la Cultura, la Biblioteca Pública y la Caja de Ahorros de Albacete. También albergó el Museo Provincial, que en sus inicios había estado ubicado en una sala de la Diputación, y más tarde la sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y el Hogar de Jubilados.

Por cierto, que según escribió el cronista oficial de la ciudad, José Sánchez de la Rosa, en el diario La Verdad en 1996, la calle Isaac Peral recibió este nombre por una falta de conocimiento de los concejales de entonces que pensaron que el inventor del submarino era natural de Albacete.