Más de ocho millones de personas en España que son alérgicas al polen sufrirán algún que otro síntoma, pero hay formas de aliviarlos: «Es importante llevar un registro de los síntomas para correlacionarlos con la exposición ambiental»
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Para muchos, la llegada de la primavera es de lo más esperado del año: sol, días más largos, temperaturas agradables y cambio de ropa por prendas más ligeras. Sin embargo, no todo el mundo la recibe con la misma alegría. Muchas personas que tienen alergia al polen le dan la bienvenida con un pañuelo en la mano, picor de nariz y un sinfín más de síntomas molestos como estornudos, congestión, picor y obstrucción nasal, conjuntivitis o incluso asma bronquial.
Según cifra el Ministerio de Sanidad, la alergia al polen afecta aproximadamente al 15% de la población; y según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en torno a ocho millones de españoles (un 16,5% aproximadamente).
Lo que nos espera este año si somos alérgicos al polen
Lo cierto es que el polen, esas partículas de tamaño microscópico, se encuentra en muchos árboles, arbustos o malas hierbas y se disemina de manera fácil con las corrientes de aire. Y es, además, el que con mayor frecuencia desencadena síntomas de alergia. Las condiciones meteorológicas afectan a la cantidad de polen en el aire en un momento determinado. Y es durante la primavera cuando los pólenes de las gramíneas, plátano de sombra u olivo son los predominantes debido sobre todo a su extensa distribución vegetal.
Las previsiones de concentraciones de polen para este año 2025 que hace la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) indican que será una primavera, desde el punto de vista alérgico, leve en el litoral mediterráneo, de moderada a intensa en el centro peninsular y variable en la cornisa cantábrica y sur peninsular.
Este año particular, y como reconoce la doctora Paula Ribó, alergóloga y autora del libro Alergia, la nueva epidemia: Una guía para entender, prevenir y combatir las enfermedades alérgicas (Alienta), “lo que cabe esperar es que después de tantas lluvias y tras varios años de sequía, la primavera sea un poco más intensa; aunque de cara a los pólenes de verano, como el polen de las gramíneas, sí que se prevén niveles más altos de pólenes que otros años”. Se pueden consultar los niveles de polen a través de aplicaciones móviles avaladas por la SEAIC o en esta web.
¿Qué podemos hacer para mantener a raya los síntomas de la alergia al polen?
La mejor manera de evitar los síntomas de la alergia estacional es, en primer lugar, “identificar a qué se tiene alergia”, advierte Ribó, así como conocer y determinar a qué polen se tiene alergia y en qué época poliniza, lo que nos ayudará a minimizar la exposición. Además, es importante “llevar un registro de los síntomas en un calendario o mediante ayuda de aplicaciones especializadas para correlacionar los síntomas con la exposición ambiental”, explica Ribó, que nos da una serie de recomendaciones para minimizar los efectos de la alergia al polen.
En el interior de nuestra casa:
Cerrar las ventanas de la casa y ventilar, si es posible, a primera hora de la mañana y cuando cae el sol, ya que es en estas horas cuando “los niveles de polen son más bajos”, afirma Ribó.
Usar aire acondicionado cuando sea posible porque es una buena manera de limpiar, enfriar y secar el aire.
Viajar en el coche con las ventanillas cerradas e instalar filtros antipolen en el aire acondicionado del coche. Aquí Ribó destaca la importancia de “cambiarlos con frecuencia”, ya que, si están en buenas condiciones, impedirán que el polen penetre en el vehículo.
En el exterior:
Evitar salir al exterior cuando los niveles de polen de nuestro ambiente estén altos y, sobre todo, durante los días de viento.
No cortar el césped ni podar o pasear por el campo y en días con alta polinización y tampoco hacerlo en las horas centrales del día.
Otras recomendaciones para minimizar los efectos del polen pasan por no olvidarnos las gafas de sol si vamos a salir fuera o la mascarilla para taparnos la boca y la nariz en los días de alta polinización; o ducharnos y cambiarnos de ropa al llegar a casa.
Opciones de tratamiento para la alergia al polen
Además de intentar seguir todos estos consejos, es importante contar con un tratamiento adecuado, que nos dará un alergólogo, para tratar los síntomas. La primera de las premisas es no automedicarse, sino consultar con el médico, que es quien nos ayudará a encontrar la mejor opción para nosotros.
Por un lado, está el tratamiento sintomático, es decir, el que actúa sobre los síntomas. Y este pasa por acudir a los “antihistamínicos, corticoides nasales, colirios o incluso inhaladores para controlar el asma bronquial, aunque todo va en función de la intermitencia o persistencia de los pólenes y de los síntomas de cada persona”, explica Ribó.
En el caso de rinitis, por ejemplo, es recomendable el uso de algún antihistamínico o de algún corticoide nasal para aliviar los síntomas. Si, en cambio, aparece conjuntivitis o picor de ojos, el tratamiento pasa por el uso de algún colirio; y si hay asma bronquial, será necesario el uso de inhaladores.
Si lo que se busca es un tratamiento más definitivo, “podemos asegurar una disminución de estos síntomas y un control de la enfermedad a largo plazo con la inmunoterapia específica con alérgenos, es decir, las vacunas de alergia”, afirma Ribó. Se trata, asegura la experta, del único tratamiento que ha permitido controlar la enfermedad, lo que se convierte en “el tratamiento y opción ideal para aquellos alérgicos que cada año tienen síntomas”.