Engañados y esclavizados: ocho trabajadores de una plantación de café en Brasil demandan a Starbucks

Los trabajadores fueron rescatados por las autoridades de Brasil, que suelen llevar a cabo este tipo de operaciones, especialmente en el sector del café. Los afrobrasileños representan la mayoría de los trabajadores rescatados (66%)

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A John (nombre ficticio) le faltaban unos pocos días para cumplir los 16 años cuando lo reclutaron para trabajar supuestamente en una finca brasileña que produce café para la cadena mundial Starbucks. Poco después de su cumpleaños, emprendió un viaje de 16 horas en autobús hasta la finca, en el estado de Minas Gerais. Allí descubrió que nada de lo que le habían prometido iba a respetarse.

Sin sueldo, sin botas y sin guantes de protección, trabajó bajo un sol abrasador de 05:30 de la mañana a 06:00 de la tarde, con solo 20 minutos de descanso para el almuerzo, hasta que en junio de 2024 las autoridades brasileñas lo rescataron durante una redada. Según el informe oficial de aquella operación, John había sido sometido a “trabajo infantil en condiciones peligrosas”. Él y otros trabajadores habían sido “objeto de trata y sometidos a condiciones similares a la esclavitud”.

Con el apoyo de la ONG de lucha contra el trabajo esclavo International Rights Advocates, John y otros siete trabajadores brasileños (cada uno identificado como John Doe y un número, por temor a represalias) presentaron esta semana una demanda civil en Estados Unidos contra Starbucks, reclamando una compensación económica por los daños que alegan haber sufrido.

International Rights Advocates y la ONG Coffee Watch también presentaron el jueves una reclamación ante la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) con el fin de “excluir el café y los derivados del café producidos de manera ‘total o parcial’ con trabajo forzado en Brasil” de las importaciones de Starbucks y otras grandes empresas como Nestlé, McDonald’s, Dunkin’, Illy y Jacobs Douwe Egberts.

La denuncia cita varias operaciones de rescate de trabajadores llevadas a cabo por las autoridades brasileñas en los últimos años. “Son solo la punta del iceberg, la muestra de unas condiciones generalizadas de explotación laboral en las plantaciones de café de Brasil que son demasiado comunes”, dice la demanda.

“Si logramos convencer a la CBP de que nuestro caso es irrefutable, eso cambiaría las reglas del juego, porque las autoridades brasileñas han encontrado a miles de personas en esas condiciones y está claro que lo hecho hasta ahora no está resolviendo el problema”, explica Etelle Higonnet, fundadora y directora de Coffee Watch.

Los afrobrasileños, los más afectados

El cafetero es el sector de Brasil donde se ha rescatado a más trabajadores en condiciones análogas a la esclavitud, una categoría jurídica que incluye una combinación de factores como servidumbre por deudas, jornadas excesivamente largas y falta de remuneración, así como un alojamiento y una alimentación degradantes.

Brasil es el primer productor mundial de café desde el siglo XIX, cuando la producción se disparó gracias al trabajo forzado de cientos de miles de africanos y afrobrasileños esclavizados. Los afrobrasileños representan hoy la mayoría de los trabajadores rescatados (un 66%) por vivir en condiciones similares a la esclavitud.

“La lógica de la producción de café aquí es la del trabajo precario que a lo largo de nuestra historia se le ha impuesto siempre a los negros”, denuncia Jorge Ferreira dos Santos Filho, coordinador de una organización de trabajadores llamada Adere, que ayuda a las autoridades a encontrar víctimas en esas condiciones.

“Especialmente en las zonas rurales, los negros acabamos cayendo en estas situaciones porque no tenemos opción y necesitamos llevar comida a casa”, añadió Santos Filho, que es negro y dice haber sido sometido a trabajos forzados en al menos cuatro ocasiones.

Los ocho trabajadores que interpusieron la demanda contra Starbucks viven en quilombos, palabra de origen bantú que nombraba a los asentamientos fundados por esclavos huidos y ahora se refiere a las comunidades negras de Brasil, tanto las rurales como las urbanas. Por todo Brasil hay en torno a 1,3 millones de personas viviendo en 8.400 quilombos, con peores condiciones que el promedio nacional en cuanto al saneamiento y el analfabetismo, en otras cosas.

“Es algo moralmente repugnante”

“El hecho de que Starbucks cobre 6 dólares por una taza de café [unos 5,3 euros], cuando la mayor parte ha sido cosechado por niños y trabajadores forzosos va más allá de un acto criminal, es algo moralmente repugnante”, afirma Terrence Collingsworth, director de International Rights Advocates.

Tanto la demanda como la reclamación ante la Oficina de Aduanas de EEUU alegan que Starbucks y el resto de las grandes empresas siguen importando café de estas explotaciones, a pesar de las operaciones de rescate, tras las cuales los propietarios de la explotación son multados y añadidos a una lista negra del Gobierno brasileño con los datos de empleadores vinculados al trabajo forzoso.

“A la hora de adquirir café, la piedra angular de nuestro enfoque está en nuestra ‘Política de justicia para los agricultores y el café’ [‘C.A.F.E. Practices’, por sus siglas en inglés], que comenzó en 2004 como uno de los primeros reglamentos de abastecimiento ético en la industria cafetera y es mejorado de manera continua”, señala un portavoz de Starbucks. “Desarrollado en colaboración con [la ONG ecologista] Conservation International, ‘C.A.F.E. Practices’ es un programa de verificación que puntúa a las explotaciones en función de criterios económicos, sociales y medioambientales, diseñado para promover prácticas de cultivo de café transparentes, rentables y sostenibles, protegiendo al mismo tiempo el bienestar de los cafeteros y de los trabajadores, de sus familias y de sus comunidades”, agrega.

Someter a los trabajadores a trabajos forzados es un delito castigado con hasta ocho años de prisión en Brasil, pero los propietarios de las explotaciones no suelen ser encarcelados.

“Para terminar con esto necesitamos que los consumidores sean conscientes de que cada taza de café que beben sin cuestionar su origen real está financiando el trabajo esclavo en la producción de café”, dice Santos Filho. “De nada sirve sentir simpatía por los trabajadores o reclamar tolerancia cero con estas prácticas si se sigue bebiendo café sin cuestionar su origen”, concluye.