El flamenco fue un destino para Manuel Bohórquez, literalmente, desde la cuna. Con dos años y medio y una salud muy precaria, fue alojado en una incubadora al tiempo que su padre yacía seriamente enfermo en el mismo Hospital Central de Sevilla, en una habitación compartida con el legendario cantaor Manuel Vallejo. “Mi madre se llevó a mi padre en un taxi, y antes de llegar al pueblo falleció. Luego, una monja le contaría que Vallejo venía a verme todas las noches, a decirme que no me preocupara. Sin conocer esta anécdota ni saber nada de él, la primera vez que escuché un disco de Vallejo me harté de llorar”.