Cuando la sala de espera de un hospital se convierte en el hogar de las personas sin hogar

De abril de 2024 a febrero de 2025, más de una decena de personas han pernoctado en las Urgencias del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. La Asociación Bokatas, que acompaña y reparte bocadillos entre este colectivo, lamenta la falta de alternativas: «Encuentran soluciones para sobrevivir, pero no para vivir»

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Hace un año, un grupo de personas sin hogar de Zaragoza empezó a pasar la noche en la sala de urgencias del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Este espacio está abierto a todo el mundo y, por lo tanto, las personas que carecen de un recurso habitacional podían pasar allí la noche. 

La Asociación Bokatas se encarga de acompañar y de repartir alimentos y bebidas a las personas sin hogar que pernoctan en las calles de varias ciudades españolas, entre ellas Zaragoza. Los voluntarios de esta asociación explican que, cuando conocieron que había un grupo de “entre diez y veinte personas” durmiendo allí, lo incluyeron en una de sus rutas de reparto, la que se hace en bicicleta: “No entrábamos en urgencias para no molestar a los pacientes que estaban esperando, nos reuníamos con las personas sin hogar en frente del hospital y allí les dábamos el bocadillo y el caldo que repartimos los martes y jueves”, explica Jesús, uno de los voluntarios de esta ruta. 

Sin embargo, el pasado 20 de febrero el hospital impidió la entrada de estas personas, al considerar que no era el lugar donde tenían que pasar la noche, según adelantó El Periódico de Aragón. Jesús explica que, cuando llegaron el día que no les dejaban entrar las personas sin hogar “estaban en shock porque no les habían avisado antes”. Javier, coordinador de Bokatas en Zaragoza, añade que muchos de ellos pasaron esa noche “en la puerta o los alrededores”. Juan también forma parte de esta ruta, la cuatro, y explica que tenían “que dormir vestidos y calzados, todo el día con los zapatos, lo que les provocaba dolencias en las plantas de los pies e incluso cardenales de dormir en una silla de plástico”. 

Falta de recursos

Esta ONG no recorre toda la ciudad, según explican, abarcan más o menos la mitad del territorio urbano. En este espacio, ven cada noche que salen unas 170 personas. Los recursos habitacionales que hay disponibles en Zaragoza no alcanzan ese número y ya están ocupados en muchas ocasiones. El albergue municipal de Zaragoza tiene 60 habitaciones para hombres y 12 para mujeres, y la estancia ordinaria es de seis días cada tres meses. Está destinado a personas sin hogar que llevan viviendo largo tiempo en la calle y que sufren un grave proceso de deterioro físico y de otro tipo, que hacen inviable un proceso de inserción. En El Refugio, son 56 las plazas para hombres y seis las de mujeres.

Este es, según los miembros de Bokatas, uno de los problemas que hay en la ciudad, ya que consideran que hay pocos recursos habitacionales para las personas sin hogar. “No podemos generalizar respecto a los motivos, estamos viendo a más de 170 personas, hay gente que quiere entrar en el albergue y no puede por falta de plazas, pero cada uno tiene sus preferencias, a lo mejor por seguridad estar dentro del hospital que saben que ahí no les va a pasar nada”. Añade Javier que “no hay sitios”: “Está el albergue y el refugio, donde hacen lo que pueden, pero no encuentran opciones, muchos de ellos dicen que las soluciones que encuentran son para sobrevivir pero no para vivir. Con el Ingreso Mínimo Vital les da para comer o para dormir, las dos cosas no”.


Voluntarios de Bokatas hablando con una persona sin hogar

En la misma línea apunta Jesús, que asegura que “no hay tantos sitios, los albergues están llenos de gente, urgencias les daba la flexibilidad de entrar, pero no es un sitio cómodo”. Explica que, tras ser expulsados del hospital, el grupo “se ha dispersado bastante, están en la estación, en cajeros, hay gente que puede haberse ido a otras dependencias hospitalarias…”. En cuanto a las ventajas que podían encontrar estas personas en Urgencias, destaca que es un sitio “con baño donde estaban con un grupo de gente que conocían y se sentían arropados. La solución estaría en que hubiese más sitios habilitados para dormir con cierta comodidad”. 

Expone que, según su punto de vista, la mejor solución serían las “soluciones habitacionales como pisos compartidos, pero hay muy pocos, los trabajadores sociales hacen lo que pueden, son personas con las que no siempre es fácil la convivencia”. Juan también refuta esta idea, asegura que las personas sin hogar veían Urgencias “como un entorno seguro, hay cámaras. Estas personas sufren violencia y robos cuando están en la calle, no hay una semana en la que no nos diga alguno que les han robado o quitado cosas. Además, hemos tenido un invierno muy lluvioso, lo que les ha obligado a buscar cobijo. Nos preguntamos cómo duermen sentados, pero están protegidos de la intemperie y de la violencia”. 

También considera que hay pocos recursos habitacionales: “Lo ideal sería que todo el mundo tuviera un sitio donde dormir todas las noches, pero lo vemos bastante lejano”. Asegura también que ahora, de cara al buen tiempo, no habrá tanta demanda de sitios cerrados para dormir, “pero cuando vuelva el mal tiempo estas personas tienen la necesidad de dormir bajo techo y muchos de ellos piden sacos porque pasan frío. Cuando vuelva el invierno volverán a buscar sitios”. 

Desde el Departamento de Sanidad explican que, ante la situación que se estaba viviendo en el hospital, se informó a las personas sin hogar que estaban pernoctando allí que “esas instalaciones no están destinadas a ese uso y no debían acudir allí a pasar la noche. Se les dieron a conocer otros recursos a los que podían ayudar a paliar su situación. Además, se colocó cartelería en las zonas afectadas para dar a conocer esta misma información”. Explican también que se destinó a una persona de seguridad al entorno de urgencias en horario nocturno para evitar que durmiesen allí. 

Lucha contra los estereotipos

Javi asegura que su labor como voluntarios va más allá de dar un bocadillo: “La labor de Bokatas es el acompañamiento, lo que más sufren es la invisibilidad ante la sociedad, el que la sociedad no los trate o no los haga sentir como personas. El problema es físico, el hambre, el calor, el frío y lo que más se agrava es la salud mental”.


Persona sin hogar durmiendo en la calle en invierno

Respecto a los estereotipos que hay sobre estas personas, exponen que “hasta hace unos años tenían una vida normal y por circunstancias han acabado en la calle. Vemos a licenciados, no es solo gente que el sistema les ha expulsado, es gente que en un momento determinado la vida te lleva, por otro lado, es algo que a todos nos puede llegar a pasar”. 

Juan también explica que hay perfiles muy diversos en las personas a las que visitan cada martes y jueves: “La gente ve una persona con algún tipo de adicción y generaliza, pero un dato que damos es que hay un número muy alto de adicciones que son consecuencia en vez de causa, que no se han quedado en la calle por la adicción, sino que una vez en la calle han caído en la adicción. Estamos viendo un montón de personas y cada una es distinta”.