Una revisión sistemática de datos publicada en The Lancet concluye que el 18,9% de ellas y el 14,8% de ellos han sido víctimas de violencia sexual infantil, cifras que se sitúan en el 10,8% y el 12,2% respectivamente en el caso de España
Su abuelo la agredió sexualmente durante 12 años y hoy ayuda a otras víctimas: “Lo peor es todo lo que vino después”
Una de cada cinco mujeres y uno de cada siete hombres a nivel global son supervivientes de violencia sexual infantil. Así lo concluye un nuevo estudio publicado en The Lancet que ha estimado, a partir de una revisión de datos, la prevalencia de las agresiones sexuales contra niños, niñas y adolescentes en todo el mundo. Los datos, que hacen referencia a 204 países, revelan que un 18,9% de las mujeres y un 14,8% de los hombres mayores de 20 años sufrieron este tipo de violencia en su infancia. En España, las cifras apuntan a que el 10,8% de las chicas y el 12,2% de los chicos ha sufrido en su infancia este tipo de agresiones, entre las que no se incluyen sus formas online porque “suelen medirse por separado”, justifica el estudio.
El trabajo, realizado por el Instituto de Métricas de Salud y Evaluación (IHME) de la Universidad de Washington, ha revisado tres bases de datos epidemiológicas globales gestionadas por el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud, la Organización Mundial de la Salud y la ONU de las que ha obtenido encuestas realizadas desde 1990 a 2023. Después de sintetizar 460 fuentes diferentes, los investigadores hicieron la estimación para concluir que la violencia sexual hacia la infancia “sigue siendo altamente prevalente, permeando las vidas de los niños en todos los lugares, estatus socioeconómicos, edades y sexos”. La prevalencia se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 1990.
En el caso español, la proporción se invierte y son ellos los que presentan la incidencia más elevada. Con todo, los hallazgos “probablemente subestiman la verdadera prevalencia” de la violencia sexual infantil, advierten los autores. El informe no analiza qué vínculo tenían agresor y víctima, aunque los estudios hasta la fecha apuntan a que la inmensa mayoría de los perpetradores son hombres del entorno, muchos de ellos familiares.
Diferencias entre países
Aun así, se dan diferencias significativas entre países. Entre los 204 países analizados –para el resto no hay datos disponibles–, las tasas más altas para mujeres se encontraron en Islas Salomón (43%), Costa de Marfil (33%), Chile (31%) y Costa Rica e India, donde un 30% de ellas han sido víctimas. Entre las más bajas destaca Montenegro (6,9%) o Vietnam y Rumanía, con un 7%. En el caso de los hombres, las mayores proporciones se dan en Costa de Marfil (28%), Bangladesh y Botsuana (27%), y Haití (26%), mientras que al otro lado de la tabla están Mongolia (4%) y Georgia y Armenia (7%).
Los resultados “son consistentes con metaanálisis previos que también han mostrado diferencias geográficas sustanciales”, esgrime el estudio, que señala que “es difícil” desentrañar si estas se deben a “diferencias reales” o son producto de la llamada divulgación diferencial de las encuestas, es decir, a la falta de enfoque integral de las preguntas para llegar a un mayor porcentaje de población como, por ejemplo, la que está en exclusión.
Aun así, el análisis hace un “ajuste” para intentar paliar lo máximo posible el efecto de este factor. “Hasta donde sabemos, este es el primer estudio que presenta de manera integral las estimaciones para todas las ubicaciones, edades, sexos y años al mismo tiempo que tiene en cuenta los patrones de divulgación diferencial”, asume.
En cuanto a la variabilidad geográfica, el trabajo pone sobre la mesa algunos factores que apunta a que “podrían ser la causa subyacente” de las diferencias porque potencian u obstaculizan tanto la perpetración de las violencias como la disposición para romper el silencio: entre ellas, los niveles de igualdad de género, la “conceptualización de la masculinidad”, las condiciones socioeconómicas, la situación de la juventud o las leyes y políticas públicas de protección.
El 70%, antes de los 18
El estudio estima también a qué edad se produjo la agresión sexual o el inicio de las mismas en caso de ser continuadas, lo que reveló que buena parte de la violencia sexual “suele ocurrir” por primera vez durante la infancia y la adolescencia. Y es que de las casi 20.000 personas –el 84% mujeres– de entre 13 y 24 años que identificó el análisis que habían sufrido violencia sexual alguna vez en su vida, la mayoría (el 67% de ellas y el 72% de ellos) lo fueron antes de los 18 años. Además, el 8% de las mujeres y el 14% de los hombres reportaron haber sido agredidos sexualmente antes de los 12 años y el 42% y 48%, respectivamente, antes de los 16.
“Estos hallazgos subrayan que la infancia y la adolescencia son ventanas clave de intervención para prevenir la violencia sexual”, concluyen los investigadores, que califican de “imperativo moral” proteger a los niños, niñas y adolescentes y “mitigar” las consecuencias que tiene para ellos la violencia sexual “a lo largo de su vida”.
La profesora del Instituto de Métricas de Salud y Evaluación de la Universidad de Washington e investigadora principal del estudio, Emmanuela Gakidou, subraya “la urgencia de abordar este problema generalizado” y en este sentido la investigación hace un llamamiento a mejorar y ampliar los programas de prevención y las políticas públicas frente a la violencia sexual hacia la infancia. Además, reclama el establecimiento de prácticas estándar de medición y apunta a que los métodos actuales de recogida de datos “tienen brechas significativas”, sobre todo en países de ingresos medios y bajos.
El análisis señala también varias limitaciones, entre ellas, que en aquellos países en los que hubo datos tanto para mujeres como para hombres, en el 70% de los casos había más datos sobre ellas, lo que refleja “un sesgo compositivo sustancial”. Por otro lado, reconocen los autores que “las personas trans y no conformes con el género” sufren “un riesgo elevado de abuso sexual infantil”, pero la identidad de género suele no tenerse en cuenta en las encuestas. Además, estas suelen verse afectadas “por sesgos de recuerdo” que pueden impactar en los resultados. “Por ejemplo, las personas mayores podrían ser menos propensas a reportar con precisión la violencia sexual”, afirman.
“Los autores señalan que la violencia sexual contra la infancia suele estar infrarreportada, por lo que las cifras reales podrían ser mucho mayores, y existe una necesidad urgente de recursos y financiación para desarrollar sistemas de salud que apoyen la vigilancia en todos los países”, señala en declaraciones recogidas por el Science Media Center Jaya Dantas, catedrática de Salud Internacional en la Escuela de Salud Poblacional de la Universidad Curtin (Australia). Pilar Matud, catedrática de la Universidad de La Laguna, coincide y destaca la “importancia y necesidad” del trabajo debido a que la violencia sexual “tradicionalmente ha permanecido oculta”.