Pese a las mejoras introducidas por el Ayuntamiento, todavía queda camino por recorrer: colectivos sociales reclaman un plan integral y coordinado para hacer más accesible la fiesta, mientras que los ecologistas denuncian que los residuos del Real se acaban mezclando en la planta de tratamiento
Sevilla reestrena el formato corto de Feria con blindaje antiapagones y el reto de mejorar su propia avalancha de récords
Cada primavera, Sevilla se convierte en escenario de una de las celebraciones populares más famosas de España: la Feria de Abril, un evento que el año pasado atrajo a más de tres millones de visitantes. Pero más allá del colorido, la música y la tradición, la fiesta enfrenta retos crecientes en cuestiones clave como la sostenibilidad ambiental, la accesibilidad universal y el impacto del turismo masivo. Algunos colectivos sociales y parte de la ciudadanía, aunque no niegan que la administración haya ofrecido respuestas, tildan estas de incompletas.
Durante una semana, el Real congrega más de mil casetas, atracciones, calles decoradas y zonas de servicios que desaparecen pasado este tiempo. Pero ese carácter provisional suele servir de excusa para postergar medidas por ejemplo de accesibilidad que garanticen el derecho a disfrutar del evento en igualdad de condiciones.
“La accesibilidad en la Feria se empieza a discutir solo cuando quedan dos semanas para su celebración”, denuncia Marta Castillo Díaz, presidenta del Cermi Andalucía. Las dificultades son múltiples: suelos de albero donde las ruedas se hunden, cruces con adoquines en los que encallan las sillas de ruedas, aseos inaccesibles, carencia de señalética podotáctil o escasez de transporte adaptado. Las personas con movilidad reducida, especialmente quienes utilizan silla de ruedas, encuentran numerosas barreras para desplazarse con seguridad.
Un plan integral y coordinado
El Ayuntamiento de Sevilla defiende que se está actuando de manera firme. Desde que el actual gobierno local, liderado por el Partido Popular, llegó al poder en 2023, se han tomado medidas específicas no solo en la Feria, sino también en otras grandes celebraciones como la Semana Santa, donde se han implementado itinerarios accesibles, baños adaptados y nuevas plazas reservadas para personas con discapacidad.
En el caso concreto de la Feria de Abril, el delegado de Derechos Sociales, José Luis García, sostiene que “se ha llevado a cabo un abordaje integral de la accesibilidad”. En 2024, se realizaron rebajes en todos los acerados y cruces del Real, además de habilitar itinerarios peatonales con plataformas de hormigón. Este año, 2025, se han sumado otros dos nuevos recorridos, lo que deja más de 12 kilómetros de itinerarios accesibles. El objetivo, según el Ayuntamiento, es alcanzar una accesibilidad del 100% durante el próximo mandato, con horizonte 2027.
Además, se han instalado baños accesibles y publicado un plano de accesibilidad con los servicios e itinerarios disponibles. Desde Cermi, sin embargo, siguen reclamando que estas medidas se planifiquen con más tiempo y se integren en un plan estructural con participación activa del colectivo.
Este año, por lo menos, sí se ha dado un paso al frente en igualdad, con la creación de tres espacios seguros para mujeres y para el colectivo LGTBIQ+ que por primera vez se han habilitado en el Real. Un paso para una fiesta “más inclusiva, libre de violencia y segura para todas las personas”, se resalta desde el gobierno local.
Los puntos están ubicados en el hospital de campaña (avenida Alfredo Kraus), la caseta de niños perdidos (calle Gitanillo de Triana, 126) y la caseta del Cecop (calle Manolo Vázquez, 11-13). En cada uno de ellos, personal técnico y voluntarios de Cruz Roja ofrecerán apoyo y activarán los protocolos de atención ante casos de violencia de género o Lgtbifobia.
Mucho esfuerzo pero poco resultado en sostenibilidad
Pero no sólo en la cuestión de la accesibilidad sigue fallando la Feria, un acontecimiento que genera toneladas de residuos a diario. El consumo masivo de bebidas, fritos y productos de un solo uso plantea un reto logístico y ambiental considerable. La empresa municipal de limpieza, Lipasam, despliega un dispositivo de casi 600 trabajadores y más de 100 vehículos para mantener limpio el recinto, con contenedores diferenciados para envases, vidrio, cartón, aceite usado y, desde 2024, materia orgánica.
La ecologista Leticia Baselga, de Ecologistas en Acción, reconoce la buena voluntad del ayuntamiento, pero critica que los residuos acaben mezclados en el vertedero de Montemarta-Cónica, en contra de la normativa europea y estatal que obliga a un tratamiento previo. “La recogida separada de materia orgánica es obligatoria desde el 1 de enero por ley. Si la materia orgánica está mezclada con plásticos o colillas, no sirve para nada”, explica.
Desde el Ayuntamiento aseguran que la recogida se realiza de forma selectiva y que se ha desplegado una intensa campaña informativa entre caseteros, bodegones y hosteleros. A cada uno de ellos se les entregan papeleras específicas para envases, bolsas para separación de residuos y carteles adhesivos con instrucciones visibles para colocar en cocinas. Ecovidrio también colabora con una campaña específica de entrega de cubos y bolsas para vidrio.
Además, el Servicio de Inspección de Lipasam ha realizado 1.634 intervenciones durante la feria relacionadas con el cumplimiento de la normativa, y 2.598 en los días previos, con un total de 42 propuestas de denuncia. Se han instalado contenedores de refuerzo, bidones para el aceite y 30 cubas especiales para gestionar los residuos derivados del montaje.
Aun así, Ecologistas en Acción considera insuficiente la fiscalización efectiva de estas medidas y denuncia la escasa aplicación de sanciones reales. Según la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular, los municipios están obligados a garantizar la recogida separada de todas las fracciones de residuos, incluyendo la materia orgánica. El incumplimiento puede dar lugar a sanciones por parte de las comunidades autónomas o la Comisión Europea.
¿Y en otras ferias?
Otros eventos populares en España han comenzado a implementar medidas más ambiciosas tanto en sostenibilidad como en accesibilidad. La Feria de Málaga, por ejemplo, cuenta con un protocolo de accesibilidad trabajado con la ONCE y asociaciones locales, que incluye planos en braille, puntos de apoyo con personal formado y aseos accesibles distribuidos en distintas zonas.
En Barcelona, las fiestas de Gràcia han desarrollado desde hace años un modelo descentralizado con protagonismo vecinal y criterios ambientales estrictos. Cuentan con puntos de información accesible, toldos para sombra, vasos reutilizables con sistema de depósito, puntos verdes móviles, iluminación LED y formación en lengua de signos para los voluntarios.
Bilbao, por su parte, ha convertido su Aste Nagusia en un referente de sostenibilidad: eliminación de plásticos de un solo uso, consumo exclusivo de energía verde, programación inclusiva y colaboración con entidades de diversidad funcional para el diseño de recorridos accesibles. Además, dispone de un sistema de certificación ambiental y social que evalúa cada año el cumplimiento de objetivos. En 2023, ese sistema puntuó con sobresaliente las acciones sobre reducción de emisiones y accesibilidad.
La dimensión urbana: más allá del Real
Los problemas asociados a la Feria no se limitan al recinto en sí. El aumento de la circulación, la ocupación del espacio urbano, la contaminación acústica y la generación de residuos afectan a toda la ciudad. El transporte es otro cuello de botella: durante estos días, las líneas de Tussam y los taxis operan al límite. Para quienes tienen movilidad reducida, esta saturación supone una exclusión efectiva.
La vegetación y las zonas de sombra, otro punto clave en un evento celebrado a pleno sol, están también en el debate. La instalación de toldos y arbolado permanente choca con la concepción temporal del recinto, pero cada vez más voces reclaman soluciones para combatir el calor en un escenario en el que es habitual que se alcancen temperaturas muy considerables.
El desafío de la modernización
En definitiva, que en estas cuestiones la Feria de Abril está en una encrucijada. Su atractivo como evento está fuera de toda duda, y se insiste en los planes para que el año que viene haya casi 250 casetas más, pero su modernización dependerá de la capacidad de la ciudad para adaptarla a las demandas del siglo XXI. Una Feria más inclusiva, más sostenible y menos excluyente no solo es deseable, sino necesaria.
Para ello, es imprescindible un compromiso institucional que vaya más allá del marketing turístico. Un plan de accesibilidad real, una recogida de residuos eficaz, un modelo de casetas públicas que favorezca la diversidad social y una estrategia de turismo sostenible garantizarán que la Feria de Sevilla no solo siga siendo un referente, sino también un ejemplo.