La conexión entre el pescado que puede acabar en tu plato y el auge de llegada de migrantes senegaleses a Canarias

Un informe de la ONG Environmental Justice Foundation documenta el impacto de la pesca industrial descontrolada por parte de la UE y China en el aumento de las llegadas de migrantes senegaleses a Europa. Recientemente, dos organizaciones ecologistas demandaron a España por “no investigar ni sancionar” a barcos sospechosos de pesca ilegal

Aquí empieza el viaje que el pacto migratorio europeo quiere impedir: “Van a seguir intentándolo”

Papa Sady, pescador senegalés y padre de migrantes, lleva dedicándose a la industria pesquera desde el 85. Antes, explica, su trabajo diario era “muy bueno”, pero ahora su vida, como la de muchos otros locales, ha pasado a ser algo así: sale con su pequeño barco al mar, atosigado por gigantes buques de pesca extranjeros y, pese a que sabe que lo tiene muy difícil, permanece entre tres y cuatro días en el mar. Al desembarcar, la mercancía capturada ni siquiera es suficiente para recuperar los gastos del combustible. “A día de hoy, vamos a pescar, pero no conseguimos peces”, relata.

Se trata de uno de los casos recogidos por la organización sin ánimo de lucro Environmental Justice Foundation (EJF) en su último informe, basado en entrevistas realizadas tanto en Senegal como en las Islas Canarias a personas senegalesas entre junio y julio de 2024, que se suma a su tecnología para analizar las capturas por regiones. Según el estudio, la sobrepesca y la pesca ilegal han provocado que el 57% de las poblaciones de peces explotadas en el país africano se encuentren en “estado de colapso” lo que a su vez ha empujado el aumento de la salida de emigrantes senegaleses hacia Europa, especialmente a través de la ruta canaria.

El sector pesquero de Senegal emplea aproximadamente al 3% de la población activa, recuerda la ONG. “Los pescadores artesanales se enfrentan a crecientes amenazas por métodos de pesca destructivos como la pesca de arrastre de fondo”, sostiene el informe. El bajo control de las actividades de las flotas industriales europeas y chinas, el aumento de los volúmenes de exportación y la expansión de los usos no alimentarios, como la harina y el aceite de pescado, son parte de los factores que han reducido de manera significativa las poblaciones de pescado en Senegal.

Karim Sall, presidente de la organización senegalesa AGIRE, asegura sentirse “muy enfurecido” cuando los países extranjeros “se quejan” de la inmigración. “Ellos son los verdaderos piratas. Lo que hacen es peor que la inmigración clandestina. Nos jugamos la vida para ir, pero ellos vienen aquí a robarnos el pescado. Saquean nuestros recursos para alimentar a sus propios habitantes mientras nosotros sufrimos”, denuncia en una declaración recogida por EJF.

El sector pesquero senegalés, tradicionalmente impulsado por el consumo local de pequeños peces -como la sardina-, “ha ido cambiando progresivamente hacia una economía impulsada por las exportaciones”, explica el documento. La UE es el principal importador de Senegal de productos pesqueros -con base en su valor-, lo que representa un total de 208 millones de dólares al año de media entre los años 2019 y 2022. España, por su parte, es el mayor importador de productos pesqueros senegaleses en la UE, el 44% del total comunitario.

“Antes, las personas que se dedicaban a la pesca podían ganar lo suficiente, pero a día de hoy los chicos jóvenes lo pasan mal incluso para poder permitirse su propio desayuno”, prosigue Papa. La industria pesquera es uno de los sectores económicos principales de Senegal, a la vez que un pilar para la seguridad alimentaria de los locales. Pero cada década que pasa se tambalea más y más.

Los testimonios recabados por la organización reafirman que el contexto pesquero actual es un factor importante en la decisión de migrar. Entre 2015 y 2020 se produjo un punto de inflexión en cuanto a ello, ya que fue “cuando los pescadores empezaron a sufrir”. El año pasado, 10.457 personas murieron en su intento de llegar a España —la mayoría, en la llamada ruta atlántica—. Fue el año más mortífero jamás registrado. De las víctimas, 1.538 eran menores.

Abdoulaye, hijo de Papa Sady, es una de esas personas que se vieron abocadas a lanzarse a las aguas. Lo hizo en 2020. Tras 14 días en el mar, en los que su familia permaneció en vilo, llegó a las Islas Canarias. Sin embargo, algunos de sus compañeros nunca volvieron a pisar tierra: “Tenían los mismos sueños y propósitos que yo, pero nunca se materializaron. Murieron en el mar. Espero que sus almas vayan al paraíso”, relató para EJF.

“Si el mar [de Senegal] fuera tan abundante como antes, puedo decir que esta situación migratoria no sería así. En 2006, los pescadores ni siquiera pensaban en ir a Europa”, declara el joven. “Toda la pesca que se suponía que debíamos tener la realizaban estos barcos… Y estos barcos pescan día y noche. Nunca paran”, explica otro expescador. 


Un pequeño barco pesquero en medio de buques industriales extranjeros en las aguas de Dakar

Más allá de Senegal

Pero Senegal no es un caso aislado. África Occidental es uno de los mayores “puntos calientes” del planeta en lo que se refiere a la pesca INDNR (pesca ilegal, no declarada y no reglamentada). Hace unas semanas, dos organizaciones ecologistas internacionales emprendieron acciones judiciales contra las autoridades españolas por, supuestamente, “no investigar ni, en su caso, sancionar” estas prácticas en la zona.

Esta pesca ilegal está provocando el declive de las pesquerías y, en algunos casos, su colapso total. Esto significa para las comunidades pobres la pérdida de su seguridad alimentaria, sus medios de vida y sus empleos. En el entorno natural, esto implica una degradación profunda. El ecosistema, su capacidad para sostener a las especies que lo habitan y, en última instancia, de sostenernos a nosotros mismos, se está degradando”, explica Steve Trent, CEO y fundador de EJF. 

“Es una situación bastante desastrosa, no solo en Senegal, sino en todo el mundo. La pesca está en declive, colapsando prácticamente en todas partes, y se necesita una acción concertada y el liderazgo de los gobiernos ya”, recalca.

Las entrevistas con migrantes destacan, además, sucesos como la destrucción de aparejos de pesca, colisiones y otros incidentes de violencia entre embarcaciones industriales y barcos artesanales, como la que cuenta Souleymane Sady: “El problema con los buques chinos no es solo que pescan en nuestro mar, sino que nos causan daño”. 

“Los buques chinos destruyen nuestros materiales de pesca, a veces atropellan nuestros barcos, matan a algunas personas a bordo y luego huyen para que nadie sepa quién lo hizo” –

Souleymane Sady
Migrante y ex pescador

“Destruyen nuestros materiales de pesca, a veces atropellan nuestros barcos, matan a algunas personas a bordo y luego huyen para que nadie sepa quién lo hizo. A veces, si te acercas a hablar con ellos, te echan agua caliente. Y estás indefenso, porque sus barcos son más grandes. Estaba aterrizando cuando mi padre me llamó para informarme de que [mi primo] había tenido un accidente… Un barco los atropelló y se les abalanzó, rompiendo así su embarcación”, relata.

Exigen mayor transparencia

Lo importante es comprender cómo se produce la pesca ilegal”, afirma Dame Mboup, líder del programa regional de Global Fishing Watch en África. Se trata de una organización sin ánimo de lucro que usa satélites y datos abiertos para monitorear la pesca global con el fin de combatir las actividades irregulares.

“En muchos casos, los gobiernos carecen de los recursos para implementar eficazmente las medidas de monitoreo, control y vigilancia en sus aguas. En otros, puede haber una falta de armonización de las políticas pesqueras a nivel subregional. Y, finalmente, también puede haber una falta de compromiso por parte de algunos signatarios con los marcos de los acuerdos pesqueros. Esto conlleva a que los actores maliciosos tengan la oportunidad de comportarse de manera irresponsable y salirse con la suya con la pesca INDNR”, explica.

Según un estudio de 2024 publicado en Nature y dirigido por investigadores de Global Fishing Watch, alrededor del 75% de la pesca industrial no aparece en los sistemas públicos de monitoreo. Por eso, apunta, exigir que todos los buques compartan públicamente su ubicación en el mar sería un cambio radical, ya que la transparencia actúa como elemento disuasorio.


Pescadores en la orilla de Joal-Fadiouth, localidad senegalesa

Posibles soluciones

En este sentido, desde EJF alientan a la implementación de la Carta Mundial para la Transparencia de la Pesca. “Consta de diez puntos fáciles de poner en práctica, logísticamente alcanzables y financieramente accesibles. Si Senegal, China y la Unión Europea implementan esta carta para que todos podamos ver quién pesca, qué, dónde, cuándo y cómo, se transformaría la arquitectura de la gobernanza pesquera mundial”, profundiza Trent. 

“Si quieren un cambio sistémico que pueda detener estos delitos, implementen la Carta Mundial para la Transparencia, asegúrense de hacerlo rápidamente, y casi de la noche a la mañana podríamos ver una transición hacia una pesca más sostenible, legal y ética, no solo en Senegal, sino a nivel mundial”, concluye.

Mientras tanto, decenas de personas afectadas por estas prácticas, como Abdoulaye, siguen arriesgando una de las rutas migratorias más letales del mundo. “Si esos barcos siguen operando en la zona, los problemas no harán más que continuar”, dice el menor. No quería, cuenta, acabar sufriendo las dificultades padecidas en el oficio por su padre. “Si te haces a la mar y no pescas nada en todo el mes, a la larga te afectará mentalmente. Estarás obligado a pedir dinero prestado para vivir y lo único que tendrás en mente al pescar serán tus deudas”, concluye.