La responsable de la prestigiosa agencia asegura que la inteligencia artificial es una «herramienta fantástica» que «seguro tendrá un impacto en ciertos espacios como la publicidad», pero rechaza que pueda sustituir el papel de los fotógrafos
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La fotógrafa Cristina De Middel (Alicante, 1975) es la actual presidenta de la legendaria agencia Magnum, fundada por profesionales como Robert Cappa y que opera internacionalmente fuera de la “lógica empresarial”. Esta española residente en Brasil, de paso en Menorca para las jornadas Albert Camus, destaca a nivel mundial por desdibujar los límites entre el documental y la ficción con una obra que se pregunta, antes que nada, por cómo narramos lo que creemos real.
Con series como The Afronauts, Party, Man Jayen o Journey to the Center, De Middel ha puesto en escena realidades invisibilizadas o distorsionadas, valiéndose de recursos teatrales, archivos intervenidos y puestas en escena que obligan al espectador a cuestionar sus propias certezas. Su obra es, en muchos sentidos, una pedagogía del extrañamiento: frente al canon documental occidental, propone abrir espacio para otras estéticas, otros cuerpos, otras formas de decir.
¿Cómo es por dentro ese gran mito de la fotografía que es la Agencia Magnum?
Hay mucho de telemático en mi día a día porque yo vivo en Brasil y nuestras oficinas están en Londres, París y Nueva York. Por otro lado, decir que la presidencia de la agencia ha estado siempre muy acompañada por todos los integrantes que tenemos una visión y una idea de lo que tiene que ser Magnum, teniendo en cuenta que es una cooperativa donde todos tenemos la misma voz. No es sólo un liderazgo, sino más bien un vehículo para hacer de portavoz de lo que piensa la mayoría de los integrantes.
De todas formas, no deja de ser Magnum. Una multinacional con más de 70 empleados de tres países del mundo con sus legislaciones diferentes y con sus cuestiones administrativas varias. Lógicamente, he tenido que aprender mucho de gestión. Cuando asumí no tenía mucha experiencia más allá de llevar al día y con bastante trabajo mi declaración de la renta y la existencia de mis tres gatos, ha sido todo un desafío. Ahora estoy de salida, termino mi mandato a finales de junio y mirando hacia atrás veo todo lo que he aprendido y estoy muy satisfecha.
Parece increíble que un espacio que es a la vez una cooperativa sea también una multinacional. ¿Cómo se gestiona eso? ¿Hay tensiones?
Es realmente una rara avis en todos los sentidos. Por ponerte un ejemplo, si hubiese una deuda en Magnum son los fotógrafos quienes se deben a sí mismos ese dinero. Entonces, supón que de repente hay pérdidas, pues no hay nadie a quien culpar, no hay nadie a quien pedirle responsabilidades y es todo casi como una cosa muy orgánica que se va moviendo, teniendo en cuenta también que somos una cooperativa, no de gestores, ni de personas que les interesa ni la contabilidad, ni las proyecciones anuales, ni los balances ni nada de eso, somos fotógrafos y hablamos de luz, de composición, de proyectos, de cosas así.
Si fuésemos una empresa normal, yo creo que hubiésemos cerrado al año de haber abierto. Afortunadamente, somos una cooperativa, por lo que no todo lo que se discute es costo-beneficio. Las prioridades no son esas, yo creo que tanto los técnicos como los trabajadores y los fotógrafos que integran Magnum son muy conscientes de la responsabilidad que tienen, esta idea de ser parte del legado histórico del último siglo en lo tocante a fotografía. Somos una empresa totalmente alejada de la lógica empresarial.
Si fuésemos una empresa normal, hubiésemos cerrado al año de haber abierto. Si hubiese una deuda en Magnum son los fotógrafos quienes se deben a sí mismos ese dinero
La agencia, fundada en 1947 entre otros fotógrafos por Robert Cappa o Herni Cartier-Bresson, ha tenido en estos 51 años sólo tres mujeres presidentas, una de ellas es usted. ¿Cuesta ser mujer en Magnum?
No, realmente no. Yo personalmente, además, me he sentido siempre muy arropada y acompañada por todos. Más que diferencias por género las tenemos por generación. Quiero decir que en Magnum conviven no solo hombres y mujeres, sino personas que van de los 90 años a los 20. Hay gente que tiene visiones sobre la vida y sobre la fotografía completamente diferentes y que tienen que ponerse de acuerdo, o incluso aceptar que la fotografía y el mundo ha cambiado para siempre. Eso muchas veces las discrepancias vienen dadas por ahí.
Vivimos una etapa del mundo bastante alocada donde la producción de imágenes en un solo día supera varios siglos de nuestra historia como humanidad ¿Cómo enfrenta Magnum el desafío de la hiperproducción de imágenes? ¿Qué espacio queda para la producción de lo documental en tanto historias en profundidad, historias que requieren tiempo?
Algo positivo que ha pasado con la fotografía es que universaliza un lenguaje, se democratiza un idioma por así decirlo, porque una foto la puede entender cualquiera.
Incluso si lo pensamos en clave generacional podemos constatar que las nuevas generaciones recurren muchísimo más a la fotografía que a la palabra. Una forma de narrar tus últimas vacaciones es subir un reel de Instagram, no mandar una postal ni siquiera escribir un mensaje. Con esta universalización del lenguaje fotográfico podemos decir que todo o casi todo el mundo sabe “leer o escribir” fotografía, eso es algo positivo, pero no creo que implique necesariamente que todo el mundo sepa hacer una fotografía que tenga impacto.
Es como la aparición de la imprenta en algún punto. Siglos atrás sólo sabían leer y escribir los integrantes de una minoría, después de la imprenta se democratiza el acceso a las letras y se produce una lenta, pero creciente alfabetización. Fue claramente positivo que todos aprendiéramos a leer y escribir, ahora bien, eso no quiere decir que como sé escribir puedo hacerlo igual que Shakespeare.
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Hablemos de la fotografía de Cristina de Middel. ¿Cómo es su proceso creativo? ¿Cómo trabaja sus proyectos?
Yo siempre en ebullición y siempre dispuesta a la contradicción y a habitar mis propias incoherencias y realmente me gusta que sea así. Tampoco creo que tenga un estilo propio y me gusta ir cambiando. Estoy lejos del “solo blanco y negro documental sobre África” o de la “composición en color con técnicas de iluminación X”. Yo creo que, si hay algo que se distingue de mi trabajo, es que siempre va cambiando y que en el fondo hago lo que me da la gana. Es una forma de recordarme que soy libre.
Por otro lado, hay temas que me preocupan como fotógrafa, por ejemplo, la prensa. De hecho, estuve diez años trabajando en prensa, primero en el Periódico de Ibiza y luego a La Información de Alicante. A partir de ahí fui buscando otras metas que me llevaron a trabajar mis temas y finalmente a Magnum. Como te digo, siempre tengo un ojo puesto en los periódicos y me preocupa cómo se cuentan siempre las mismas historias, de la misma manera, muchas veces subestimando a las audiencias y dándolo todo muy masticadito. Entonces, con mis propios temas he tratado siempre de complementar, buscar otros formatos y otras narrativas que no he podido desarrollar en mi trabajo en prensa.
Por ejemplo, pensando un tema como la prostitución, una constata que la única forma de hablar de prostitución a través del lenguaje visual en prensa es con fotos de mujeres. Recuerdo también que hice un trabajo en el que todas las tomas estaban hechas a través de un cristal tintado, que es como decir que la foto era una no-foto porque, claro, no se veía nada, aunque se intuía.
Siempre tengo un ojo puesto en los periódicos y me preocupa cómo se cuentan siempre las mismas historias, de la misma manera, muchas veces subestimando a las audiencias y dándolo todo muy masticadito
Usted que ha pasado por redacciones de varios medios de comunicación y sabe bien cómo se cocinan las noticias, ¿qué opina de la crisis del periodismo en general y de los reporteros gráficos en particular?
Creo que estamos en un momento de transición y eso está bien. El periodismo vive al ritmo de la sociedad y la sociedad está dando unos bandazos terribles, es lógico que esté todo revuelto incluido el periodismo lógicamente.
La raíz de la crisis del periodismo y del fotoperiodismo, que son dos disciplinas mellizas, es en realidad la crisis de la veracidad. Esa responsabilidad que históricamente han tenido los medios de comunicación hoy está muy diluida en nombre de la libertad de expresión. Como sociedad estamos montados en un carrusel vertiginoso y peligroso en el que la verdad no es un valor añadido. Creo que eso es un problema sobre todo para la generación que tomará el mando de aquí a veinte o treinta años, porque no van a valorar el rigor y la verdad de la misma forma que lo hemos hecho nosotros y eso tendrá una consecuencia directa sobre los medios de comunicación.
Como sociedad estamos montados en un carrusel vertiginoso y peligroso en el que la verdad no es un valor añadido
Por otro lado, hay que tener presente que los medios cada vez más reflejan estados de opinión de la sociedad y proporcionan menos información. Ahora porque ya no se discute en los bares, pero antes podías tener una idea del estado del país en cualquier bar. Hoy para asomarte a lo que sucede en nuestra sociedad puedes dar una vuelta por los comentarios de las principales cabeceras de noticias: alguien saca un disco, o alguien estrena una película, o a alguien le va bien por algo; si vas a los comentarios tienes ahí algo (fragmentario, pero cierto) de eso que pasa en nuestra sociedad y que se refleja en esos medios. De todas maneras quiero insistir en que sigue valiendo la pena contar historias y hacer periodismo y fotografía. Más que nunca incluso, es como la resistance, ¿no? (risas).
De alguna manera es similar al debate entre fotografía e Inteligencia Artificial. ¿Qué piensa de las imágenes creadas con IA? ¿Es la muerte de la foto como anuncian algunos?
Es cierto que hay preocupación, y es lógico, sobre las consecuencias que la IA puede tener en la industria de la fotografía. Pero también creo que estamos yendo hacia un momento de vuelta hacia lo genuino en el mundo de la foto. Quiero decir que, en el momento de la irrupción mundial de las imágenes creadas con IA, en el mundo de la fotografía ya había despegado todo un regreso a lo analógico que atraviesa todas las disciplinas fotográficas. Por ejemplo, prácticamente todos los shooting de moda hoy en día se hacen con película. Hay una vuelta a lo genuino, a lo verdadero, un regreso a lo auténtico, a lo artesanal si quieres.
En esa tesitura Magnum está bien posicionado. Es precisamente ese criterio por el que no hemos llegado a ser Reuters o Associated Press (AP), somos un poco un hotel boutique de la fotografía. Una panadería donde sabes que el producto es casero y se hace con cuidado y con calidad. No somos una agencia multimillonaria, pero somos, con respecto a la IA, la contrapartida justa y necesaria.
Ahora, hablando a nivel personal, por fuera de mi responsabilidad como presidenta de Magnum, la IA tiene cosas buenas (especialmente en lo relativo a la producción y traducción de textos) y no hay que ser necios, es una herramienta de mucha utilidad.
Sobre la IA generadora de imágenes específicamente a mí me ha decepcionado mucho, porque al final lo que ha evidenciado es que todos tenemos sueños e imaginaciones muy parecidas, muy predecibles. Se repiten siempre los mismos temas: globos en el desierto, gatos, coches antiguos, volver a los años 50, etc. No he visto nada que no se pueda hacer con un poco de producción y maquillaje, en definitiva, nada que no haya hecho Hollywood antes. Estamos todos soñando las mismas cosas.
No debemos ser necios, la Inteligencia Artificial es una herramienta de mucha utilizada. Pero a mí me ha decepcionado en la generación de imágenes: ha evidenciado que todos tenemos sueños e imaginaciones parecidas
Por un lado, esto me reconforta, porque todavía hay margen para la creatividad y la sorpresa. En la IA no he visto nada que me inspire, que me movilice, sin quitarle valor a la herramienta que me parece fantástica y seguro tendrá un impacto en ciertos espacios como la publicidad. Quizás los modelos o los anuncios de pan de molde necesitarán repensar sus estrategias visuales, pero lo que es el frontline de la creatividad, del arte de lo visual, no creo que pase de ser una herramienta más como en su día fue la aparición de la cámara portátil o el ordenador.