La investigación por el presunto desfalco del legado de Pere Mir deja al descubierto que el filántropo controlaba su fortuna a través de fundaciones en el país centroamericano, considerado un paraíso fiscal
Un catedrático recibió 550.000 euros de la fundación del gran mecenas catalán pese a prohibirlo su código de conducta
El imperio de Pere Mir nació en las faldas del Montseny, pero se mudó a Panamá, uno de los destinos preferidos de la evasión fiscal. La investigación sobre el presunto desfalco de su herencia multimillonaria ha puesto al descubierto el “opaco entramado societario”, en palabras de los Mossos d’Esquadra, del que ha sido considerado como el gran mecenas de la ciencia y la investigación en Catalunya.
El extenso informe de la policía autonómica en la causa que investiga a los albaceas de Mir, los abogados Jorge S. y Juan Francisco C. y el oncólogo Josep Tabernero, por su supuesta apropiación del legado del empresario químico supone el reverso de los elogios que, en vida y tras su muerte, recibió Mir por sus grandes donaciones a los centros de investigación catalanes.
Un viaje a la hemeroteca permite constatar la unanimidad de las alabanzas. Artur Mas condecoró a Mir con el premio nacional de investigación científica en 2011, en plena etapa de recortes. “Desde la discreción y la no injerencia, Pere Mir contribuyó a hacer grande este país”, subrayó el entonces president Carles Puigdemont tras la muerte del empresario en 2017. Tabernero, su albacea y médico personal, tituló su obituario en recuerdo de Mir “El discreto encanto de la filantropía”.
La fortuna de Mir (cifrada en hasta 400 millones de euros) se empieza a fraguar en 1942, cuando funda Derivados Forestales. Lo que empezó siendo una empresa pequeña en Sant Celoni (Barcelona), se convirtió en un coloso millonario gracias a su invención de productos destilados de madera líderes en venta en todo el mundo. Ya en los años 90, según los Mossos d’Esquadra, Mir creó una “estructura societaria” en Luxemburgo donde aportó sus acciones en las empresas, con tres testaferros mediante.
La venta de las acciones del grupo que fundó le reportó a Mir, entre los años 2002 y 2006, un total de 146 millones de euros. Antes de que el dinero llegara a las fundaciones panameñas viajó por un “entramado de sociedades interpuestas” a través de distintas cuentas bancarias de Hong Kong y Londres, señalan los Mossos, que aseguran “desconocer” el estado actual de la cuenta de una de estas empresas. En su último extracto, de 2018, su saldo era de dos millones de euros.
El dinero de la venta de Derivados Forestales, indican los Mossos, fue colocado en dos fundaciones en Panamá, al igual que todo el patrimonio inmobiliario del empresario en Catalunya (que la policía autonómica no ha llegado a cifrar). A su vez, esas entidades panameñas, Elyane y Tama, eran accionistas de otras sociedades en Luxemburgo y España.
En ese mismo periodo la policía autonómica sitúa la llegada de Jorge S., el abogado del matrimonio Mir-Pàmias y principal investigado del caso. Ante notario, en sendos protocolos suscritos en 2005 y 2010, el matrimonio confirió al letrado “amplios poderes por un periodo indefinido”, incluidos los de representación.
Elyane y Tama, claves en el caso
A diferencia de lo que ocurre en España, las fundaciones en Panamá sí tienen ánimo de lucro y son instrumentos que suelen usar las grandes fortunas para evadir impuestos de forma legal. Así lo describen los Mossos en el caso de Mir, de quien dicen que empleó las dos entidades para “la optimización fiscal”.
Tanto las dos fundaciones científicas con sede en Barcelona (Cellex y Mir-Puig) como las cuatro sociedades españolas (pero participadas mayoritariamente por las dos fundaciones panameñas) que tenía el empresario permanecen intervenidas judicialmente desde mediados del mes de abril por orden de la magistrada Myriam Linage, que investiga el presunto desfalco de la herencia a cargo de los tres albaceas.
Según la jueza, la fiscal y los Mossos, Jorge S. lideró la operación para no transferir todo el patrimonio del fallecido (que murió sin descendencia) en las sociedades panameñas a las fundaciones españolas sin ánimo de lucro Cellex y Mir-Puig y dedicarlo a la investigación científica, como era la última voluntad de Mir.
El abogado lo pudo hacer, recalcan los investigadores, gracias a su “control efectivo” de todo el entramado societario de los Mir-Puig a ambos lados del Atlántico. Por el contrario, la defensa de los albaceas mantiene que solo una parte del patrimonio de Mir debía ir a la filantropía.
El análisis de los Mossos sobre el destino del patrimonio internacional (hay fincas en Argentina y España, como los terrenos de la fábrica Sant Celoni, y la casa del matrimonio Mir-Puig en Suiza) pero propiedad de las fundaciones de Panamá es rotundo: tras la muerte de Mir, Cellex solo recibió 26,8 millones de la panameña Elyane que estaban en su cuenta corriente, pero no los activos (en su mayoría pisos) de diferentes sociedades españolas propiedad de la fundación en ese país. Esos millones son los que estaban en la cuenta corriente londinense de Elyane en el momento de la muerte del empresario.
Algo similar ocurrió con la otra pata panameña del imperio Mir, la fundación panameña Tama, el testamento de Mir especificó que debía ser liquidada previa entrega de una renta vitalicia a las sobrinas del matrimonio, que murió sin descendencia (siempre y cuando ambas hermanas no impugnaran la herencia). Cumplida esta condición, los bienes debían ser entregados a Cellex, algo que los albaceas, siempre según las hipótesis acusatorias, no cumplieron.
En su informe entregado a la jueza, al que ha tenido acceso elDiario.es, los Mossos d’Esquadra señalaron que, tras la muerte del filántropo, se traspasaron los 18 millones de euros de la cuenta de la fundación Tama en Londres a la fundación Mir-Puig, pero los bienes en España propiedad de esa entidad panameña no se han vendido.
La “única” operación, concretan los Mossos, que ocho años después de la muerte de Mir y siete de la de Pàmias supone un traspaso efectivo de fondos de Elyane a Cellex es una transferencia, producida en el año 2024, de un millón de euros. En el concepto de la misma se indicó “traspaso”, y los Mossos creen que con ella Jorge S. simplemente buscó hacer frente al pago de impuestos por valor de 3 millones de euros que debía afrontar Cellex.
“Transcurridos ocho años desde el fallecimiento del señor Mir —concluyen los Mossos—, buena parte del patrimonio que el matrimonio aportó a las fundaciones Elyane y Tama sigue sin entregarse en favor de las fundaciones españolas Cellex y Mir-Puig”.
Hacienda investigó las fundaciones panameñas
El documento de los Mossos fue decisivo para la intervención judicial de todo el imperio Mir en España y ha puesto al descubierto donaciones sospechosas a un catedrático y la gestión de las empresas tras la muerte de Mir a cargo de Jorge S., que incluyó una condena por fraude fiscal. Además, el oficio policial desvela que Hacienda y la Agència Tributària Catalana ya habían puesto el foco en las fundaciones panameñas de Mir con inspecciones sobre el IRPF y el Impuesto de Patrimonio del matrimonio entre 2014 y 2017.
Las consideraciones fiscales de la inspección se sitúan en la línea de la tesis de los investigadores y no en la de la defensa, que insiste en que hay un “patrimonio separado” en Panamá que no forma parte de la herencia.
Tras cifrar la “ganancia patrimonial no justificada” del matrimonio en 2014 de 86,1 millones de euros gracias al entramado societario en el país centroamericano, Hacienda indicó que el “caudal hereditario” de los Mir-Puig debía incluir las participaciones de las fundaciones panameñas en sus empresas en España y los fondos en cuentas corrientes en el extranjero a nombre tanto de Elyane como de Tama.
En este sentido, los Mossos resaltan que sí llegaron a España los millones que estaban en las cuentas corrientes de las fundaciones (y cuyos responsables fueron los albaceas), pero no el resto del dinero que debían entregar los albaceas tras liquidar todo el patrimonio inmobiliario.
En contraste con la entrega del patrimonio a la investigación científica, que ocho años después de la muerte de Mir sigue sin concretarse, los Mossos destacan que las operaciones de préstamo que Jorge S. se hizo a sí mismo, así como donaciones a miembros de su familia, se produjeron un año después del fallecimiento del filántropo. Esta disonancia “muestra la diferente diligencia aplicada en pos del cumplimiento de las voluntades del señor Mir según quién se beneficie de las mismas”, concluye la policía catalana.