La «inmensa mayoría» de la plantilla de la radiotelevisión pública balear ha decidido realizar parones y exigir a Marga Prohens que culmine la internalización que arrancó el PSOE y no ha terminado el PP. El nuevo director general, Josep Codony, exafiliado del PP, fue nombrado con los votos de Vox
El PP elige a un ex afiliado para dirigir la radiotelevisión pública balear con los votos de Vox
IB3 se ha convertido en un polvorín para el Partido Popular. El Govern que preside Marga Prohens dio un giro de ciento ochenta grados en la gestión de la radiotelevisión pública balear hace poco más de un mes. En febrero se había marchado Albert Salas, un experiodista de la casa, y el Parlament nombró a Josep Codony para sustituirlo en la dirección general del ente público. Para el comité de empresa de la cadena se trata de un nombramiento “con tintes ideológicos” que llega en un momento clave. Esta primavera vuelven a producirse protestas para exigir unas mejoras laborales que se reclaman desde hace veinte años. IB3 empezó a emitir el 2 de mayo de 2005, funcionando, teóricamente, como una empresa pública y, en la práctica, como una empresa privada. El de la radiotelevisión pública balear es un conflicto anquilosado, con tantos recovecos que darían material para escribir el guion de una telenovela de infinitas temporadas.
No fue un capricho rescatar del olvido a Codony, un ex militante popular que también tuvo acta de concejal en Inca (Mallorca) y que no es periodista, lo cual ha sido criticado por la Asociación de Periodistas de las Illes Balears (APIB). Los conservadores buscaban cultivar la simpatía de la ultraderecha para sacar adelante unos presupuestos que estaban –y están– aún sin aprobar. Vox, aunque defiende el cierre de una televisión y una radio que emiten toda su programación en catalán, votó a favor de Codony, un nuevo y, a la vez, viejo gestor: ya ocupó el mismo cargo hace una década en IB3, cuando la convulsa legislatura de José Ramón Bauzá, del PP.
“Antes teníamos a un director neutro y ahora tenemos a otro muy alineado con el PP y que ya habíamos tenido de director. Este nombramiento llega por una alianza con Vox”, dice Jordi Julián. Así radiografía el presidente del comité el baile de cargos que ha habido en la radiotelevisión durante el último medio año. Salas –el director general “neutro”– anunció en diciembre que dejaría el cargo a principios de 2025. Cuando se conoció quien iba a ser su sustituto, también dimitieron la directora de Comunicación Corporativa, Marketing y Medios Digitales, Marisa Candia, la directora del área de Televisión, Mar Comín, y la gerente, Vanessa Cursach. Salas apenas llevaba dos años y se iba “agotado”. El trasfondo era obvio. En política –estatal, autonómica o local–, los entes son pieza de caza mayor para la mayoría de los partidos. Como le ocurre a otras radiotelevisiones públicas, IB3 tiene piel de cactus. Resulta difícil no pincharse si se acerca demasiado la mano para realizar cambios.
El comité de empresa se planta
Pero el comité de empresa se ha plantado. Hasta que el Govern equipare las condiciones salariales y horarias de 320 de los 430 profesionales que sacan adelante el porcentaje de la parrilla que produce la radiotelevisión directamente, sin contratar a productoras externas, los representantes sindicales pretenden mantener un pulso con la cúpula del Ejecutivo autonómico. Por eso, los viernes han vuelto a ser negros en IB3. “La inmensa mayoría” de los empleados de la radiotelevisión balear se vistió de luto el 16 de mayo. Así lo asegura el comité de empresa, que anima a seguir terminando las semanas con tonos oscuros delante y detrás de las cámaras, a un lado y otro del cristal que divide los estudios.
Jordi Julián no titubea cuando se le pregunta qué pasará con un calendario de reivindicaciones cocido a fuego lento. “Las protestas no se van a desconvocar. Al menos, hasta que haya una fecha para armonizar las condiciones de trabajo de la plantilla”. También se ha decidido convocar una huelga. La fecha está aún por concretar, aunque podría coincidir con Sant Joan de Ciutadella. La fiesta más multitudinaria de Menorca suele contar con un gran despliegue para retransmitir, por televisión y radio, programas especiales durante el 23 y el 24 de junio.
Además, concreta Jordi Julián, “seguirán las concentraciones en el Consolat de Mar”. Un grupo de trabajadores ya se reunió el pasado viernes delante del palacete renacentista donde tienen sus despachos Marga Prohens y su consellera de Presidència i Funció Pública, Antònia Maria Estarellas. Las pancartas eran elocuentes: “Veinte años de lucha, veinte años de estafa, IB3 hacia la huelga”.
Protesta de trabajadores de IB3 frente al Consolat de Mar.
Nostalgia por la televisión del Generalísimo
La situación fue kafkiana. El jueves pasado, la víspera de las protestas, Codony acudió a dar explicaciones por primera vez al Parlament. El directivo lleva poco más de un mes en el cargo y, entre destituciones y renuncias voluntarias, tiene huecos importantes por cubrir en el organigrama. La gerencia, por ejemplo, está vacante. Sin mover una ceja, la cabeza de IB3 escuchó cómo uno de los diputados ultraderechistas que había votado su nombramiento ponía al ente autonómico por debajo de los programas que se emitían en Televisión Española durante la dictadura de Francisco Franco: “Era de más calidad, más objetiva y más cultural”.
La frase la pronunció Sergio Rodríguez, uno de los miembros de la Cámara que con más insistencia han pedido el cierre de IB3. Volvió a hacerlo en una comisión donde no se dio por satisfecho con la ofrenda del nuevo director general: Codony justificó que el final precipitado de Norats, una autoproducción que recuerda a un padre y a un hijo, comunista y socialista, que se escondieron en la Serra de Tramuntana entre 1936 y 1949 para huir del fusilamiento que les tenían preparados los fascistas, se debía a que era una serie muy cara para la baja audiencia que cosechaba. Aunque la oposición acusó a Codony de censura, el nuevo director general lo que hizo fue adelantar la emisión de los dos últimos capítulos.
La miniserie ‘Norats’, cuya programación fue alterada por Codony.
Rodríguez es una voz díscola en la fragmentada facción balear de Vox, y muy aficionada a la banalización nostálgica, los bulos racistas y las faltas de respeto. Solo esta primavera, deseó a sus compañeros en el hemiciclo un “feliz de la Victoria”: era 1 de abril, la fecha en la que el Generalísimo, en su parte de guerra más famoso, anunció que el “Ejército rojo” estaba “cautivo y desarmado”. Una semana después, precisamente en los micrófonos de IB3 Ràdio, Rodríguez intentó censurar a una periodista que matizó, con datos, una sentencia lanzada por el ultraderechista: “En la cola del Instituto Balear de la Vivienda solo hay señoras con velo y señores vestidos de hindú”. Era otra víspera, la de la sesión donde se votó el nombramiento de Codony. En el hemiciclo, el ultraderechista sacó el índice a pasear: le hizo una peineta al socialista Ares Fernández.
Pese a conocer estos antecedentes, Codony intentó no responder al derrape ideológico de Rodríguez la comisión de seguimiento. Cristina Gómez, la única diputada que le queda a Unides Podem en el Parlament, se lo recriminó: “Como director de IB3 tendría que haber dicho como mínimo que no está de acuerdo porque se ha dirigido a usted cuando ha dicho que añoraba la televisión del régimen de Franco y se ha quedado tan ancho. Le pediría que en su turno de réplica condenara públicamente lo que acaba de escuchar”. La respuesta del director general fue lacónica: “No haré uso de la palabra”.
El nuevo director general de IB3, colocado por PP y Vox, decidió «no hacer uso de la palabra» cuando un diputado ultraderechista dijo que la televisión franquista «era de más calidad, más objetiva y más cultural» que la actual
Hubo indignación entre los diputados opositores. La socialista Mercedes Garrido le pidió a Codony que “la chulería de bar la dejara en el bar”. Entonces, la añoranza de Rodríguez por el blanco y negro tuvo algo parecido a una réplica. Algo críptica. Dijo Codony: “Antes había una, grande y libre, ahora tenemos muchas plurales y libres. Yo respeto lo que hay ahora y no querría para nada volver a lo de antes”.
Al día siguiente, cuando fue a su despacho, el director general se topó con el divendres negre. Fue entonces, cinco semanas después de haber regresado al cargo que ya ostentó brevemente entre 2014 y 2015, cuando se puso en contacto con el comité de empresa. La dirección general –que ha preferido no hacer declaraciones para este artículo de elDiario.es– les convocaba a una reunión. Por vía urgente; se vieron el lunes y los sindicalistas no sacaron nada en claro.
Codony aseguró a los miembros del comité de empresa, según explica Jordi Julián, que dos técnicos de Funció Pública del Govern comenzarían a revisar los documentos de la internalización lo antes posible. Los sindicalistas reclamaron colaborar en el proceso para que sus reivindicaciones fueran tenidas en cuenta “y agilizar los trámites”. Se les tendrá “informados”, dice el portavoz del comité que respondió el director general, pero no estarán presentes.
Falta de pluralidad en las tertulias
Ares Fernández, el diputado socialista al que Sergio Rodríguez hizo la peineta en sede parlamentaria, ha lamentado en múltiples ocasiones la falta de pluralidad de los espacios de opinión de la cadena pública, que contrató al director de OKDiario en Balears, Miguel Ángel Ariza, para que conduzca un programa en la radio los viernes por la tarde. Esta incorporación levantó mucha polvareda.
La razón estaba en la hemeroteca. A tres días de las elecciones autonómicas de 2015, Ariza, que entonces presentaba otro programa en la emisora pública, dijo en antena: “Votad al PP si queréis tener una continuidad. No hago apología; pienso que el PP es el mejor y pienso que tenéis que ir a votarle”. Josep Codony también era en aquel momento director general del ente.
Antes del retorno del antiguo afiliado popular a la dirección general del ente, IB3 Ràdio había hecho otros fichajes de comunicadores muy afines al ideario conservador. Un ejemplo es el de Javier Alarcón. Este médico y tertuliano cuenta con una sección de opinión diaria en el programa de la radio de la mañana que utiliza, generalmente, para criticar a la oposición del PP.
El peso del análisis y el debate político es mucho menor que durante la etapa de Andreu Manresa en la dirección general. Especialmente en los programas televisivos, donde se ha apostado por contenidos más ligeros. “Quieren convertir IB3 en Telemadrid”, comentó Fernández el año pasado. El político criticó “la homogeneización” de las tertulias y las secciones de opinión en las que se critica a todos “menos al PP de Marga Prohens”. Desde el entorno de la presidenta se hizo saber a los gestores de la radiotelevisión, antes de la dimisión de Albert Salas, que la línea editorial de programas e informativos no hacía lucir lo suficiente la acción de gobierno.
IB3 ha contratado al director de OK Diario en Balears para conducir un programa de radio los viernes por la tarde y a un médico que ejerce de tertuliano para emitir una sección diaria por la mañana que utiliza habitualmente para criticar a todos, menos al PP
Acuerdos incumplidos para mejorar las condiciones
“En diciembre, todavía con Albert Salas en la dirección”, explica Jordi Julián, “firmamos unos acuerdos para aplicar la armonización a nivel horario. Tenía que entrar en vigor el 1 de enero de 2025, estamos a finales de mayo y aún tenemos las condiciones congeladas. En abril, la Direcció General de Funció Pública nos prometió que iban a arreglar el problema, pero no parece que se haya movido nada. Quedan dos años de legislatura y serán duros, espero que el Govern cumpla su palabra. Serán los hechos los que definan el talante de la nueva dirección de IB3”.
Quedan dos años de legislatura y serán duros, espero que el Govern cumpla su palabra. Serán los hechos los que definan el talante de la nueva dirección de IB3
Desde el Govern tampoco han querido ofrecer a elDiario.es su punto de vista. El gabinete de prensa de Presidència se remite a unas declaraciones de la consellera Estarellas la semana pasada. En un pasillo, respondió, sonriente, a varios micrófonos, entre ellos, el de IB3. Pasó de puntillas por la renuncia de Albert Salas para mencionarla… sin nombrarla: “Hay que ir resolviendo los problemas de uno en uno para que este proceso no se alargue. (…) Los impasses (sic) no han ayudado, ahora no tenemos gerente”.
Mandó recados a Armengol, sostenidos por la auditoría de la Sindicatura de Comptes: “Si el proceso se hubiera hecho de forma más cuidadosa no tendríamos los problemas que tenemos”. Y exhibió una curiosa noción del tiempo (la popular lleva dos años como responsable de los funcionarios públicos): “Hasta ahora nadie se ha querido responsabilizar de nada, no habido ni siquiera un acuerdo del Consell de Govern”. El pasado fin de semana, el gabinete de Estarellas canceló el encuentro que, desde hace más de un mes, tenía programado la consellera con el comité de empresa. Iban a verse este jueves.
Una privatización encubierta
El sistema –disfuncional– que continúa vigente en IB3 tiene una explicación tan rocambolesca como fácil de resumir. La radiotelevisión pública nació privatizada por decisión de Jaume Matas (PP). Era la época del modelo Alzira: como en aquel hospital construido por la Generalitat Valenciana, se encargaba a una empresa con ánimo de lucro que contratara a la mayor parte de la plantilla de un servicio público. La colaboración público-privada prometía destinar los impuestos a otros ámbitos, pero el ahorro de costes iba a costa del trabajador: sueldos bajos, normalmente ajustados al convenio sectorial.
Así funcionó IB3 durante sus primeros dieciocho años. En el último suspiro de su segunda legislatura, Francina Armengol convocó a los medios a una comparecencia donde prometió integrar a las plantillas de las cinco productoras que daban entonces servicio al ente para desarrollar, a nivel periodístico y técnico, sus noticieros. Parecía que la tortilla estaba a punto de girar. Hasta entonces, las peticiones del personal para dignificar sus condiciones habían recibido siempre la misma respuesta del director general Andreu Manresa y de sus cargos de confianza: “Tenemos las manos atadas”. Hasta el vaso de la paciencia se colmó y buena parte del personal recurrió a los tribunales. La decisión de la presidenta socialista fue, por tanto, estratégica. Era una manera de conseguir que los subcontratados retiraran la demanda que habían interpuesto contra el Govern por “cesión ilegal de trabajadores”. Quizás por ello, resultó ser un formalismo. La letra pequeña tenía truco: los sueldos subirían y las condiciones horarias se equipararían solamente después de que se revisara el expediente que regula la radiotelevisión. Los cambios debían contar con la firma de funcionarios y cargos políticos, que serían responsables ante la ley.
Y en mayo de 2023 hubo vuelco electoral. El Govern de centroizquierda, con los deberes a medio hacer, cedió el mando al Govern de Marga Prohens, que no los ha hecho tras ganar en las urnas sin mayoría absoluta y depender del apoyo de Vox en el Parlament. En medio mandato apenas se ha aprobado una partida económica –1,6 millones de euros– para pagar “la integración a mínimos”. Es decir, reconocer los trienios de unos profesionales que siguen cobrando salarios muy inferiores a lo que, en teoría, ya son: personal laboral de la comunidad autónoma. La internalización, sin embargo, parece una madeja casi imposible de desenredar. Ese fue el panorama que dibujó recientemente la Sindicatura de Comptes en una auditoría que denuncia “falta de base documental” en los expedientes de los trabajadores que se han revisado. El organismo que fiscaliza la actividad económica del sector público balear evidenció que las empresas que se llevaban los grandes contratos de IB3 no registraron correctamente las condiciones laborales y funciones de los trabajadores que se pasaban, concurso a concurso, como si fueran monedas de cambio.
Una auditoría de la Sindicatura de Comptes denuncia “falta de base documental” en los expedientes de los trabajadores. Las empresas que se llevaban los grandes contratos de IB3 no registraron correctamente las condiciones laborales y funciones de los trabajadores que se pasaban, concurso a concurso, como si fueran monedas de cambio
Mismo oficio, siete empleadores distintos
Jordi Julián es una de esas monedas de cambio. Su oficio –regidor– lo ha desarrollado en siete productoras diferentes sin moverse del mismo plató. El actual presidente del comité de empresa aterrizó en las instalaciones que la radiotelevisión pública utiliza en Calvià justo cuando terminaban las emisiones en pruebas. El 2 de mayo de 2005, fue una de las personas que trabajaron para lanzar al aire el primer informativo de IB3. Entonces –los años de la corrupción de Matas y sus hombres fuertes– ya había dos velocidades: los jefes de departamento tenían condiciones de funcionario, que fueron mejorando con el tiempo, y la tropa (técnicos de sonido, productores, periodistas, operadores de cámara…), en cambio, encadenó contratos cada vez más precarios. Por ese motivo, el negro lleva década y media apareciendo de forma esporádica en el ente. Sirvió para pedir una internalización que, como defiende Julián, “no está completa”.
–¿Cómo se le puede explicar a un oyente o espectador de IB3 en qué consiste esta armonización que pide el comité de empresa?
–Con este dato cualquier persona puede entender la situación en la que nos encontramos: además de la que tiene la plantilla original de IB3, hay otras cinco condiciones laborales en la empresa: una por cada subcontrata a la que se le subrogaron los trabajadores hace más de dos años, en febrero de 2023, cuando empezó el proceso de integración. Si se contrata a alguien nuevo para cubrir una baja o una excedencia, ya entra con las condiciones nuevas, mejores que las del resto. Pongamos un ejemplo: se envía a dos operadores de cámara a un partido del Mallorca. Es posible que uno tenga un contrato de interinidad y el otro sea fijo, con unas condiciones diferentes. Se les paga de forma diferente las dietas, se cuenta de forma distinta las horas extra, las horas que trabajan en festivo… ¡haciendo exactamente el mismo trabajo! Es fácil imaginarse lo que supone. Es insostenible, llevamos mucho tiempo así, y en delegaciones como la de Eivissa y Formentera es peor: están en cuadro y, si no se declaran esas plazas como de muy difícil cobertura, va a ser imposible encontrar profesionales por el coste de la vida que hay en esas islas.