Hacer ‘sold out’ ya no es suficiente: los artistas montan fiestas a 16 euros para escuchar su nuevo disco

La campaña de promoción del nuevo trabajo de Aitana incluye la celebración de una sesión de escucha exclusiva en el Palacio de Deportes de Madrid – Movistar Arena tres días antes de su lanzamiento oficial

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Las semanas previas al lanzamiento del nuevo disco de tu artista favorito suelen estar marcadas por la máxima expectación. La revelación de la portada, el anuncio del número de canciones, las elucubraciones con respecto al título de las mismas, los posibles featurings… todo forma parte de un ritual de marketing que logra causar más anticipación por la publicación del álbum. Los adelantos musicales a través de singles son, en la mayoría de los casos, el golpe de gracia final antes de la salida definitiva del proyecto. Sin embargo, cada vez coge más fuerza una jugada clave como parte de la promoción: sesiones de escucha privadas para escuchar el disco en exclusiva antes de su lanzamiento.

Estas sesiones de escucha, también conocidas como listening parties (fiestas de escucha), se cimentan sobre la base de tener un momento íntimo junto a los fans con motivo del nuevo álbum, para así disfrutarlo unidos e ir desgranando tanto su proceso de creación como el mensaje detrás de los temas. Se trata de un evento especial para los seguidores del artista, que, en la mayoría de ocasiones, tienen la oportunidad de conocerlo personalmente mientras descubren por primera vez cómo suena cada una de las canciones. Además, lo hacen en un ambiente mucho más distendido que el de un concierto, pues, aunque el cantante no interpreta los temas, sí que charla con los asistentes, responde preguntas y desvela detalles inéditos sobre el disco.

Sin embargo, la intención de pasar un rato agradable con los fans para celebrar un nuevo lanzamiento, se diluye irremediablemente en el momento en el que también se hace de ello un negocio. Cuando Aitana Ocaña anunció hace unos días que estaba preparando una listening party en el Palacio de Deportes de Madrid – Movistar Arena para escuchar Cuarto azul —su cuarto álbum de estudio—, los detalles todavía eran un misterio. Ahora, aparte de confirmarse que servirá para presentar el disco tres días antes de su publicación, también se conoce que la reunión con los fans tendrá un precio: 16,5 euros. Lo mismo que cuesta el disco en físico será lo que tengan que abonar sus seguidores si quieren acudir a la cita.

“Esto no es un concierto, es la listening party de Cuarto azul”, aclaraba Aitana en redes sociales al anunciar un “evento nunca antes llevado a cabo en España en este formato”, programado para el próximo 27 de mayo. Las entradas se han puesto primero a la venta para clientes del Banco Santander con “Tarjeta Aitana Santander” y después para los fans suscritos a la newsletter de la artista, desde la cual se envía el código que permite acceder a la venta de entradas. Si alguien no está suscrito a su boletín, deberá hacerlo si quiere recibir dicho código. Pese a que Aitana asegura que, aunque el “lugar” sea “grande”, será un evento “íntimo” porque va a contar “un poco de dónde viene cada canción”, hasta 13.000 personas podrán asistir a la listening party.

El Movistar Arena habilitará todas sus gradas para la sesión de escucha de la cantante, pero no habrá entradas en pista. El escenario desde el que estará Aitana va a ser de 360 grados, por lo que será posible verla reproducir los temas del álbum desde cualquier lugar del recinto. “No voy a cantar, no es un concierto, pero voy a estar con vosotros en exclusiva tres días antes de que salga el disco”, ha informado la artista, que señala que “va a ser como contarle a mis amigas el álbum”. “También voy a traer a algunos invitados, habrá sorpresas”, ha desvelado Aitana sin entrar en más detalles, por lo que se puede sospechar que colaboradores de Cuarto azul como Alaska o Barry B harán acto de presencia en algún momento.

Puesto que el nuevo proyecto de la artista se publica el 30 de mayo, reconoce que “se van a filtrar todas las canciones”: “Es un riesgo que tenía, pero me parece muy especial hacerlo así. Es para los que habéis confiado en mí desde el primer momento”. No obstante, resulta difícil considerar un “riesgo” un movimiento que se encuentra estratégicamente pensado desde el punto de vista comercial: en la era de dominio de las redes sociales, muchos artistas apuestan por viralizar sus temas en aplicaciones como TikTok o Instagram antes de lanzarlos al mercado. Uno de los casos en los que esta táctica funcionó de maravilla se lo adjudica Rosalía con su Despechá (2022), canción que incluso cantaba de concierto en concierto antes de haberla publicado.

Precedentes de todo tipo

Aunque nunca se ha organizado un evento del estilo en el Palacio de Deportes de Madrid, de ahí a que su “formato” no se haya “llevado a cabo” hasta ahora en el país, lo cierto es que las fiestas de escucha llevan formando parte de la industria musical desde hace mucho tiempo. Una de las últimas estrellas internacionales que las ha realizado ha sido Billie Eilish con motivo de la promoción de Hit Me Hard And Soft (2024). La artista, que publicaba disco el 17 de mayo del año pasado, se reunió con fans los días 15 y 16 en Nueva York y Los Ángeles respectivamente. Las entradas se vendieron a través de Ticketmaster de forma gratuita y aleatoria. Para quienes no pudieron asistir por el límite de aforo, Eilish exhibió el disco con “acompañamiento visual” en los AMC Theatres de América del Norte los días 16 y 17 de mayo, a un precio de cinco dólares para donar lo recaudado al fondo benéfico AMC Cares.

Más diferente es el caso de Taylor Swift, que también ha hecho sus particulares sesiones de escucha, pero en su propia casa. La artista seleccionaba a fans a través de las redes sociales y los convocaba unas semanas antes de la salida del álbum bajo una condición: tenían que mantener el secreto hasta que sucediera el evento, que ella misma denominó como “secret sessions”. De esa forma, el día de la fiesta, las redes se inundaban de opiniones sobre el disco y de fotografías junto a la cantante sin que nadie lo esperara. Swift les ponía el álbum, charlaba personalmente con cada uno de sus seguidores, los dejaba posar cogiendo alguno de sus premios Grammy e incluso les hacía galletas. La tradición, que comenzó con su disco 1989 (2014) y continuó con Reputation (2017) y Lover (2019), no se repite desde la pandemia.

Quien sí había realizado sesiones de escucha en España es el rapero puertorriqueño Mora, que celebró el lanzamiento de su disco Estrella (2023) en el Teatro Capitol de Madrid, aunque sin su presencia. Allí, sus seguidores pudieron escuchar las canciones en exclusiva, así como recibir productos de merchandising de regalo y firmar un muro con mensajes para el artista. Las entradas costaban el simbólico precio de un euro, contrastando así con la propuesta de Aitana, de 16,5 euros. Aun así, había quien aprovechaba para sacar tajada intentando revender la entrada por una cifra superior.

A precio de concierto, las listening parties de Kanye West y Ty Dolla $ign, que generaron más de 12 millones de dólares en venta de entradas, según estimaciones de Billboard. Estas sesiones las llevaron a cabo en cinco ciudades alrededor del mundo, con precios que oscilaban entre 140 y 220 dólares, para presentar en primicia las canciones de su proyecto Vultures 1 (2024), que redoblaba sus comentarios antisemitas. Aunque tanto West como Dolla $ign estuvieron presentes en estas sesiones, ni rapearon ni cantaron. De hecho, en la fecha de París no cogieron el micrófono en ningún momento, tampoco para saludar a sus seguidores.

Cuando Aitana presente la semana que viene su Cuarto azul en el Movistar Arena, lo hará asumiendo la decepción de muchos de sus fans por el precio de las entradas, que no han tardado en expresar su descontento en redes sociales. “¿Desde cuándo se paga para ir a una listening party?”, ha sido uno de los comentarios más repetidos entre los tuits que citan el anuncio de la catalana. El único punto positivo del asunto probablemente sea que también habrá quienes acudan y se diviertan en el evento, aunque ello suponga consentir las tácticas de promoción de una industria que, a veces, toma decisiones negativas que afectan a quienes solo buscan disfrutar de la música.